CONGRESO

‘Timonazo’ en el Congreso: 40 senadores ahora quieren hundir la reforma política

La mayoría de los partidos y candidatos presidenciales tienen intereses que prefieren defender fuera de micrófonos, en especial con el transfuguismo y las coaliciones. A pesar de las críticas y el intento de defunción, el debate sigue abierto.

27 de noviembre de 2017
La reforma política está en discusión en la plenaria del Senado. | Foto: Fotomontaje SEMANA

La dinámica que se vive esta semana en el Congreso, marcada fuertemente por la campaña electoral que se avecina y el inminente fin del fast track, hace que las decisiones que los legisladores toman y defienden en determinado momento cambien en cuestión de horas y se les den nuevos rumbos a los debates en el Capitolio. Así como en principio se respalda un proyecto, luego se quiere hundir. Es lo que coloquialmente se describe con la frase "la política es dinámica".

Esto ha sido un común denominador de la mayoría de proyectos con los que se busca reglamentar la implementación del posconflicto, debido –entre otras cosas– a la complejidad de los temas abordados y al aval de la Corte Constitucional para que el Congreso pueda cambiar los articulados de las iniciativas que desarrollan el pacto de paz con las Farc.

Un ejemplo de esta dinámica cambiante, de este ‘timonazo‘, se vivió este lunes con la reforma política. En horas de la mañana, y tras varias discusiones entre partidos, se ventiló la posibilidad de que impulsando el transfuguismo y las listas de coalición se podría salvar este proyecto, pues al final –y fuera de micrófonos– muchos defendían estos dos mecanismos para reacomodar fuerzas de cara a las congresionales y presidenciales del 2018.

Era un pulso silencioso en el que muchos tenían, y tienen, interés para jalonar votos y representatividad. Incluso, los mismos aspirantes a llegar a la Casa de Nariño quieren movilizar hacia sus toldas la mayor cantidad de apoyo posible. Pero esto, en cuestión de horas, cambió repentinamente.

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Pasado el mediodía, tras varios encuentros en el Congreso y en las sedes políticas de las colectividades, el ambiente negativo en torno a la reforma política volvió a subir de tono y se formó un grupo de más de 40 senadores que previamente apoyó la iniciativa para expresar su negativa a impulsar este proyecto de reforma constitucional.

Los argumentos que en los últimos días han expresado sectores como la Misión de Observación Electoral (MOE) y el liderado por el exministro del Interior Juan Fernando Cristo tuvieron eco en el Capitolio, lo cual se vio reflejado en una carta conjunta que los legisladores firmaron para expresar su oposición al proyecto.

Son 17 del Partido Conservador; 9 de La U; 8 de Cambio Radical y por lo menos 10 del liberalismo quienes suscriben la misiva. En el Senado hay un total de 102 curules, por lo que este grupo –al sumarle los votos negativos que puede poner el Centro Democrático que siempre se ha opuesto al desarrollo legislativo– puede ser la mayoría definitiva para hundir la reforma. Eso sí, aparte del uribismo, las demás fuerzas políticas respaldaban previamente este proyecto.

Además, de acuerdo con lo que ha trascendido durante la tarde de este lunes, cada uno de los partidos mencionados y firmantes de la carta quiere presentar proposiciones de archivo de manera independiente. Es una forma de cerrarle el cerco a la iniciativa y, contrario a lo que se ventilaba más temprano, poder enterrar este proyecto.

"La bancada del Partido Conservador decidió solicitar el archivo del proyecto, ya que no es la reforma que se quería, no es estructural y pone en riesgo los avances que se han hecho en materia electoral", reconoció el senador azul Juan Diego Gómez.

Y Mauricio Lizcano, de La U, complementó: "Lo único que trae esta reforma es transfuguismo y coalición de partidos, por lo que no resuelve los problemas de la política en Colombia y por eso preferimos que se hunda".

Estas posturas contrastan con las expresadas por los defensores de lo que queda del proyecto, que llegó al Congreso con 22 artículos y ahora va por 15. No obstante, su ponente, el senador Roy Barreras, dijo que esperaban sacar del articulado lo relacionado con transfuguismo y listas en coalición para avanzar con el proyecto. Pero parece que esto no tiene eco.

