Conflicto
Relevo criminal en el Clan del Golfo: estos son los nuevos jóvenes cabecillas más sangrientos y radicales
Esta estructura vive una transformación por los golpes de la fuerza pública. Los cabecillas son más jóvenes, sanguinarios y radicales. Las autoridades los llaman criminales de la cuarta generación.

En el monte del Urabá antioqueño, en los ríos que atraviesan el sur del departamento de Córdoba y en la zona norte de Colombia, el Clan del Golfo está atravesando su propia versión de una nueva generación. No se trata de nacimientos, sino de cabecillas jóvenes que son más sanguinarios, sin una gran trayectoria criminal, sin orientaciones políticas, pero radicales con la violencia.
SEMANA conoció uno de los nombres que encabezan la lista de este relevo: se trata de Carlos Everto Higuita Úsuga, alias A. Chejo, un hombre de apenas 25 años que ya lidera una subestructura entera del clan. Desde 2024, este joven cabecilla dirige la Carlos Vásquez, brazo operativo en el corazón del Urabá y la zona central del grupo. No llegó por herencia, sino por sus despiadadas acciones violentas contra las comunidades y contra la fuerza pública.
Su historial criminal comenzó temprano. A los ocho años de ingresar al clan –con tan solo 15– ya figuraba como cabecilla de comisión de la estructura de Juan de Dios Úsuga. Desde entonces, su ascenso ha sido meteórico: en 2014 fue nombrado cabecilla de narcotráfico, luego jefe en la estructura central en 2020, y hoy comanda una región estratégica donde se produce pasta base de coca (PBC) y se movilizan cargamentos hacia Centroamérica, Norteamérica y Europa.
“Aprovechan que los jóvenes son más violentos para colocarlos como cabecillas”, explica una fuente judicial que les sigue el rastro con una de las agencias de inteligencia del Estado colombiano. “Esta generación no tiene formación ni ideología. Son sicarios con poder de decisión. Lo que hacen es que miran los modelos mexicanos con el tema de las matanzas y lo pretenden replicar en Colombia. Su ambición es el poder y el dinero, lo que los ha llevado al fracaso”, dijo la fuente.
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La transición ha sido clara: de los viejos ideólogos, como Carlos Castaño, a una generación que no conoció ni los discursos, ni las causas. En su lugar hay jóvenes que nacieron en medio de la guerra y para quienes matar no es una acción extraordinaria, sino parte del negocio. “Están matando y no están aceptando responsabilidad. No les interesa figurar ante los medios de comunicación, como sí lo hacían antes los grandes cabecillas de los grupos alzados en armas”, agrega una fuente de inteligencia.
Alias A. Chejo, por ejemplo, se mueve entre municipios como Turbo, Carepa y San Pedro (Antioquia), y coordina operaciones desde el corregimiento de Saiza, en Tierralta, Córdoba. Las autoridades le atribuyen la consolidación de rutas fluviales, el control de corredores cocaleros y la reorganización de estructuras locales mediante el uso de la fuerza bruta. El fenómeno se extiende por el Bajo Cauca, el nordeste antioqueño (Segovia y Remedios), el sur de Bolívar y conecta incluso con el Catatumbo. En cada uno de estos puntos, el Clan del Golfo ha ido sembrando el mismo perfil: jóvenes sin historia, pero con hambre de poder. Un cambio generacional del crimen, nutrido por el abandono estatal, el reclutamiento forzado y la pobreza endémica.
“Esto no es solo un cambio de nombres. Es un nuevo modelo de liderazgo criminal, mucho más radical, mucho más impredecible, pero sin experiencia”, advierte un investigador.
Reto de inteligencia
Un agente de inteligencia le dijo a SEMANA que la identificación de los nuevos cabecillas ha sido todo un reto, porque con las bajas que le han dado a la mayoría de sus mandos antiguos y de alto valor, ha hecho que ilegales que estaban por debajo de la cuarta línea de mando asciendan. “Estos personajes no los teníamos en el radar, lo que ha hecho que esto sea un reto mayor porque ahora toca seguirles el rastro y de estos muchachos, por ser muy jóvenes, es poco lo que se tiene, pero se han ido individualizando porque la misma comunidad es la que nos ayuda para poder tener sus datos”, explicó.

Incluso, la directriz para estos jóvenes sanguinarios que son la sangre joven del Clan del Golfo es poder, como le llaman ellos. “Generar ingresos para la organización y la guerra. Se han logrado infiltrar estas subestructuras y ya tenemos cada uno de los movimientos que estos realizan, y es por eso que hemos podido realizar esos bombardeos que nos han dejado importantes resultados operacionales”, dijo la fuente.
Los golpes
Aunque los relevos generacionales dentro del Clan del Golfo han significado un gran reto para los integrantes de las Fuerzas Militares, SEMANA conoció que esto no ha sido impedimento porque desde lo que va corrido de este 2025, les han propinado duros golpes como la baja de José Miguel Demora Hernández, alias Chirimoya, un sanguinario cabecilla que fue vendido por sus mismos hombres, que son jóvenes y están hambrientos de poder, así lo reveló este medio de comunicación en un informe exclusivo.
Esta transformación criminal del Clan del Golfo avanza a pesar de la intensa ofensiva militar desplegada en su contra. Entre el primero de enero y el 24 de abril de 2025, las autoridades reportaron un total de 567 neutralizaciones contra esta organización: 69 sometimientos voluntarios, 448 capturas de mayores de edad, 39 muertes en operaciones militares y la recuperación de 11 menores de edad utilizados en actividades ilícitas. Durante las operaciones también se incautaron 48.439 municiones, 241 artefactos explosivos y más de 18 toneladas de droga, entre cocaína, marihuana y pasta base.
Además, se logró el desmantelamiento de 108 laboratorios de procesamiento de base de coca (PBC) y la incautación de 31.183 litros de combustible e insumos químicos, cantidad suficiente para sostener toda una cadena de producción criminal. Paralelamente, se registraron 34 combates directos con estructuras armadas del Clan, lo que demuestra la intensidad de los enfrentamientos en diversas regiones del país. Jobanis de Jesús Ávila Villadiego, alias Chiquito Malo, máximo jefe del Clan del Golfo, junto con Luis Armando Pérez Castañeda, alias Jerónimo, jefe político de este grupo, siguen dando luces a esta nueva generación de cabecillas, pero lo que no saben es que no todo se lo cumplen al pie de la letra y que tienen negocios paralelos que les están generando jugosas sumas de dinero para el beneficio propio.