Guaviare

La historia secreta de la masacre de ocho religiosos en el Guaviare: iban a pedir paz para una guerra de 100 días que tiene paralizada una región

En Guaviare hay una sangrienta guerra entre Mordisco y Calarcá. Son 100 días de violencia, que ha cobrado la vida de decenas de personas, entre ellas ocho religiosos que quisieron llevar un mensaje de paz.

Gabriel Salazar López

Gabriel Salazar López

Periodista Semana

5 de julio de 2025, 6:16 a. m.
ED 2243
En la zona fueron asesinados ocho religiosos que quisieron llevar un mensaje de paz a la región. | Foto: SEMANA

El secuestro y posterior masacre de ocho evangélicos en Calamar, Guaviare, dejó en evidencia la cruda realidad que vive este departamento del sur de Colombia. La población lleva más de 100 días en medio del recrudecimiento del horror de la guerra, combates entre dos facciones de las disidencias de las Farc comandadas por alias Iván Mordisco y Calarcá, que ahora son enemigos a muerte.

Por esta guerra, en la que no han dejado de sonar las balas ningún día, está paralizado todo el departamento: no hay comercio ni tránsito intermunicipal fluido, ni mucho menos clases en varios colegios. El reclutamiento de menores está disparado y la comunidad está obligada a aportar económicamente, en lo que las disidencias llaman “impuestos de guerra”.

Pero, sin duda, la cúspide del horror llegó con el asesinato de los ocho religiosos. Ellos, tomando la vocería de sus comunidades, creyeron que las disidencias de Mordisco los escucharían para proponer una tregua y una ruta humanitaria de abastecimiento en varios caseríos. Pero no fue así. Los obligaron a abrir una fosa y luego los acribillaron sin piedad.

Sus nombres eran James Caicedo, Óscar García, Máryuri Hernández, Maribel Silva, Isaid Gómez, Carlos Valero, Nixon Peñaloza y Jesús Valero. En la zona, nada se mueve sin que los grupos ilegales se enteren. La gente tiene miedo de hablar luego de lo ocurrido con estas ocho personas, quienes ayudaban a las comunidades desde lo espiritual, pero también desde lo social mediante diferentes programas. Este viernes, 4 de julio, mientras en la redacción de SEMANA se escribía este informe, las disidencias atacaron a un grupo de soldados del Ejército Nacional, dejando a varios de ellos gravemente heridos.

 Esta es la fosa común donde enterraron a los religiosos, tras ser brutalmente asesinados. SEMANA había advertido hace un mes del secuestro de estas personas.
Esta es la fosa común donde enterraron a los religiosos, tras ser brutalmente asesinados. SEMANA había advertido hace un mes del secuestro de estas personas. | Foto: suministrada a semana api

No fue fácil hablar con algunos habitantes del Guaviare, quienes aseguran que “debe haber muertos para que las autoridades les presten la atención necesaria. En esta zona, las disidencias saben quiénes somos todos y cuando llega alguien desconocido, enseguida empiezan a preguntar de quién se trata. Ellos tienen computadores portátiles con bases de datos, donde tienen información como si se tratara de alguna autoridad, donde hacen consultas de personas”, dijo una habitante del Guaviare.

La población no sale del asombro porque los asesinados “eran personas de bien que se dedicaban a las comunidades y a que la zona creciera en medio de la situación compleja”. Ahora nadie se atreve a decir y mucho menos a hacer actividades o tener iniciativas porque pueden ser blanco de los criminales.

Los pastores de iglesias de diferentes localidades, junto con sus líderes que antes recorrían veredas, caseríos y corregimientos sin más armas que su biblia y su fe, ahora se deben cuidar para no desafiar las reglas que imponen los ilegales. El pastor de una de las iglesias habló con SEMANA.

Los ocho cristianos asesinados. | Foto: suministradas a semana api

“Sí, claro”, asegura cuando se le pregunta si deben obedecer directrices de los armados. “Para serle sincero, allí está el Frente Primero de las disidencias y parece que ahora también está el de Calarcá, porque hace unos días hubo un enfrentamiento y no sabemos cuántos grupos más puedan estar. Pero sí, uno tiene que acatar las órdenes que ellos dan”, contó.