El debate quedó aplazado y se espera que sea retomado este martes para determinar el futuro de la reforma política, por lo que –y viendo los antecedentes– no es seguro que esta postura sea definitiva y algo del proyecto quede vivo. Lo que está por verse es qué parte.

El pulso silencioso

En el texto en discusión para último debate se avaló que si los partidos quieren hacer coaliciones y presentarse con listas conjuntas al Congreso puedan hacerlo, pero si alguno de los militantes tiene objeción ideológica o programática con esa alianza pueda apartarse de la misma y buscar espacio en otras toldas. Eso, en plata blanca, es transfuguismo con algunos “peros”. Y eso beneficia a muchos sectores en disputa electoral.

En el Partido Liberal hay grupos que no están conformes con la dirección del expresidente César Gaviria y tras las divisiones que se desataron por la consulta interna (en la que Humberto de la Calle derrotó a Juan Fernando Cristo) no quieren ir a pedirle el aval para las congresionales del 2018.

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Entre esos sectores, por ejemplo, está el que lidera de la senadora Viviane Morales, quien ya expresó que no seguirá en las toldas rojas el año entrante, pero que su futuro electoral y su eventual reelección dependen de que pueda irse a otra colectividad sin ser sancionada. Ella y los cristianos a quienes dirige, de Casa sobre la Roca, ya han tenido acercamientos con Cambio Radical y no descartan aterrizar en ese sector.

En este grupo también está el del senador Juan Manuel Galán, quien ha dialogado también con voceros de Cambio Radical pero que, además, no descartaría promover una colectividad distinta y que pudiera liderar. En igual situación está su compañera de curul Sofía Gaviria, que aparentemente está ahora más cerca de los postulados del uribista Centro Democrático.

A modo de paréntesis, pero válido para completar esta radiografía, cabe mencionar que esta colectividad también expresó interés en la reforma política y el capítulo de las listas conjuntas, porque podría sumar fuerzas con La U y así hacer contrapeso a la fuerza que se presume tomarán el Centro Democrático y Cambio Radical.

Claro que no es el único partido que tiene integrantes en esta situación. La misma U tiene gente que ya apoya la candidatura presidencial de Germán Vargas Lleras. Se trata del senador Lizcano, quien no aspira a reelegirse pero quiere un cupo para sus aliados en las listas de Cambio Radical. La senadora Sandra Villadiego está en la misma situación, solo que ella sí quiere mantener su curul aunque con otra colectividad; ya está en los diálogos y, de hecho, fue de las primeras en promover el transfuguismo.  

Por los lados del Centro Democrático están los cristianos que dirige Claudia Rodríguez de Castellanos, quienes ya le notificaron al expresidente y senador, Álvaro Uribe –líder de esa colectividad–, que se van en búsqueda de otros espacios. Y también están cerca de Cambio Radical. Claro que, además, pidieron al Consejo Nacional Electoral que les reviva la personería del Partido Nacional Cristiano para poder ir de forma independiente o en alianza.

Y en el Partido Conservador, que por ahora no tiene disidencias que busquen dejar la colectividad, están analizando la forma de aliarse en listas conjuntas con otras colectividades, para lo que han hablado con el Centro Democrático y con Cambio Radical. Este es un pulso silencioso que libran los alfiles de Vargas Lleras y Uribe y que a los azules, al final, les conviene.

El Polo y Alianza Verde Verde, junto a Compromiso Ciudadano, también aguardan que la reforma política les abra la posibilidad de hacer listas conjuntas para aspirar al Congreso, por lo que no les molesta del todo que lo poco que queda de esta iniciativa sobreviva.

Como se ve de esta radiografía, que refleja el pulso silencioso que hay en los pasillos del Capitolio y las sedes de los partidos y de sus candidatos presidenciales, hay intereses en juego que podrían mantener viva la ahora criticada reforma política. El pragmatismo electoral es clave en estas épocas, por lo que –y suena paradójico– puede ser el transfuguismo lo que resulte salvando un proyecto que nació de las negociaciones de paz, aunque ahora tenga poco del contenido que lo inspiró y una fuerte oposición congresional. El debate sigue abierto.