Nación
El papá de Lyan Hortúa fue miembro del clan del capo Diego Rastrojo. Lo apodaban el Mochacabezas por sus crueles crímenes
También fue conocido con el alias de Mascota y por haber generado una ola de violencia en el Valle. Sus víctimas eran decapitadas y desmembradas. Fue asesinado en el año 2013.

La historia del secuestro de Lyan Hortúa tuvo un giro radical este jueves 22 de mayo.
SEMANA reveló la trama de narcos, poder y dinero que existía detrás del cautiverio del pequeño niño de 11 años que había estremecido al país y que fue víctima de un cruce de cuentas entre lo más peligroso del hampa del Valle del Cauca.
Una vez en libertad, el tío y el padrastro del menor salieron a los medios a decir que se habían sentido abandonados por el Estado y que, agobiados por la desesperación por tener a Lyan en peligro, habían decidido pagar. Pero no todo era verdad.
SEMANA reveló cómo el secuestro de Lyan no había sido realizado exclusivamente por las disidencias Jaime Martínez que operan en la zona, sino que detrás del accionar de ese grupo criminal había mediado la orden de Diego Rastrojo.
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El capo tenía un pasado con el papá de Lyan. Se trata de José Leonardo Hortúa, un hombre que fue conocido como alias Mascota y que trabajaba de la mano con Rastrojo. Le solían llamar el Mochacabezas, por la crueldad de los crímenes que cometía el grupo y que incluían el desmembramiento de sus víctimas.

Hortúa había sido capturado en el año 2010, en una supuesta cumbre de la mafia en Pereira, pero había conseguido un año antes que le dieran casa por cárcel, con el argumento de una “enfermedad grave”. El diario El Tiempo registró en su momento que las autoridades habían elevado alertas por esa concesión, dado que “alias Mascota no solo era uno de los herederos de Los Rastrojos, sino que era uno de los hombres más cercanos a Diego Rastrojo, quien fue capturado en Venezuela y está a la espera de ser extraditado a EE. UU.”.
El diario agregó: “Para mantener el poder de la banda criminal en Tuluá, había desencadenado toda una ola de violencia en la región, en donde las víctimas eran decapitadas y desmembradas por la guerra entre los mismos Rastrojos”.
Se considera que Hortúa fue el padrino de un hombre que hoy aterroriza la región. Se trata de Andrés Marín, alias Pipe Tuluá. El hombre que le declaró la guerra al Estado con su plan pistola es hoy el cabecilla de la organización criminal conocida como La Inmaculada, y se encuentra recluido en el pabellón de extraditables de la cárcel La Picota en Bogotá. También fue muy cercano a alias Alacrán y a alias Guacamayo.

El papá de Lyan fue asesinado en Cali en el año 2013, antes del nacimiento del pequeño. Hortúa estaba en una cita odontológica en el barrio San Luis. Los sicarios ingresaron al lugar y le dispararon a sangre fría.
Fuentes de la Policía le narraron a SEMANA el origen de la rencilla que habría desembocado en el secuestro de Lyan. El papá del niño habría puesto propiedades y dinero a nombre de la mamá, Angie Bonilla, y Rastrojo las quería de vuelta.
Se calcula que la deuda, a ojos del capo, ascendía a 37 mil millones de pesos. No se ha confirmado con exactitud cuánto pagaron por el rescate del menor.

Sin embargo, sí se sabe que el niño no era el objetivo principal de las disidencias, sino que una vez llegaron a la casa, al no encontrar ni a la mamá ni al padrastro, decidieron llevárselo.
El hecho generó una enorme tensión en el Valle del Cauca, donde hacen presencia varios de los más peligrosos grupos armados. De acuerdo con las autoridades, los actores armados de ese departamento, así como los capos, habrían pedido respetar la vida del niño. Muchos de ellos conocieron al papá de Lyan y se creía que si algo le pasaba al menor, podría estallar una guerra en el Valle.

“Ellos le dijeron que no se podían meter, que lo único que podían hacer era velar por la vida del niño, pero la plata se debía pagar completa”, le dijo uno de los investigadores a SEMANA.
Este jueves fue asesinado en Cali el primo del padrastro de Lyan, quien fue clave en la entrega del dinero para recuperar al niño. Su nombre era Antonio Cuadros. Murió en el barrio Bretaña, mientras que la mujer que lo acompañaba, de 54 años, resultó herida.