Las órdenes de las disidencias cambian el cronograma de iglesias, colegios y hasta las actividades económicas en el departamento del Guaviare. “Por ejemplo, ellos dicen: después de las seis de la tarde no se puede transitar y solo se puede salir después de las cinco de la mañana. Uno tiene que cumplir esas normas”, explicó.

En algunas zonas de Calamar, el reloj para Dios tiene un límite, pues las escuelas dominicales, cultos y devocionales se ajustan a la agenda de los disidentes que, en algunos casos, patrullan como si fueran la institucionalidad. “Nos toca programar todo antes de la hora estipulada para poder llegar a las casas sin correr ningún riesgo. Si después de las siete no se puede andar, entonces los estudios bíblicos, los cultos o los devocionales los hacemos antes para poder regresar a casa a tiempo”, explica el pastor, resignado a predicar bajo un toque de queda no declarado.

Alias Wainer, según la inteligencia militar, fue el autor de la masacre de estas ocho personas. Además, es quien, con el aval de Mordisco, siembra el terror en esa zona.
Alias Wainer, según la inteligencia militar, fue el autor de la masacre de estas ocho personas. Además, es quien, con el aval de Mordisco, siembra el terror en esa zona. | Foto: suministradas a semana api

Cerebro de la masacre

SEMANA pudo establecer, mediante fuentes de la inteligencia de las Fuerzas Militares, que aunque la orden del secuestro de estos religiosos fue dada por Iván Mordisco, quien la ejecutó en terreno fue un sanguinario disidente que lleva años dentro de este grupo ilegal. Se trata de Wainer Javier Valencia Malava, una ficha clave en la columna Armando Ríos de las disidencias. Tiene 20 años en la criminalidad.

Según inteligencia militar, Wainer inició su carrera en 2007 como guerrillero raso de los comuneros del sur del ELN en Tumaco, Nariño. Para 2014, ya se había posicionado como cabecilla de escuadra de las disidencias con la estructura Oliver Sinisterra, estructura en la que dos años después asumió funciones como cabecilla financiero.

Actualmente, en 2025, se desempeña como cabecilla político de la Armando Ríos, un rol estratégico para mantener la influencia de este grupo armado en zonas clave del Guaviare.

Las disidencias de las Farc son señaladas de la aterradora masacre. | Foto: fafp

Su prontuario delictivo revela una formación criminal robusta: ha recibido entrenamiento en milicias, combate, mando, manejo de masas y formación política, así como conocimientos de explosivista. Esta combinación le ha permitido articular acciones ofensivas y de adoctrinamiento, especialmente en comunidades campesinas.

Alias Wainer delinque principalmente en las riberas del río Unilla, Itilla, Vaupés y Apaporis, cubriendo los municipios de Calamar y Miraflores, donde lidera la organización sociopolítica de la región. Su estrategia se centra en la instrumentalización de presidentes de juntas de acción comunal para ampliar guardias campesinas y blindar las rutas de movilidad de los ilegales, buscando frenar la acción de la fuerza pública.

Las disidencias de Iván Mordisco operan permanentemente en la zona. | Foto: afp

“La información que tenemos tras el cruce de datos y otras labores de inteligencia es que las disidencias de Mordisco creían que los religiosos le estaban colaborando a Calarcá y por eso los citaron bajo engaños, en esta zona del Guaviare”, detalló la fuente.

Las víctimas de esta masacre fueron citadas por alias Wainer a la vereda Barranquillita en jurisdicción del municipio de Miraflores, Guaviare, donde los tuvieron por algún tiempo, pero luego los trasladaron hasta la vereda La Reforma, y, allí, los obligaron a cavar su propia fosa común. En este lugar fueron hallados por la Fiscalía General de la Nación luego de encontrar información en el celular de un disidente capturado.