Nación

“El magnicidio de Miguel Uribe Turbay sacude los cimientos emocionales de un país entero”

Colombia atraviesa un enorme dolor por el asesinato del líder político. Gaby Fuentes, tanatóloga y experta en el manejo del duelo, reflexiona sobre cómo puede transitar el país este momento.

Cristina Castro

Cristina Castro

Editora General

12 de agosto de 2025, 4:38 p. m.
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Miguel Uribe frente al féretro de su hijo, Miguel Uribe Turbay. | Foto: AFP

SEMANA: Colombia vive un dolor muy grande por la muerte de Miguel Uribe Turbay y muchas familias la consideran como una pérdida propia. ¿Existe el concepto de duelo colectivo?

Gaby Fuentes (G. F.): El duelo es el proceso que atraviesa el cerebro para entender, racionalizar y aceptar la pérdida de algo o alguien significativo de manera involuntaria.

El duelo colectivo es el proceso de luto y dolor compartido por un grupo de personas o una comunidad. Este fenómeno ocurre cuando un grupo de personas experimentan una pérdida que afecta de manera directa o indirecta, independientemente de la cercanía del caso. Es muy común verlo en situaciones particulares como desastres naturales, tragedias de impacto nacional, actos de violencia masiva o cuando hay figuras públicas.

El duelo colectivo puede manifestarse de distintas formas y por distintas razones. Es común ver expresiones públicas de dolor, duelo o luto; solidaridad y apoyo mutuo.

SEMANA: Ante un magnicidio, no solamente se vive un sentimiento de pérdida, sino también de impotencia y miedo ante la gravedad de los hechos. ¿Cómo puede tramitar un país este sentimiento?

G. F.: Ante un magnicidio, el duelo no solo es individual o familiar: se convierte en un duelo colectivo, que sacude los cimientos emocionales de un país entero. La pérdida de una figura pública en circunstancias violentas genera una mezcla compleja de emociones: tristeza, impotencia, miedo e indignación.

Tramitar estos sentimientos como sociedad requiere tiempo, conciencia y acciones que vayan más allá del impacto inicial.

El primer paso es reconocer el dolor colectivo. Validar que lo que sentimos como ciudadanos es legítimo. No minimizarlo, no evadirlo. La tristeza y el miedo son respuestas humanas ante hechos que vulneran nuestra sensación de seguridad y justicia.

Podría ser de utilidad crear rituales que honren su memoria. Los homenajes, los espacios de reflexión, no solo honran la vida que se perdió, sino que ayudan a resignificar el dolor. Estos actos permiten que el país se una desde la empatía y no desde el miedo.

También es fundamental transformar la impotencia en acción ética y colectiva. El duelo puede ser una fuerza movilizadora si se canaliza hacia el compromiso con la vida, la justicia y la no repetición. Esto implica exigir respuestas institucionales, fortalecer la cultura democrática, y promover el respeto por la diferencia.

Finalmente, enseñar a las nuevas generaciones que el dolor no es debilidad, que la memoria es resistencia y que el amor por la vida es el mayor acto político que podemos ejercer.

Transitar el duelo colectivo no es olvidar. Es recordar con propósito, sanar con conciencia y reconstruir con esperanza.

Funeral Miguel Uribe Turbay
Homenaje a Miguel Uribe Turbay en el Congreso. | Foto: Guillermo Torres - Semana

SEMANA: En el caso de Miguel Uribe Turbay, ha habido un centenar de noticias día a día, desde el momento del atentado. ¿Tanta información es sanadora o, por el contrario, es abrumadora?

G. F.: Como casi todo en la vida, puede tener un impacto tanto positivo como negativo. Por un lado, se puede crear una red de apoyo importante, una contención emocional sana (en algunos casos), se puede generar un sentimiento de comunidad y pertenencia. Se pueden conseguir recursos, organizar oraciones colectivas o medios necesarios en un menor tiempo, entre otros.

Sin embargo, existe una delgada línea en la que debemos intentar no caer, la cual sería el impacto negativo. Eso implica una invasión a la privacidad, especulación y generación de teorías que pueden dañar a personas, familias, comunidades o incluso instituciones. Sin mencionar la sobrecarga emocional constante y el impacto de la presión social.

