Investigación
Crónica de una masacre: SEMANA reconstruyó el despiadado ataque en el que murieron 13 policías en Amalfi. Algunos fallecieron mientras hablaban de sus hijos
SEMANA reconstruye el despiadado ataque de las disidencias de las Farc contra la Policía en Amalfi, Antioquia. Uniformados y familiares recuerdan las horas de terror.

“Los compañeros se nos fueron muriendo durante el día. Unos fallecieron mientras nos hablaban de sus hijos, otros solo nos daban la mano y se iban yendo”. Así comienza el testimonio de uno de los policías que sobrevivió al macabro atentado que ejecutó el frente 36 de las disidencias de las Farc en Amalfi, Antioquia, el pasado 21 de agosto, en el que perdieron la vida 13 uniformados.
Él y 18 hombres, además de las tripulaciones de dos helicópteros, se dirigieron hacia el nordeste del departamento para arrancar plantas de coca que le dejarían millonarias ganancias al grupo ilegal. A las 8:00 a. m. fueron llamados a la pista de despegue en Caucasia y sobre las 9:30 a. m. ya estaban cargando sus equipos para regar químicos y empezar con la maniobra en el terreno.
Las tareas fueron interrumpidas por una lluvia de balas que salieron de lo más alto de la montaña junto con drones cargados de explosivos. “Fue un horror. Nos disparaban de todos lados. No nos pudimos defender. Unos compañeros reaccionaron, otros se bloquearon”, agregó el sobreviviente. Todos sabían la amenaza que enfrentaban y tenían claro que podrían ser asesinados.

Una aeronave llegó al rescate y la ansiedad se apoderó de algunos uniformados por el afán de salir del sector. Cuando estaba a punto de aterrizar, cayó el helicóptero ante la mirada desolada de los testigos: “Yo estaba a 20 metros de distancia. En ese momento murieron cinco compañeros. No pudimos hacer nada”, agregó el policía. La segunda aeronave no pudo aterrizar.
Las víctimas quedaron a merced de los guerrilleros, que no tuvieron piedad y continuaron con el plan de matarlos, mientras sonreían y celebraban la tragedia en WhatsApp. Primero perdieron a cinco policías, luego se fueron contando los fallecidos con cuentagotas: “Nos atrincheramos sobre los cuerpos de nuestros compañeros fallecidos y seguíamos pendientes de los heridos”.
Los combates se extendieron hasta la medianoche, y el aturdimiento de las balas de los enemigos solo lo calmaban los sobrevuelos de los helicópteros de las Fuerzas Militares. Bajo las aeronaves estaban los uniformados clamando por ayuda y orando para superar la pesadilla: “Sentíamos mucho frío, estábamos atrincherados sobre los cuerpos, defendiéndonos”.
Cuando cayó la noche, los delincuentes no paraban de disparar. La atención de los sobrevivientes estaba puesta sobre sus compañeros que estaban agonizando y tratando de esquivar cualquier impacto de bala. En medio de la oscuridad, ocurrió un momento doloroso que marcó sus corazones: “Uno de ellos hablaba de sus hijas mientras iba muriendo”.

La vida pasó rápido en ese momento y muchos se fueron con el último recuerdo de amor, el de sus hijos, o de esta patria, por la que entregaron su alma.
Los últimos respiros de los fallecidos también estuvieron acompañados de abrazos, lágrimas y apretones de manos que jamás borrarán de sus mentes. Una despedida en medio del peor escenario: la guerra. Dos días después del ataque, el llanto se prolonga y se agotan las palabras para detallar el dolor que rompió sus corazones.
La madrugada fue de horror. Aunque los disidentes soltaron los fusiles sobre la medianoche y una tensa calma se vivió en la zona, el temor de que se encendiera nuevamente la confrontación los atormentó hasta que fueron evacuados en nuevos helicópteros hacia Caucasia, donde estuvieron a salvo. El silencio y las lágrimas volvieron a ser protagonistas.
En ese municipio pudieron conversar con sus familiares, quienes pasaron la noche en vela por no saber nada de sus seres queridos. En las llamadas, las explicaciones de lo ocurrido fueron interrumpidas por prolongados llantos, agradecimientos a Dios porque pudieron salvarse y un dolor profundo por el destino que tuvieron sus compañeros.

Con la muerte de estos uniformados, ya son 120 miembros de la fuerza pública asesinados en Colombia en lo que va corrido de 2025, uno de los años más violentos para las fuerzas militares y policiales.