INVESTIGACIÓN

Exclusivo: así actuaba la temible “banda del CAI”, conformada por policías en Bogotá que fueron capturados por falsos positivos y por robar cable telefónico

SEMANA conoció el expediente contra un grupo de policías en Bogotá que convirtieron un CAI en la sede de una banda criminal. Coordinaban extorsiones, falsos positivos y hasta el robo de cable telefónico.

9 de agosto de 2025, 6:28 a. m.
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Los 12 policías capturados por la Fiscalía fueron presentados ante jueces para imputar cargos y solicitar una medida de aseguramiento. Ninguno aceptó los delitos. | Foto: SEMANA

“Buscar a un loco para pegarlo (inculparlo)”, era la orden del comandante de un CAI en Bogotá para montar la escena de un falso positivo. Las víctimas eran habitantes de calle que terminaban judicializados por un supuesto tráfico de estupefacientes.

Los falsos positivos para obtener reconocimiento, permisos y condecoraciones eran apenas un elemento en el menú criminal que protagonizaron los policías del CAI Gorgonzola, en la localidad de Puente Aranda, y que quedó en evidencia gracias a la intervención de una agente encubierta, encargada de recuperar los videos, las fotos, los audios y todas las pruebas para llevar a la cárcel a los policías involucrados.

En los turnos de vigilancia y en lugar de cuidar a los ciudadanos, los policías extorsionaban a comerciantes, cobraban por inmovilizar carros, exigían dinero a conductores borrachos, les ayudaban a ladrones, permitían el paso de contrabando y hasta participaron del robo de cable telefónico en compañía de habitantes de calle.

Las denuncias de los comerciantes de bares, lavaderos de carros, obras y hasta almacenes de cadena, con la radiografía de una alianza criminal entre policías y delincuentes en la localidad, se convirtió en una larga investigación que develó una vergüenza institucional y un golpe directo a la confianza ciudadana.

La agente encubierta de la Fiscalía logró recaudar las pruebas de la más descarada corrupción de policías en la localidad de Puente Aranda, en Bogotá. Son casi 100 videos, audios y chats con las exigencias a comerciantes, alianzas con atracadores, traficantes y habitantes de calle.
La agente encubierta de la Fiscalía logró recaudar las pruebas de la más descarada corrupción de policías en la localidad de Puente Aranda, en Bogotá. Son casi 100 videos, audios y chats con las exigencias a comerciantes, alianzas con atracadores, traficantes y habitantes de calle. | Foto: SUMINISTRADA A SEMANA API

Falsos positivos

Un teniente, según los informes redactados por la agente infiltrada, era el responsable de ordenar la captura de habitantes de calle, con el único propósito de aumentar la operatividad del CAI. La práctica criminal era habitual y al oficial poco le importaban las investigaciones o el riesgo de convertirse en un peligroso delincuente.

Los falsos positivos ocurrían en el canal de la calle sexta con carrera 30, un espacio que se convirtió en una compleja olla de estupefacientes, donde habitantes de calle terminaban atrapados, torturados y judicializados con evidencia inventada por la banda del CAI. Las pruebas quedaron en video.

Teniente: Karen, bajen al caño.

Agente encubierta: Y usted sabe que estos todos van pegados.

Teniente: Perdón, yo no voy a poder discutir con mi jefe; mi jefe es mi mayor González. Si mi mayor González me da una orden, yo cumplo; a mí me enseñaron fue a cumplir.

Agente encubierta: ¿Pero por qué tiene que generar operatividad así, pegando a la gente?

Teniente: No se va a dar de otra forma. El cuadrante no se va a bajar a registrar.

Agente encubierta: ¿Usted por qué tiene que decir que tiene que generar operatividad?

Teniente: Vaya con Sipol (contrainteligencia de la Policía).

La fiscal del caso se sorprendió con la actitud temeraria del teniente a cargo del CAI. El oficial no tenía problema en reconocer que solo cumplía la orden de sus superiores. Incluso le advierte a la agente encubierta que si está en desacuerdo con los falsos positivos, puede acudir a la contrainteligencia de la misma Policía.

