POLÍTICA
Familia de Lucas Villa llevará su caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos
La decisión la toman, según ellos, ante la falta de resultados de la justicia colombiana y ante la investigación periodística que apunta a que la muerte del líder se produjo de manera coordinada.
Marta Bibiana de las Salas Ramírez, tía de Lucas Villas, quedó perpleja mientras observaba la investigación periodística del portal 070 de la Universidad de los Andes que desnudaba cómo el asesinato de su sobrino había sido coordinado. Con imágenes, con los trazos de movimientos de los sicarios, la abogada confirmaba lo que desde el 5 de mayo pasado, cuando dispararon contra Lucas en Pereira, tenía en su mente: “Fue un homicidio planeado”.
La tía de Lucas Villa, el hombre de 37 años fallecido tras recibir ocho impactos de arma de fuego en medio del paro, siente impotencia. Quisiera -como cualquier familiar víctima de un homicidio en Colombia- que el caso de su pariente se resolviera pronto, que los asesinos estuvieran tras las rejas y lo más importante: que se conociera oficialmente por qué decidieron acabar con su vida.
“Es muy complejo para uno como familiar ver cómo el Estado ha sido completamente indolente”, resume la mujer, quien ha tocado las puertas de la Fiscalía, la Policía y otras autoridades y no ha encontrado respuestas seis meses después de los balazos. ¿Quién lo mató?, pregunta. Nadie -dice ella- le responde.
Inicialmente, la muerte de Villa fue asociada a microtráfico, incluso se especuló que podría ser la Cordillera, una banda criminal que opera en el Eje Cafetero, pero la familia del fallecido lo descarta. Marta, por ejemplo, es su tía, es como su madre, según cuenta, y lo conoce desde niño. “Siempre lo supe, conozco a mi sobrino, sé quién era”, afirma.
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Recuerda unas imágenes conocidas horas antes de las 7:31 de la noche de ese 5 de mayo de 2021, cuando Lucas fue apuntado en repetidas oportunidades por un láser. Al parecer, dice la mujer, lo estaban identificando. Minutos después se escucharon los ocho tiros y él cayó muerto.
“Lucas, mi sobrino, fue producto de un crimen de Estado”, recalca Marta sin asomo de duda. “Lucas fue la piedra en el zapato, sus asesinos no esperaban el efecto de la muerte de mi sobrino. No lo esperaban (...). Qué pienso yo: quisieron dar una lección, sembrar el temor para que los chicos no se reunieran, pero tuvo un efecto contrario. Fue un crimen de Estado”, afirma. Recordemos que Villa murió en medio de las protestas del 28 de abril de 2021.
Como meses después no encuentra respuestas a sus interrogantes, Marta, la abogada de la familia, tiene claro que en Colombia la justicia no esclarecerá el crimen de Lucas Villa. “No es prioridad de la justicia investigar el crimen de mi sobrino porque ellos saben quién fue el responsable”, dice.
Ante ese escenario, y la impotencia que le embarga, ya empezó a asesorarse para llevar la investigación del crimen de Lucas Villa ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). “No hay ningún responsable, ninguna captura y se ve el desequilibrio en las investigaciones: no han avanzado frente a la muerte de mi sobrino, pero sí han judicializado a unos chicos de la primera línea que realizaron actos vandálicos”, expresa.
En casa de Lucas, Henry Villa, su padre es más optimista. Espera y confía que la justicia de su país le cuente finalmente quién le arrebató la vida a su hijo, pero Marta, tía de la víctima, le hace caer en razón. “Hermanito, no les crea porque ellos no le van a dar resultados”, cuenta De las Salas. Nohora Stella Vásquez y Blanca Mónica González, la madre y la esposa de Lucas Villa, no salen del asombro ante la investigación que confirmaría que al bogotano lo asesinaron de forma coordinada. Ambas están en España, donde intentan escapar a la realidad de no tener con vida a su hijo y esposo.
Por ahora, la familia se asesora para escalar el caso ante organismos internacionales, mientras Marta recuerda que el 5 de mayo pasado, a las 9:00 a. m., habló por última vez con Lucas.
Al otro lado de la línea telefónica, ella le advertía sobre la violencia que estaba generando el paro en el país y le pedía que se cuidara. “Yo no quiero violencia, yo no soy violento, yo huyo de esas situaciones, ojalá no quede en medio de una situación así”, afirmó él. Al parecer presentía que moriría.
A las 7:31 p. m. cayó al suelo tras recibir ocho disparos. Cinco días después, tras una lucha en una unidad de cuidados intensivos, falleció.