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Buenas noticias: la Universidad del Rosario permitió crear una fórmula para proteger la memoria de las abejas y otros polinizadores de insecticidas
Invención que acaba de ser patentada por la Oficina de Propiedad Intelectual del Reino Unido, siendo la primera patente internacional para la institución.
Las abejas que fueron alimentadas con esta fórmula mostraron una notable protección frente a los efectos perjudiciales de los insecticidas, ya que desarrollan protección en pocos días, lo que tendrá un impacto significativo en su supervivencia.
Este avance se convierte en una piedra angular para la conservación de las cerca de veinte mil especies de abejas que existen en el mundo, en particular de las especies domesticadas, dijo Andre Josafat Riveros, profesor de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad del Rosario, quien lideró la investigación.
El número de abejas y otros polinizadores ha venido disminuyendo en el planeta y muchas de estas especies están perdiendo sus capacidades de aprendizaje debido a los insecticidas de síntesis química.
Este invento es vital, dado que los polinizadores desempeñan un papel fundamental en el mantenimiento del equilibrio de los ecosistemas naturales y en la producción de alimentos para la humanidad.
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Parte de los resultados de la patente, que incluye alrededor de 8000 moléculas, fueron publicados en la revista Journal of Experimental Biology. La patente, otorgada por la Oficina de Propiedad Intelectual del Reino Unido, es el primer invento con protección de propiedad intelectual internacional.
Comenta Riveros que entre las alteraciones a los polinizadores por los insecticidas están la pérdida de memoria y dificultad de aprendizaje, la disminución de la capacidad para la toma de decisiones, la disminución de las habilidades motoras y la capacidad de enfrentar enfermedades.”
En otras palabras, es una abeja que no sabe dónde están las flores, que si llega a ellas tal vez no recuerde en qué lugar está la colmena, sin suficiente fuerza para moverse entre las flores de manera eficiente y que no se pueda defender si se encuentra con virus u otros patógenos”, dijo el investigador, al resaltar que “la fórmula
que desarrollamos disminuye esas alteraciones en las abejas y otros polinizadores”.
“Nuestros resultados muestran que estos suplementos, diseñados a partir de derivados de las plantas, ejercen un efecto protector sobre el comportamiento y directamente sobre algunas partes del cerebro de las abejas, o cual respalda el uso de estos para contrarrestar los efectos dañinos de los insecticidas”, comentó Riveros, biólogo y doctor en comportamiento y neurociencia.
El problema central radica en que los plaguicidas utilizados no distinguen entre insectos benéficos y dañinos. Las abejas, vitales para la polinización de una gran variedad de cultivos, se ven particularmente afectadas por esta situación. Según Riveros, “encontramos que las abejas no están tomando buenas decisiones, las abejas ya no están aprendiendo”.
Dos de los causantes de estas afecciones son el fipronil y el imidacloprid, neurotóxicos muy comunes en la agricultura. El fipronil induce hiperexcitación neuronal y provoca alteraciones motoras, así como la pérdida de la retención de la memoria en las abejas. Por su parte, el imidacloprid daña el aprendizaje, la memoria, el control motor y la sensibilidad sensorial de los polinizadores, incluso en concentraciones muy bajas.
Para contrarrestar estos efectos, los investigadores buscaron una solución para blindar a las abejas y centraron su atención en los flavonoides, una serie de metabolitos secundarios derivados de las plantas que poseen propiedades protectoras, antioxidantes y antiinflamatorias, entre otras.
“Hemos analizado que,si a estos metabolitos se les reconocen efectos fisiológicos de protección en humanos,también podrían transferirse a posibilidades de protección en las abejas”, explicó. Según los resultados de la investigación, las abejas alimentadas con una dieta rica en flavonoides mostraron una notable protección frente a los efectos perjudiciales de los plaguicidas.
El estudio se enfocó en dos especies de polinizadores: la abeja melífera, Apis mellifera, ampliamente conocida por el personaje de la abejita Maya, el polinizador manejado número uno en el mundo. Y las abejorras de la especie Bombus impatiens, el segundo polinizador manejado más importante en Norte América, que es muy cercano a Bombus terrestris, el segundo polinizador manejado en Europa.
Los flavonoides, convertidos en suplementos alimenticios, podrían ser una herramienta valiosa para reducir el impacto negativo de los plaguicidas en las poblaciones de abejas y en la seguridad alimentaria de la humanidad, comentó el investigador de la Universidad del Rosario.