ENTREVISTA
La rectora de la Universidad de los Andes, Raquel Bernal, habló con SEMANA: estas son sus conmovedoras reflexiones para los papás de hoy
La líder educativa reflexiona sobre los estudiantes de hoy. Explica cómo los papás, en su afán por protegerlos, les han creado miedos y han impedido que aprendan a resolver sus problemas. Habla de Trump y Petro.


SEMANA: La universidad sorprendió esta semana al anunciar que abrirían programas técnicos y tecnológicos. ¿A qué responde?
RAQUEL BERNAL: Nosotros, en la Universidad de los Andes y yo en particular, tengo realmente una gran preocupación por el futuro de los jóvenes. Las tasas de desempleo son altísimas, el número que no estudia ni trabaja entre los 18 y 24 es superior a los 2,5 millones. Creo que así, en diez años este país será inviable. Queremos aportar a que tengan trayectorias de vida que los engrandezcan y a un crecimiento que nos lleve a la equidad, que es la que nos ha matado en los últimos 60 años. La educación técnica y tecnológica ha tenido como mala fama y es considerada, particularmente en Latinoamérica, como de más baja categoría, como en otra casta. Pero hoy, las nuevas generaciones tienen unos sueños que son muy distintos a los nuestros.
SEMANA: ¿Por qué los jóvenes no quieren ser hoy médicos ni abogados?
R.B.: Ellos nacieron en un mundo en que todo se mueve muy rápidamente: los empleos, las democracias, las comunicaciones, las relaciones humanas. Tienen una atención más corta, porque crecieron con los dispositivos y las redes. Quieren lograr cosas de inmediato. Yo creo que están asustados porque les tocó un mundo que es muy distinto, se enfrentan al cambio climático, a la inteligencia artificial, que ellos sienten que los va a sustituir. Es una coyuntura retadora. Y tienen razón en preocuparse porque el futuro es incierto.
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SEMANA: ¿Y eso cómo ha cambiado la universidad?
R.B.: A mí muchos me dicen que no quieren quedarse cuatro años en la universidad porque cuando se gradúen esa carrera va a ser distinta. Y tienen razón. Antes, muchos querían ser gerentes, hoy también quieren ser productores musicales o audiovisuales y estar un año, pero no más. Las generaciones X y Alfa son realmente distintas a nosotros. Y hay que adaptarse. Hoy más jóvenes entran a las ciencias duras y los estudiantes ya no quieren ser historiadores, ni filósofos, ni artistas, cuando la sensibilidad humana, la ética, el pensamiento crítico es lo que más necesitamos robustecer. Deberíamos formar más todo lo que es profundamente humano, lo que nunca sustituirá una máquina. Es una transición que a mí me preocupa. La inteligencia artificial está avanzando muy rápido. Jamás anticipé que ocurriera esto.

SEMANA: ¿Cómo viven la crisis de matrículas que ha golpeado a las universidades?
R.B.: La coyuntura local y global es compleja. Pero nosotros hemos crecido en matrículas. Estamos en la misma población estudiantil que en la era de Ser Pilo Paga. Hemos logrado conquistar mucho a los jóvenes, pero prioritariamente en programas, un poquito más empíricos, más aplicados, con mayores tasas de empleabilidad.
SEMANA: ¿Y cómo explica eso mientras los otros caen?
R.B.: Hemos hecho muchos esfuerzos innovadores para atraer estudiantes. Antes, la transición a través del sistema educativo era natural. Entonces uno se graduaba y tenía que ir a la universidad y después hacer una maestría. Hoy no. Lo que estamos haciendo es mostrándoles qué hacemos, lo que le llaman acá scouting. Vamos a buscarlos. Les ofrecemos carnets desde incluso antes de que se hayan postulado para programas, para que vengan a la piscina, a la biblioteca. Nos conocen desde que están en el colegio. También ofrecemos programas nuevos. Estamos sacando este año el de Ciencia de Datos, que es una colaboración de cinco facultades; eso jamás había pasado en esta universidad. El año entrante lanzaremos Cambio Ambiental Global, que también será interdisciplinario para esos trabajos gerenciales de la transición energética. Eso les encanta. Pensamos qué quieren y qué van a necesitar. Ofrecemos también una oferta educativa modular para la vida, desde los 4 años en una escuela de música hasta los 80 en clases de finanzas. El año pasado, tuvimos en la universidad 42.000 personas en educación continua de todas las edades.
SEMANA: Hoy en los empleadores hay un malestar con las nuevas generaciones, sienten que son flojas, que sufren por todo. ¿Qué tan cierto es eso?
R.B.: Las generaciones Z y la Alfa sí son muy distintas, la verdad. En parte se debe a los padres que tuvieron, que somos nosotros. Son la generación de los papás helicóptero, les solucionamos todos los problemas, no los dejamos sufrir. Aquí a la rectoría me llegan papás que esta materia no la pudieron inscribir, que porque en la tesis no sacó 5, sino 4,5. Mi papá puso los pies acá el día de mi grado. Hoy, por ejemplo, los estudiantes minimizan su tiempo en el campus. Cuando yo estudiaba aquí, a mí me encantaba quedarme aquí hasta tarde. Ahora ellos tratan como de hacer bloques supercomprimidos y en una carrera detectaron que es porque los papás les dicen que intenten salir a la una para poder recogerlos.
SEMANA: ¿Y eso por qué haría daño?
R.B.: Siento que los papás nos metimos tanto que generamos muchos miedos. Entonces, ellos no saben manejar la frustración y recibir un ‘no’ es una tragedia monumental. Hay dificultades que enfrentan, que son reales, y el tema de salud mental también es prevalente en población universitaria. Si a los niños chiquitos no los dejamos sufrir, nunca los dejamos caer, nunca hubo consecuencias de las cosas que no hacían bien, ya llegando a los 18 es muy difícil. Hay que formar en resiliencia, en amabilidad y en agradecimiento, que es uno de los principales originadores de bienestar del ser humano.

