ENTREVISTA
Carolina Deik habla con SEMANA de sus proyectos como primera dama de Bogotá y los ataques de Gustavo Petro a Galán. “Quiero sumar y no estorbar”
Carolina Deik cuenta detalles desconocidos de su vida como primera dama de Bogotá. Habla del encuentro de gestoras que lidera, de las redes sociales y de Gustavo Petro.


SEMANA: ¿Primera dama? ¿Gestora social? ¿Qué le gusta más?
Carolina Deik: A mí la mayoría me dice Carito, a veces me dicen doctora Deik. Como quieran está bien.
SEMANA: Le pregunto porque justamente usted está liderando un encuentro de gestoras. ¿Por qué convocar a las mujeres que ejercen su mismo liderazgo?
C.D.: La idea surgió a raíz de un encuentro que tuvimos hace como mes y medio, propiciado por Asocapitales, en el cual nos pidieron discutir acerca de lo que cada una creía que debería ser el rol de esto que denominan primera dama o gestora social. Muchas de las propuestas estaban más encaminadas hacia lo que, a mi juicio, son más programas distritales. Entonces, yo presenté como propuesta alternativa, en lugar de tratar de replicar los programas que ya están haciendo secretarías que existen y que están trabajando bien, cómo podemos mejor visibilizar nuestras regiones a través del trabajo que pueda hacer la gestora social. Además, llevar a toda esta empresa privada a promover y generar donaciones en favor de los territorios. Visibilizamos regiones, traemos oferta gastronómica, artesanal, cultural y turística. Entre muchas cosas, por ejemplo, vamos a hacer con Opain una feria de turismo en el aeropuerto El Dorado. Será la próxima semana en Bogotá.
SEMANA: ¿Cuál es el rol de una gestora social o primera dama?
C.D.: A mi juicio, hay confusión entre lo que realmente es una competencia que ninguna de nosotras tiene, porque no somos funcionarias públicas, no tenemos presupuesto a cargo, no podemos ejecutar programas del Distrito, y lo que realmente podemos hacer. Hay un proyecto de ley que quiere dejar a la primera dama como una funcionaria en la sombra, y no estoy de acuerdo con eso.

SEMANA: ¿Y cómo ha sido para usted estar en esa posición?
C.D.: Desde muy temprano, en el inicio del periodo de mi esposo, tuve esa disyuntiva, porque muchas personas sí esperaban que yo me involucrara mucho en lo que era la administración de él, teniendo en cuenta lo que había sido mi rol en las diferentes campañas. Entonces, creo que algunas personas esperaban que yo fuera como su mano derecha. Pero yo quise hacer algo diferente, algo que sumara, que agregara valor y que no estorbara también. Ese puede ser como el mantra de lo que puedo hacer: que no estorbe y que aporte. Me imagino que, si yo fuera secretaria de cualquier tema en Bogotá, no me gustaría tener una persona ahí opinando. Por eso, todo el diseño de programas a mi cargo ha estado más centrado hacia la articulación con el sector privado.
SEMANA: ¿Qué apuestas tiene?
C.D.: Estamos adelantando varias iniciativas. Una de ellas, Misión Nutrición Bogotá. Lo que hacemos es que, con toda la industria de alimentos, los operadores logísticos y empresas de transporte, generamos unas sinergias y trabajamos en los espacios donde todavía no ha llegado el Distrito. Algo parecido estamos haciendo con Tejidos Urbanos. Es una manera de poder agregar valor juntando y haciendo articulación con el sector privado, recogiendo donaciones de capital privado que quiere ayudar a mejorar los entornos urbanos de la ciudad. En Bogotá, todo el sector privado se ha puesto la 10, ha participado en todos los programas de manera decidida y desinteresada.

