Investigación
Escándalo en el Ejército: la alianza entre un militar y Los Pachenca para traficar armas, municiones y cocaína. Hay 23 capturados
SEMANA revela un nuevo escándalo en el Ejército. Se investiga una red de tráfico de armas al servicio de los Pachenca, la temida estructura criminal que opera en la Sierra Nevada. También hacían negocios con el ELN.
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La investigación es contundente: el propósito era identificar y denunciar redes de militares en el Ejército que estuvieran trabajando con grupos criminales en el tráfico de armas, y el resultado terminó en un delicado caso de uniformados de batallones del Caribe que estarían sosteniendo una alianza con la mafia de los Pachenca.
Los militares estaban asignados al batallón de ingenieros de Valledupar y no eran novatos. Por el contrario, tienen amplia experiencia, como el caso del soldado Rendón (capturado por tráfico de armas), quien tiene una trayectoria de más de 15 años y está calificado como un experto en el manejo de munición.
Según la investigación judicial a la que tuvo acceso SEMANA, el soldado contactaba al ELN, a las disidencias de las Farc y a las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra (los Pachenca) para ofrecerles munición de categoría militar. Normalmente, lo que hacía el soldado, según las indagaciones de la Policía Judicial, era entregarle la munición al mejor postor.

Incluso, las pesquisas hicieron que se abriera otra línea de investigación al encontrarse con un detalle que dejó a los investigadores escandalizados, pues el militar, al parecer, también tenía sellada una sociedad delincuencial con el ELN para intercambiar municiones por cocaína.
Para el caso de los Pachenca, el soldado Rendón habría establecido contacto con alias el Veterano, quien servía como enlace con alias Pinocho, jefe máximo de la estructura criminal. Como sucede con los negocios mafiosos, el tercer involucrado sería el encargado de coordinar todo lo relacionado con el pago y la entrega del producto pactado.
Según la investigación, el militar aprovechaba el fácil acceso que tenía en los batallones de reentrenamiento y la cercanía con otros militares que estaban ubicados en los lugares donde se almacena el material de guerra para hacer la extracción de la munición y luego entregarla a los Pachenca.

De acuerdo con las pesquisas, el uniformado se robaba granadas de fragmentación, cintas para ametralladoras calibre 7.62, entre otras referencias de municiones. Sin embargo, al parecer, no actuaba solo.
La información obtenida por SEMANA señala que “se está identificando a los otros militares que le ayudaban al soldado a desviar el armamento”. Para la Policía Judicial, está claro que en los batallones existe una red que terminó vendiéndoles a los Pachenca municiones con las que el grupo criminal asesina a los propios militares.
“Se puede hablar de varios funcionarios (militares) implicados en esta actividad criminal”, indica la información. La investigación, desarrollada de manera conjunta entre la Policía, la Fiscalía y la Contrainteligencia Militar, estableció que el militar vendía a un precio de 10.000 pesos el cartucho calibre 5.56. Los mecanismos para realizar la transacción eran los mismos de las mafias. Se enviaban pruebas de fe de vida, que consistían en grabar videos con los fajos de billetes y la contraparte hacía lo mismo, pero con las municiones militares.

Con eso, comprador y vendedor sabían que el negocio era serio. Entre las labores investigativas, la Policía Judicial aseguró tener suficiente material probatorio contra el militar de apellido Rendón, alias el Viejo o Pinocho, y contra el Veterano por el delito de tráfico de armas de uso exclusivo de las Fuerzas Militares y concierto para delinquir. Sin embargo, al ver que el militar no les podía suministrar todo el material bélico que requerían, los Pachenca acudían a la compra de armamento extranjero.
Su carrera armamentista se debe a la guerra que sostienen contra el Clan del Golfo por las rutas de tráfico en la Sierra Nevada y en La Guajira. Para ello, alias el Veterano, quien fue capturado recientemente, contactaba a enlaces en Florida (Estados Unidos), con quienes acordaba enviar las armas utilizando la ruta Costa Rica, República Dominicana, Venezuela y Colombia.
Para lograr una operación exitosa, los Pachenca contaban con fichas en Maicao, de las cuales seis ya fueron capturadas. Realizaban la logística con sus contactos en Venezuela y con los lancheros encargados del transporte del armamento por las regiones de Nazareth y Uribia, donde era acopiado el material de guerra y luego entregado a la organización criminal.
Uno de los hechos que tienen como sustento los investigadores ocurrió en abril, cuando los Pachenca lograron una transacción en altamar de diez fusiles Barrett, de fabricación estadounidense, que sirven para derribar aeronaves, por media tonelada de cocaína.

