COMUNIDADES
La minga indígena, de protagonizar bloqueos a guardia presidencial
Diferentes organizaciones indígenas del suroccidente del Cauca llegaron hasta Bogotá para acompañar la posesión presidencial de Gustavo Petro y Francia Márquez. Destacan que, por primera vez, tendrán participación activa en el Gobierno nacional.
El desfile de carros y buses escalera no pasó desapercibido en su salida del Cauca el pasado jueves. La minga indígena se movía de nuevo, pero esta vez con un ambiente festivo, alegre, bonachón. No había nada más que alegría, arengas, carteles, provisiones para el camino, bastones de mando y cientos de personas cargadas de ilusión de hacerle la guardia presidencial a Gustavo Petro y Francia Márquez en la plaza de Bolívar, en Bogotá, durante la posesión.
La tarea no era nueva, pero sí la más importante: durante la campaña presidencial, el Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric) acompañó en varias oportunidades al hoy presidente y a la vicepresidenta a algunos municipios, y allí los custodió con sus bastones de mando y una decisión ciega de que ante el peligro estaba dispuesto a dar la vida para proteger la de los candidatos del Pacto Histórico.
Si alguna organización creyó desde el inicio en esa propuesta política, fue la minga del Cauca. Por eso, sus miembros fueron los primeros invitados a la posesión presidencial de este domingo. Allí estuvieron, en la Plaza de Bolívar, siempre disciplinados, pendientes hasta del más mínimo detalle.
Los buses salieron desde Popayán, capital del Cauca, y de Santander de Quilichao, norte de ese departamento, las organizaciones que conforman la minga indígena del suroccidente colombiano acordaron salir el jueves, tres días antes de la posesión, para no dejar nada al azar en la plaza de Bolívar.
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La invitación la recibieron directamente del presidente Gustavo Petro y de la vicepresidenta Francia Márquez. “Nunca antes nos habíamos sentido tan identificados y respaldados por un Gobierno”, dijo uno de los comuneros indígenas antes de partir.
Y es que la minga del Cauca desempeñó un papel fundamental en la campaña de Petro, por quien apostó fuertemente con proselitismo no solo en el Cauca, sino en otras regiones de Colombia. Ante esos gestos de cercanía y apoyo, Gustavo Petro respondió con la entrega de dos altos cargos en el Gobierno a líderes indígenas. Giovani Yule será el encargado de dirigir la Unidad de Restitución de Tierras, y Leonor Zalabata, primera mujer indígena en ser embajadora ante la ONU.
Yule es líder indígena de la comunidad nasa, del norte del Cauca, forma parte del resguardo Campo Alto Alegre, del resguardo Huellas de Caloto, vocero, consejero y líder del Cric, psicólogo y sociólogo. Su nombramiento trajo un sinnúmero de críticas porque se dio en medio de una de las tensiones más grandes de los últimos años en ese departamento por la ocupación ilegal de tierras.
Mientras que Zalabata es oriunda de Santa Marta y ha participado de múltiples procesos con sus comunidades. Fue pieza clave en la negociación con grupos armados para cuidar la Sierra Nevada y, además, estuvo presente en la Asamblea Nacional Constituyente en 1991, en la mesa delegada para los derechos de las comunidades indígenas.
Tendrá entre sus tareas principales mantener un enlace permanente con la organización internacional y diplomáticos de otros países, además de representar a Colombia y sus intereses ante la ONU.
Las peticiones
La delegación indígena que salió el jueves del Cauca para participar en la posesión de Gustavo Petro también tenía entre su agenda la entrega de un dosier de propuestas para el nuevo Gobierno nacional.
Juan Bautista, representante de una de las organizaciones sociales del Valle del Cauca –que también integran la minga–, dijo en un comunicado publicado por el Cric que: “La juntanza entre organizaciones sociales tiene el propósito de proponer acciones que recuperen el tejido social, afectado por las políticas de muerte (...) Respaldamos y proponemos desde las bases de la sociedad una política para la vida coherente con la propuesta del nuevo Gobierno”.
Entre las propuestas concretas están definir una solución definitiva para el problema de la supuesta falta de tierra para las comunidades rurales y urbanas, una reforma agraria y las economías que de allí se desprenden, resolver el problema interétnico actual, construir una agenda específica para garantizar el libre ejercicio de derechos humanos, el cuidado de la naturaleza y la participación de los sectores sociales en las dinámicas institucionales en el nuevo Gobierno.
“Pero para la minga es trascendental lograr generar alternativas que permitan la implementación de los acuerdos de paz de La Habana, Cuba, y buscar alternativas de solución a través de diálogos humanitarios que permitan mitigar las afectaciones de la guerra”, señaló el Cric.
Las comunidades indígenas del Cauca también realizarán un especial pedido a Gustavo Petro y Francia Márquez para que se pare el derramamiento de sangre por cuenta de la presencia de grupos al margen de la ley en sus territorios, lo que abriría –aún más– la puerta para una posible salida negociada entre el Gobierno nacional y disidencias de las Farc, así como con la guerrilla del ELN.
El camino
La minga indígena del Cauca empezó a pavimentar su camino para participar activamente en un eventual gobierno alternativo en Colombia desde el paro nacional del primer semestre de 2021.
Antes tuvieron acciones como desfilar desde el suroccidente del país hasta Bogotá para presionar un diálogo con el entonces presidente Iván Duque, pero el mandatario se negó. Durante el paro se tomaron ciudades como Cali y levantaron bloqueos con la llamada primera línea.
Su control sobre el indignado movimiento social fue un impulso para que la vocería de sus líderes saliera de sus territorios. La organización indígena se empezó a perfilar como un actor político importante y Petro y Francia supieron capitalizar ese momento.
La cercanía del hoy presidente durante la campaña se trasladó a la posesión, lo que dejó entrever que la minga ya no necesitará gritar en las calles sus peticiones, sino que tendrán asiento y una vocería clara y directa en la Casa de Nariño. En todo lo histórico que deja este momento político de Colombia, ese punto no debería pasar inadvertido.
La minga ahora es parte –no contraria– del Gobierno y eso es motivo de celebración. Por eso, los buses escalera, carteles y arengas con las que salieron este jueves del Cauca eran diferentes. El ambiente festivo tocaba las trompetas de la esperanza de un cambio. Los indígenas sonríen. La minga está feliz.