SEMANA: Le ha tocado vivir la experiencia de gobierno en un momento en que las redes sociales ocupan un papel muy preponderante. ¿Qué tanto le revuelcan la vida?
C.D.: Yo trato de no ver tantas redes sociales, tengo que confesarlo. Sigo algunos portales de noticias. Prefiero enterarme de los asuntos cuando son tan relevantes y están tan decantados que saltan a medios tradicionales. Entonces, prefiero que sean los periodistas los que hagan ese filtro para uno no contaminarse tanto con la desinformación.
Creo que esto es un uso más eficiente del tiempo primero, pero también de la energía y del optimismo. Me pasó en las campañas y uno se termina saturando. Siento que sí es un grave problema y que los medios cumplen un rol muy importante. Porque en las redes sociales, por los clics previos que hemos hecho, recibimos información parcializada. Si no somos conscientes de eso, solo vamos a reforzar nuestros propios prejuicios. También creo que es un problema porque genera mucho pesimismo, que no necesariamente es acorde con la realidad de lo que está pasando.
SEMANA: Sus hijos son menores de edad. ¿Los protege de esos relatos de redes en los que su familia a veces es protagonista?
C.D.: No sé si eso sea bueno o malo, pero yo a Julieta no la dejo ver Instagram, ni X ni nada de eso. Creo que no está preparada; ella tiene menos de 12 años y hay estudios que revelan los daños psicológicos que puede generar una exposición temprana a las redes sociales. Ella lo único que puede ver es Pinterest conmigo. Nos encanta este plan. Es un entorno que es protegido, que es seguro, y creo que no necesita más por ahora. Juampi, obviamente, todavía está muy chiquito.

SEMANA: ¿Qué le preocupa de esa exposición?
C.D.: Me preocupa la percepción que puedan tener de lo que se dice en redes. Hay un momento para cada cosa, ya tendrán toda su vida para sufrir con lo que dicen en las redes. Es mi posición personal y mi esposo la comparte. Entonces, decidimos hacerlo de esa manera. En Bogotá, al alcalde le atribuyen todos los males, porque es una ciudad muy grande, muy diversa, y porque absorbe los coletazos de las dinámicas nacionales, que no necesariamente están a cargo del alcalde. Estoy tratando de que, ojalá, cuando ella tenga su exposición completa, el papá ya haya salido de la Alcaldía. No sé si lo voy a lograr, porque me dice: “Ay, mami, mis amigas están en el grupo de no sé qué y yo no estoy”. Yo me hago la que no le paro bolas, pero no sé qué tanto se pueda postergar. Pero, entre más dilate la entrada a esa selva, mejor.
SEMANA: Uno de los seres más presentes en esa selva es el presidente Gustavo Petro. No solamente trina mucho, sino que lo hace muy seguido sobre el alcalde Galán. ¿Cómo reciben esas publicaciones?
C.D.: Creo que no es fácil; hay formas de gobernar. Él decidió tomar este camino. Me imagino que le llega directamente a su base, y es legítima y válida la forma como él decide tomar sus decisiones y comunicarlas a la ciudadanía. El grave problema, obviamente, es cuando tiene que ver con asuntos de Bogotá. Genera unas presiones y un debate anticipado que a veces hace que se apresuren cosas que de pronto necesitaban decantarse un poco más. Pero creo que es algo con lo que ya se sabe cómo se puede trabajar. A mí me parece que el equipo de la Alcaldía, los secretarios, por ejemplo, son muy técnicos, tienen mucha experiencia y pueden evitar la contaminación que se genera en esas conversaciones anticipadas.

SEMANA: ¿Qué le aconseja usted al alcalde en esos momentos? Últimamente, por ejemplo, han trinado bastante contra el metro.
C.D.: El metro está tan consolidado, tan estudiado y tan avanzado, con más del 50 por ciento de avance, que uno tampoco se tiene que preocupar por todos los debates que se puedan realizar. Creo que hay que atender las críticas cuando realmente tienen sustento. No creo que esos trinos comprometan ni la seguridad ni la continuidad de un proyecto que tiene personas a cargo con tanto bagaje. Yo trato de recordar esto todo el tiempo, lo que está por encima de la conversación. Creo que tanto mi esposo como su equipo están dispuestos a tomar algunas decisiones que temporalmente puedan verse como impopulares o que alguien quisiera presentarlas como tales, cuando tienen los estudios para determinar que esa es la mejor vía.
SEMANA: ¿Cómo espera que recuerden su trabajo de estos cuatro años cuando llegue el momento de dejarle ver redes a su hija?
C.D.: Creo que con cariño, con el mismo cariño que yo le meto a las cosas que hago. Me gustaría que recordaran el trabajo que hemos hecho de articulación con el sector privado. Creo que eso puede llevar no solamente a que los resultados sean verificables en territorio. De hecho, estamos viendo ya la disminución de los indicadores de prevalencia de inseguridad alimentaria en Bogotá. Tuvimos una caída histórica de 2023 a 2024, que pasó de 21,2 por ciento a 13,9 por ciento, algo muy por encima del promedio nacional. Si uno logra aportar en algo a ese gran propósito y la Alcaldía logra buenos resultados en cuatro años, es más de lo que pueda desear.