La investigación determinó que las embarcaciones que salían cargadas con la cocaína desde Colombia eran las mismas que recibían el armamento para los Pachenca en República Dominicana. Este caso, nuevamente, encendió las alarmas entre las autoridades por el robustecimiento en armamento que están teniendo los grupos criminales.
Los Pachenca cuentan, por ejemplo, con fusiles R-15, pistolas Five Seven, conocidas como las ‘matapolicías’, AK-47, fusil Bushmaster, calibre 7.62, fusiles Barrett, entre otros. La línea investigativa por el tráfico de armas de los Pachenca terminó destapando una caja de Pandora.
Además de la alianza con militares colombianos, el trueque de cocaína por armas mostró que los enlaces en Maicao compraban fusiles a las Fuerzas Militares de Venezuela. Los agentes corruptos del vecino país están aprovechando, según las fuentes judiciales, el proceso de modernización de fusiles para vender los viejos.
“Se desvía el material de guerra de la Guardia Bolivariana Venezolana para enviarlo a Colombia”, se lee en el expediente. Fuentes policiales confirmaron que Venezuela se encuentra en un proceso de transición en el que se están reemplazando los fusiles Fal y los AK-47 por equipos más modernos o versiones mejoradas.
Para poder mantener vigente su stock de fusilería, los Pachenca contaban con un hombre experto en armas conocido como alias Mecánico, quien fue recientemente capturado. Este sujeto era el encargado, según la investigación, de mantener al día las municiones, hacerles mantenimiento a los fusiles y pistolas, e indicar los repuestos necesarios para las mismas.
Alianza con EL ELN
De regreso al caso del militar, la sorpresa fue mayor para los investigadores cuando se enteraron de que el uniformado también tenía una línea de negocio ilegal alterna con el ELN para el tráfico de cocaína, con rutas hacia Estados Unidos y Europa.

Uno de los casos que tratan de desenredar los investigadores es la relación de pagos que hacía el militar a sus superiores con el fin de que le otorgaran permisos para realizar desplazamientos hacia Aguachica, Cesar, región a la que llevaba municiones y armamento donde los intercambiaba por cocaína.
El militar, según la investigación, contaba con un depósito y una red con la que movía el alcaloide hacia el extranjero. Las indagaciones indican que la droga era almacenada en Valledupar y luego era llevada a la Alta Guajira. Ahí se indaga si se utilizaron vehículos militares para los desplazamientos. Al militar y a algunos de sus familiares, dice la investigación, les detectaron movimientos sospechosos de dinero, montos que no obedecen al salario de un militar. Estiman que el uniformado habría logrado recaudar unos 2.000 millones de pesos provenientes de su negocio ilegal de tráfico de municiones.
Según la información a la que accedió SEMANA, la suegra del militar movió en cuatro meses una cifra de 400 millones de pesos, monto que está siendo indagado por las autoridades judiciales para determinar si se trata de actividades ilícitas.
El caso de tráfico de armas de los Pachenca forma parte de una operación que lideró la Dijín de la Policía, en la que fueron capturadas 23 personas que conformaban, presuntamente, una red conocida como los Ware.
Ahora este proceso inicia una etapa definitiva de rastreo del dinero. Se indaga si los Ware usaron hoteles, billares y empresas de transporte, entre otros, para camuflar y lavar los dineros provenientes del tráfico de armas.