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El boom turístico de Medellín que alimenta la prostitución y la pedofilia
El auge del turismo en Medellín ha intensificado la prostitución y la explotación sexual infantil. La prohibición del trabajo sexual en áreas turísticas busca frenar esta problemática, pero enfrenta oposición de trabajadores sexuales.
Cada noche, un centenar de mujeres se instala sobre una de las principales avenidas de Medellín para ofrecer servicios sexuales. Otrora uno de los lugares más violentos del mundo, la ciudad colombiana vive un boom turístico que ha incrementado la prostitución y también la pedofilia.
Varios casos de menores explotados sexualmente por extranjeros han puesto el turismo sexual en la mira del gobierno local, que prohibió en abril la oferta y demanda de servicios sexuales en el turístico barrio El Poblado. “Las mujeres mueven el turismo aquí en Medellín porque los hombres vienen a Colombia a buscar mujeres y a drogarse”, dijo a la AFP Milena, una de las muchas trabajadoras sexuales que se para en la calle 10, desafiando el decreto de la autoridad local.
La prostitución es legal en Colombia. Si la restringen, el turismo “bajaría mucho”, asegura Milena, que oculta su identidad para no ser reconocida por familiares. En una noche gana entre 150 y 300 dólares, el equivalente al salario mínimo mensual.
Sin embargo, la oferta no se limita a mayores de edad. “La pedofilia en el mundo ve una opción de viajar acá y tener relaciones sexuales”, denuncia Jazmín Santa, miembro de la Mesa Intersectorial contra la Explotación Sexual de Niños y Niñas. La organización independiente registró 714 víctimas entre 2020 y 2022, basada en datos de la policía.
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La veda al trabajo sexual en un puñado de calles vino en respuesta al caso de Timothy Allan Livingston, un estadounidense de 36 años detenido tras ingresar a un hotel de El Poblado con dos niñas de 12 y 13 años. La noticia generó una ola de indignación agravada por la decisión de la policía de liberar a Livingston pocas horas después. La presidenta del sindicato de trabajadores y trabajadoras sexuales de Antioquia, Valery P.
Ramírez considera que la respuesta de la alcaldía es “punitivista e inconstitucional”, ya que “atenta contra el ejercicio libre y voluntario del trabajo sexual”. La organización estima que unos 1.500 mayores de edad se dedican a este oficio en el departamento del que Medellín es capital. Perseguirlos no es “solución al delito de la explotación sexual y comercial de niños y niñas”, reclama Ramírez.
La edad de consentimiento en Colombia es de 14 años. A veces los agresores aprovechan la “delgada línea entre el consentimiento y el pago por un servicio sexual” con un menor, que es un delito, explica Santa. Al menos una docena de extranjeros han sido detenidos este año por posibles casos de explotación sexual a menores en Medellín, según la policía.
Medellín se ha convertido en “un epicentro de los servicios sexuales en América Latina”, admite Jazmín Santa. En las calles ha encontrado mujeres que viajaron desde otros países para trabajar en la ciudad, también conocida como una “capital de las webcams” pornográficas. Pero en el amplio catálogo de servicios sexuales que un visitante encuentra en la calle o en línea, se camufla la “explotación sexual comercial” de menores de edad, alerta la investigadora.
A finales de abril, medios revelaron chats de Stefan Andrés Correa, un colombiano-estadounidense que habría negociado con una traficante sexual para violar a una menor de “10 u 11 años” a cambio de 150 dólares y un iPhone XS. Fue detenido en el aeropuerto de Miami antes de tomar un vuelo a Medellín.
Correa “había ingresado a Colombia en 45 oportunidades desde el 2022. Estos abusos en contra de nuestra niñez se vienen presentando con mucha intensidad durante años”, reclamó el alcalde Federico Gutiérrez. Gutiérrez propuso en marzo regular los arriendos cortos en aplicaciones como Airbnb para frenar la explotación sexual, pero reculó y llegó a un acuerdo con la plataforma para intercambiar información sobre extranjeros.
La alcaldía presenta la restricción como una manera de atacar “bandas criminales que están detrás de la prostitución” y “espantar” la demanda de servicios sexuales en esta área metropolitana de 3,9 millones de habitantes. “El turista en su gran mayoría no viene a buscar sexo (...) claro que tenemos algunos.
Mientras lo hagan legalmente nosotros desde la ciudad no podemos hacer nada”, explicó a la AFP el secretario de Turismo, José González. La secretaría estima que los visitantes aportan el 7% del PIB de la ciudad.
Adornada por esculturas del artista Fernando Botero y con uno de los sistemas de transporte más avanzados de América Latina, Medellín busca enfocarse en el “turismo de salud, deportivo y los nómadas digitales”.
Bajo el estigma, algunos turistas intentan desmarcarse. Carl Manz, un estadounidense de 33 años que visita Medellín para un torneo aficionado de fútbol americano, no ignora la prostitución que abunda a pocas calles de donde se hospeda. “Si esa es la cultura aquí, la respeto. Pero trato de mantenerme en mis asuntos”, explica.
*Con información de AFP