Es difícil, aunque sumamente importante, encontrar un equilibrio y saber distinguir entre lo privado como un proceso personal y lo que nos “corresponde” como sociedad. En el momento en el que no representa una amenaza colectiva o social, debería de dejar de ser un caso público y se convierte en un escenario privado, en el que debemos respetar la privacidad, tanto del individuo, como de su círculo cercano o incluso de su comunidad.

SEMANA: El caso de Miguel Uribe Turbay también sucede en un contexto de enorme violencia verbal y de polarización política. ¿Cómo afecta a este proceso de duelo las redes sociales?

G. F.: El duelo, por naturaleza, es un proceso íntimo y profundamente humano. Sin embargo, cuando ocurre en un contexto de polarización política y violencia verbal, como el que rodea el caso de Miguel Uribe Turbay, las redes sociales pueden convertirse en un espacio que amplifica el dolor en lugar de aliviarlo.

Las plataformas digitales, si no se usan con responsabilidad, pueden interrumpir el proceso natural del duelo de las personas afectadas. La sobreexposición, los juicios apresurados, la desinformación y los discursos de odio generan un entorno hostil que dificulta la elaboración emocional de la pérdida. Para los familiares, ver cómo la figura de su ser querido se convierte en objeto de debate, ataque o manipulación puede ser profundamente hiriente y desestabilizador.

Homenaje póstumo en el Capitolio Nacional a Miguel Uribe Turbay
"El duelo necesita silencio, respeto y humanidad. Y en el mundo virtual, eso también es posible": Gaby Fuentes. | Foto: HELEN RAMÍREZ

Además, en contextos polarizados, las redes tienden a reducir la complejidad humana a etiquetas políticas, lo que deshumaniza a la persona fallecida y trivializa el dolor de quienes le sobreviven. Esto no solo afecta a la familia, sino también a la sociedad, que pierde la oportunidad de vivir un duelo colectivo desde la empatía y la reflexión.

Sin embargo, también es cierto que las redes pueden ser herramientas poderosas de memoria y contención, si se usan con sensibilidad. Mensajes de apoyo, homenajes sinceros, espacios de escucha y diálogo respetuoso pueden ayudar a reconstruir el tejido emocional de una comunidad herida.

Por eso, como tanatóloga, invito a que en momentos de dolor colectivo, practiquemos la prudencia digital. Antes de opinar, compartir o reaccionar, preguntémonos si nuestras palabras construyen o destruyen.

El duelo necesita silencio, respeto y humanidad. Y en el mundo virtual, eso también es posible.

Gaby Fuentes, tanatóloga
"Por eso, como tanatóloga, invito a que en momentos de dolor colectivo, practiquemos la prudencia digital": Gaby Fuentes. | Foto: Suministrada a SEMANA

SEMANA: ¿Hay alguna diferencia en términos del manejo de duelo en una muerte accidental o en una en la que hay tanta maldad y dolo como la de Miguel Uribe Turbay?

G. F.: Sí. En un duelo por una muerte accidental, normalmente se prolonga el sentimiento de shock y negación. La culpa, aunque se presenta en ambos casos, suele intensificarse. Dependiendo del accidente puede presentarse un estrés postraumático, especialmente si fueron testigos del accidente o estuvieron involucrados de cualquier forma. En este caso, solemos transitar nuestro dolor buscando una respuesta, como si el encontrar al responsable nos fuera a quitar el dolor o nos llenara el sentimiento del “haber cumplido”.

En un duelo por una muerte dolosa, el shock y la negación también existen, sin embargo, la ira y el resentimiento son las emociones que predominan, la sensación de injusticia puede intensificar el dolor y la tristeza. Cuando la muerte es consecuencia de violencia, es normal que el miedo y la ansiedad se presenten y usualmente nos distraen del duelo los procesos legales que nos interrumpen este proceso tan doloroso.

