Santander
Así es el ‘pueblo fantasma’ de Colombia: el municipio más pequeño del país donde hacía 26 años no se moría nadie
En la provincia Guanentá está ubicado el municipio más pequeño de Santander, tiene un poco más de 1.600 habitantes, aunque solo 56 viven en el casco urbano.
“Llevábamos 26 años sin tener muertos, hasta que hace unos días se murió de forma natural don Jesús María, tenía 104 años; él, por decirlo de alguna manera, rompió el récord que teníamos. La muerte fue un honor, porque eso representó estrenar el cementerio que habían reconstruido”, cuenta Alonso Rodríguez, el habitante que, quizá, más sabe y ama el municipio de Jordán.
A Majito, como le dicen de cariño a Rodríguez, le encanta hablar de la tierra que lo vio nacer y crecer, lo hace con orgullo y sin omitir detalles; todo lo explica entre sonrisas y señalando los lugares, para que quien pisa por primera vez esta tierra santandereana entienda mejor.
Antes de comenzar a contar todos los secretos y datos curiosos de Jordán, Majito nos invitó a sentarnos en una mesa, hecha con el tronco de un árbol, ubicada a unos cuantos metros de distancia del imponente río Chicamocha. Allí la brisa, el cantar de los pájaros y el sonido del agua hacen que seas más llevaderos los 34 grados centígrados que diariamente azotan este municipio.
Como buen guía turístico, Majito inició ubicándonos en el mapa. “Jordán está a 20 kilómetros del municipio de Piedecuesta, a 18 de Aratoca y a 12 del sector de Pescadero. Acá se conserva la esencia colonial y el puente Lengerke, el primer peaje en Colombia, cobraban cinco centavos por bestia que pasara cargada con tabaco o con maletas hacia Bogotá”.
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El puente Lengerke es una de las estructuras con más historia del país, atraviesa el río Chicamocha y une al municipio de Jordán con Los Santos. Fue construido en 1864 por un ingeniero inglés y por él caminó Simón Bolívar durante la gesta libertadora. Aunque en 2018 fue restaurado, aún conserva las garitas de piedra donde se vivieron episodios históricos de violencia.
En Jordán no hay almacenes, ni centros comerciales ni grandes autopistas, tampoco hay hoteles, solo la sencilla Posada del Caminante, una casona de ocho habitaciones; a duras penas, en el municipio hay un puesto de salud, donde trabajan dos enfermeras y un día a la semana va un médico del hospital de Aratoca.
Tiene un remodelado cementerio que guarda la historia de los muertos de la época de Bolívar, y que la semana pasada, luego de 26 años, como dice Majito, nuevamente lo estrenó don Luis María. En el parque de Jordán, además de un quiosco que ya no se usa, se encuentra la catedral que desde hace cuatro años tiene sacerdote y a dos cuadras de allí una pequeña biblioteca.
“Vivir acá es una tranquilidad total, aunque no hay tanta cosa como en la ciudad. Acá las personas pueden venir y disfrutar de lugares muy hermosos como la Cascada de Montegrande, de Shangrila, un paraíso natural perdido cerca del río Chicamocha; la finca Trinitarios y el hostal El Tamarindo. En la parte turística tenemos mucha acogida con las personas extranjeras”, agregó Majito, el hombre que se ha puesto la camiseta para que el municipio sea reconocido como un buen sitio turístico.
La tranquilidad que se vive en Jordán no es para menos, pues de los 1.600 habitantes que tiene el municipio, solo 56 viven en el casco urbano, es decir, en seis calles que en total miden 1,65 kilómetros cuadrados de extensión. De ahí proviene el sobrenombre del pueblo fantasma, pues quienes viven en el casco urbano suelen estar todo el tiempo trabajando y la rutina siempre es la misma, por lo cual el municipio se ve como si estuviera deshabitado.
Cerca del 95 % de la población vive en las veredas El Pozo, Pomarroso, Hato Viejo, Potreros, Guácimo y Morros, distribuidas en los 33 kilómetros cuadrados que comprende toda la jurisdicción de Jordán.
