Estados Unidos
Los 5 experimentos psicológicos más perturbadores realizados en EE. UU.: secretos oscuros que cambiarían su visión del ser humano
Los experimentos más oscuros de la psicología revelan hasta dónde llegó la ciencia en nombre del conocimiento, dejando víctimas y profundas lecciones éticas.

La psicología, en su afán por descifrar la mente humana, ha incursionado en prácticas que hoy resultan escalofriantes. Uno de los experimentos más perturbadores fue el de Little Albert, donde John B. Watson condicionó el miedo en un bebé, al asociar ruidos fuertes con la presencia de una rata blanca. El estudio terminó dejando secuelas éticas, por la falta de consentimiento y la posible angustia duradera del infante.
Otro caso emblemático es el Monster Study, llevado a cabo en 1939 por Wendell Johnson, donde 22 huérfanos fueron engañados con refuerzos negativos en torno a su habla. Varios desarrollaron problemas de autoestima y trastornos del habla, recibiendo una indemnización décadas después.
En el terreno de la obediencia, el experimento de Milgram demostró que personas comunes podían infligir supuestos choques eléctricos letales a otros bajo la orden de una figura de autoridad, poniendo en jaque los límites de la moral individual.

Por su parte, el Stanford Prison Experiment de Zimbardo exhibió cómo roles autoritarios pueden inducir comportamientos abusivos; estudiantes convertidos en “guardianes” sometieron a otros a cientos de humillaciones, lo que forzó la cancelación del experimento antes de lo planeado.
Fuera del ámbito universitario, el siniestro Proyecto MKUltra de la CIA buscó controlar la mente humana mediante LSD y otros fármacos sin el consentimiento de los sujetos. Documentos recientes e investigaciones periodísticas evidencian su carácter no ético y la manipulación a personas vulnerables.
Más allá de experiencias individuales, hay episodios que involucraron atrocidades médicas. En Guatemala, científicos norteamericanos infectaron deliberadamente con sífilis a cientos de personas sin tratamiento, incluidas comunidades marginadas, lo que se considera un crimen contra la humanidad. El gobierno de Estados Unidos se disculpó formalmente en 2010.

Así mismo, el estudio de sífilis de Tuskegee siguió a pacientes afroamericanos sin proporcionar tratamiento adecuado, provocando numerosas muertes y secuelas que llevaron a la reforma de normas éticas y la creación del informe Belmont.
Estos casos no solo definen momentos oscuros de la psicología sino que fueron fundamentales para instaurar una vigilancia ética en las investigaciones.
La exposición de estos abusos impulsó la creación de comités de ética, consentimiento informado obligatorio, y regulaciones como el Informe Belmont y la creación de oficinas como el OHRP para proteger a los participantes.
Hoy, la psicología reflexiona sobre estos episodios con una mirada crítica: si bien revelaron aspectos fascinantes de la mente humana, también cruzaron líneas que dejaron víctimas y cicatrices.
Así, estos eventos resultan necesarios para garantizar que la ciencia avance sin repetir los horrores del pasado, colocando siempre al ser humano por delante del descubrimiento.