Bogotá. Agosto 11 de 2025. En el salón elíptico del Congreso de la República se reúne la familia, los amigos y allegados del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay para llevar a cabo la cámara ardiente y el homenaje a su trayectoria política
"El duelo suele vivirse en diferentes tiempos. Sería normal aferrarnos al pasado, sentir el dolor del presente y angustiarnos por el futuro". | Foto: SEMANA

SEMANA: Por cuenta de este magnicidio, hay mucho miedo entre los colombianos más jóvenes. ¿Cómo se habla de una muerte como esta con los niños y niñas?

G. F.: Hablar de la muerte con los niños puede ser un desafío para muchos, especialmente cuando los adultos responsables no están preparados para abordar el tema. Es fundamental conocer y respetar las creencias religiosas y los deseos de la familia.

Algunas recomendaciones para manejar la conversación son:

  • Ser honesto y claro. Usar un lenguaje sencillo y acorde a la edad. Es importante evitar eufemismos. Explicación clara y directa: recomiendo tres cosas. Decir que la persona murió, explicar de qué murió y lo que significa estar muerto.
  • Brindar seguridad y estabilidad. Manejar la ansiedad y el temor es fundamental. Sería normal que el niño experimente ansiedad y temor tanto a su propia muerte como a la de sus seres queridos, por lo que recomiendo brindar seguridad y estabilidad, explicando que nuestro cuerpo funciona y lo cuidamos lo mejor posible para que disfrutar la vida juntos.
  • Responder a sus preguntas. La manera y la tranquilidad con la que el adulto responda será la misma en la que el niño reciba el tema y se sienta cómodo en seguir preguntando.
  • Validar sus emociones. Cuando reconocemos las emociones, podemos trabajar en ellas, entender de dónde vienen, transitarlas para así poder soltarlas.
  • Involucrar a los niños en rituales y ceremonias de despedida. Es importante anticiparles lo que será normal encontrar y preguntar si desean participar.
  • El duelo suele vivirse en diferentes tiempos. Sería normal aferrarnos al pasado, sentir el dolor del presente y angustiarnos por el futuro. Es un proceso que requiere paciencia y comprensión.

SEMANA: La familia de Miguel Uribe Turbay ha sufrido episodios muy difíciles de violencia, y de hecho, la historia en cierto modo se repite. Hoy este magnicidio dejó a un niño pequeño sin su papá. ¿Cómo acompañarlos?

G. F.: La historia de la familia Uribe Turbay está marcada por heridas profundas que, lamentablemente, se reactivan con este nuevo episodio de violencia. Acompañarles en este momento exige una mirada compasiva, prudente y profundamente respetuosa del dolor que atraviesan.

Bogotá. Agosto 11 de 2025. En el salón elíptico del Congreso de la República se reúne la familia, los amigos y allegados del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay para llevar a cabo la cámara ardiente y el homenaje a su trayectoria política
"Acompañar a la familia de Miguel Uribe Turbay en este momento exige una mirada compasiva, prudente y profundamente respetuosa del dolor que atraviesan". | Foto: SEMANA

Ante una pérdida de esta magnitud, invito a la prudencia emocional. El duelo es uno de los procesos más complejos que puede vivir un ser humano, y cada persona lo transita de manera única. En este contexto, es fundamental practicar la autocontención, la empatía y el respeto por los tiempos y silencios de quienes están sufriendo.

Si se es parte cercana del círculo familiar, el acompañamiento puede expresarse en gestos concretos: estar disponibles, ofrecer ayuda práctica y, sobre todo, sostener con presencia afectiva. Sin embargo, si el vinculo es más distante o está mediado por compromisos sociales o políticos, es importante entender que no es necesario participar activamente en todo el proceso de duelo. A veces, el acto más generoso es ofrecer espacio, silencio y respeto.

El acompañamiento debe centrarse en el amor, la contención emocional, la prudencia y el reconocimiento del valor humano y trascendente de la vida. En medio del dolor, es posible sembrar propósito, rescatar enseñanzas y mantener viva la memoria desde un lugar de luz y significado.

Finalmente, acompañar a esta familia también implica reconocer el contexto social y político que rodea su pérdida. El dolor por un magnicidio no es únicamente íntimo: es también un duelo colectivo. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de no quedarnos en la conmoción, sino de transformar el dolor en compromiso. Cada vida que se apaga deja un vacío, pero también una tarea: la de construir un país donde el respeto por la vida sea un principio inquebrantable.