SEMANA: Llama la atención que los niños necesiten sufrir...
R.B.: Hubo un movimiento global para evitar el maltrato a los niños, para penalizar los castigos físicos, pero como en todos los cambios culturales grandes que enfrenta la humanidad, nos movemos siempre de manera pendular muy fuerte. A mí todavía me tocó disciplina física de parte de mi papá, por ejemplo, y los que nos criamos así, pues muy reaccionarios, nos movimos al otro lado del péndulo, a entregar total amor. Y se nos fue la mano. De los 0 a los 5 años se forman las competencias humanas más rápido. Si les damos todo, nunca dejamos que sufran porque siempre los estamos rescatando… pues cuando llega un problema no saben cómo solucionarlo. El manejo de la frustración se logra es cuando te pasa algo malo y logras salir adelante. Hoy los papás no les dejamos hacer eso. Además, les organizamos tanto la vida, les ponemos clases de todo, que ellos ni siquiera saben planear sus días. A mí me preocupa, porque la democracia dependerá de esos jóvenes.
SEMANA: ¿Cómo se vive este ambiente de tanta tensión política en la universidad?
R.B.: Yo veo a las universidades como un laboratorio vivo de democracia. Esa es como nuestra principal tarea. Hoy la democracia se ejerce desde las redes, con implicaciones que son realmente muy graves. A mí me gustaría que hubiera acá más ruido. Hace poco hicieron una protesta y me puse dichosa. Me gustaría que los jóvenes fueran mucho más vocales desde el conocimiento, no desde la ignorancia, que es lo que veo que está pasando. Ojalá los estudiantes se manifestaran más en contra de las cosas que son injustas en este país. Siento que hoy hay algo de apatía de los jóvenes, quizás como reacción a las dificultades que enfrenta la democracia.

SEMANA: ¿Cómo toca a la universidad todo este caos que se vive en el Gobierno Petro?
R.B.: Creo que a todos nos toca. No lo tengo que decir, pero la ideología del Gobierno es que el sector público es el que debe ofrecer todos los servicios a los ciudadanos. Eso de entrada les cierra la puerta a los que ofrecemos esos derechos fundamentales desde el sector privado. Entonces, claro que ha tenido impactos. El marchitamiento de Icetex es un ejemplo de implementación de esa convicción que tiene el Gobierno. Este año debían entrar a las universidades 63.000 primíparos financiados por Icetex, pero se entregaron solo 5.000 préstamos a largo plazo. Muchos de esos préstamos sin los subsidios al sostenimiento o a la tasa de interés. Eso significa que estamos generando menos cupos, preciso en el momento en que empieza el bono poblacional. En los próximos diez años vamos a tener la mayor población en edad de trabajar que jamás ha tenido Colombia.
SEMANA: ¿Qué piensa de la guerra que ha generado Trump contra Harvard?
R.B.: Es muy complejo. Todo se resume en la autonomía universitaria. Las universidades deben ser espacios en donde impere la libertad de expresión, la posibilidad de hacerse preguntas difíciles, de tener diálogos imposibles, así es como avanza el conocimiento y la ciencia. Y eso es lo que está retado ahora.