“Que diga que la operatividad no se va a dar de otra forma; o sea, la operatividad se tenía que dar con los falsos positivos, sacando a las personas en condición de calle debajo del puente, porque no se podía dar de otra forma”, señaló la fiscal que logró la captura de 12 policías de Bogotá, acusados de conformar la banda del CAI Gorgonzola.

| Foto: SUMINISTRADA A SEMANA API

Los casos de falsos positivos fueron confirmados por la Fiscalía. Los policías del CAI, al mando del teniente, según dijeron, recibieron órdenes de sus superiores. Capturaron habitantes de calle montando pruebas como gramos de estupefacientes en los bolsillos de las víctimas.

Robo de cable

Otro capítulo que resultó vergonzoso, descarado y quedó en video, es el robo continuado de cable de las empresas de telefonía como ETB.

Los policías del CAI Gorgonzola no solo permitían ese delito, sino que escoltaban a los delincuentes que lo hurtaban. Hasta transportaban en los vehículos institucionales el producto del ilícito.

“No es legítimo que se instrumentalice el poder del Estado para someter a ciudadanos inocentes; no es tolerable que quienes deben garantizar el servicio público se conviertan en quienes lo sabotean para beneficio propio, como ocurrió con el hurto del cableado de la empresa de telecomunicaciones ETB”, señaló la fiscal del caso en la imputación de cargos.

En los videos recuperados por la agente encubierta se observa cómo los policías coordinan con habitantes de calle el hurto del cable telefónico, que luego lo queman para extraer el cobre y venderlo en chatarrerías. Los uniformados estaban pendientes de las quemas para exigir a los ladrones los pagos hasta de 19.000 pesos. Las imágenes dan vergüenza. Policías que en los vehículos institucionales escoltan y hasta guardan el cable hurtado, incluso las discusiones con los habitantes de calle por las quemas sin autorización y la repartija corrupta, que más parece una limosna que un soborno.

Liberar ladrones

Mientras los habitantes de calle terminaban en la cárcel con pruebas inventadas, a los verdaderos delincuentes, que eran capturados en almacenes de cadena como Alkosto y con tarjetas de crédito clonadas, les ofrecían la posibilidad de quedar en libertad a cambio de pagos que arrancaban en un millón de pesos.

Este capítulo corrupto de la banda del CAI también quedó en los videos recuperados por la agente encubierta. Cada vez que los policías recibían la orden de trasladarse al Alkosto de la carrera 30 con calle 11 para atender un caso, veían una oportunidad para exigir a los capturados grandes sumas de dinero y manipular los informes oficiales. Alteraban la evidencia y falseaban los datos para engañar a la Justicia y favorecer a los delincuentes.

Policía: Hábleme porque, ¿Cuánto tiene?

Capturada: Yo, la verdad, tengo un millón.

Policía: No, muy poquito. ¿Cuánto consigue? No me venga con uno, porque a lo bien no paga. ¿Los amigos suyos?

Capturada: Es que no me contestan

Policía: ¿No lo hizo con nadie más?

Capturada: No señor.

Policía: Bueno, al menos dos. Todos los días, en los turnos, cada policía involucrado en esta banda de delincuentes con uniforme se dedicaba a buscar la forma más simple y corrupta de sacarle provecho económico a su cargo.

Tenían acuerdos criminales con contrabandistas de San Andresito, ladrones en supermercados de cadena, habitantes de calle y traficantes de estupefacientes. En la localidad de Puente Aranda nada se movía sin la autorización de la banda del CAI. Los carros con contrabando, la venta de droga y el robo de cable telefónico.

La Fiscalía advirtió la vergüenza institucional y el tremendo daño a la confianza de los ciudadanos en las instituciones.

“Como representante del ente acusador, debo expresar mi más profunda preocupación en este actuar delictivo, el cual no se limita a la falta disciplinaria o a algún error de procedimiento, estamos ante una conducta que representa una afrenta directa al sistema de justicia penal, porque hay manipulación del proceso”, advirtió la fiscal del caso.

La Fiscalía estableció que los policías tenían una cuenta bancaria común que bautizaron “el Brujo”, en la que consignaban los sobornos y aterrizaban los pagos corruptos que se repartían al término del turno y en los camerinos de la estación de Puente Aranda.

La investigación que destapó el nido de corrupción dentro del CAI Gorgonzola –y que dejó una docena de policías capturados– entra en su segundo capítulo: los responsables de dar las órdenes están a punto de caer.