Aunque el silencio suele reinar en Jordán, por estos días no es así debido a la construcción de una nueva sede del colegio Nuestra Señora de Fátima, al lado de la Alcaldía municipal; esta entidad también parece estar desolada, es un solo pasillo con varias oficinas, la mayoría solas; lo que sí se puede encontrar es un árbol cargado de papayas verdes.
Es tanto el calor y bochorno que puede llegar hacer en Jordán que los pocos niños que hay o jóvenes esperan hasta las seis de la tarde para poder salir a jugar fútbol, voleibol o hacer un poco de ejercicio. A las 10:00 de la noche todo comercio se cierra, es decir, la tienda de Majito.
“Acá no hay problemas de escándalos ni nada, por costumbre todo se cierra a las 10:00 de la noche. Otro dato muy importante es que en el cementerio, por ejemplo, se pueden encontrar tumbas de más de 100 o 200 años. Acá todos somos católicos y desde hace cuatro años tenemos un sacerdote propio, antes venía el padre de Aratoca hacía la misa los domingos y se iba”, detalla Majito, al tiempo que cuenta que Jordán es uno de los municipios en el país que ha tenido el privilegio de haber sido creado por una ley de la República, el 30 de noviembre de 1830.
Aunque no tienen ni plaza de mercado, conseguir los alimentos no es un problema para los jordanenses, pues un día a la semana pasa un camión tomando los pedidos (la lista de mercado), luego va a otro municipio consigue todo y regresa a Jordán con las compras.
Sin embargo, aunque las tierras se ven áridas en este municipio, ubicado entre majestuosos abismos que engalanan el paisaje, también se cultiva el limón criollo, el melón, la patilla, el tabaco alisado, café, fríjol, tomate y papaya, entre otros.
“Ahora estamos emprendiendo en brindarle una buena atención al turista, porque era algo que no existía acá. Totalmente invitados a disfrutar de las caminatas de acá, de verdad son muy bonitas”, agregó Majito.
Alonso Rodríguez, aunque es un apasionado por el turismo, no es ajeno al tema político que por estos días está en auge; reconoce que en Jordán falta más gestión y que han dejado pasar la oportunidad de tener buenos gobernantes.
“Cuando una persona no quiere que el municipio crezca, se queda ahí por el sueldo. Acá un alcalde se elige con aproximadamente 650 votos y un concejal con 54, pero a mí no me gusta la política porque eligen a quien no hace las cosas, pudiendo hacerlo”, expresó Majito entre risas.
Pero, no todo es color de rosa en este pequeño y solitario municipio. Plutarco Salinas, el comisario de familia e inspector de Policía municipal, reveló cuáles son las problemáticas que empañan el ambiente tranquilo de Jordán.
“Aquí, aunque no es seguido, se presentan casos de violencia intrafamiliar y deserción escolar en la parte rural, porque los niños son criados con la idea de que deben trabajar para ayudar con la economía de sus hogares. Este año se han puesto cinco medidas de protección por violencia intrafamiliar, algunos casos han sido denunciados, otros reportados por el sistema de salud, los docentes o cuando hacemos las visitas en las casas nos damos cuenta”, contó Salinas.
Por fortuna, según dice el comisario, el acompañamiento ha resultado efectivo y las víctimas no vuelven a ser agredidas. A la deserción escolar se suma la problemática del embarazo adolescente, este año ya se presentó un caso.
En Jordán desde tiempos inmemoriales no ha nacido nadie porque no hay un hospital, ni siquiera droguerías, pero una niña de 15 años ya se convirtió en mamá. “Estamos haciendo la verificación del caso, porque la adolescente ya tuvo el bebé, entonces necesitamos saber las condiciones en las que vive”, agregó el comisario.
En medio de un paisaje casi desértico, el silencio y la “soledad” que lo caracterizan, Jordán se ha convertido en el paraíso turístico de los caminantes que buscan desconectarse del ajetreo de la ciudad y conectarse con la tranquilidad de la naturaleza y el majestuoso río Chicamocha.