Mundo
Las escalofriantes llamadas desde los centros de detención del ICE al 911
Llamadas de emergencia desde centros de detención del ICE revelan un patrón de negligencia médica, violencia y falta de protocolos adecuados en momentos críticos.
Durante los primeros seis meses de 2025, casi 400 llamadas al 911 desde diez de los centros de detención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) revelan emergencias críticas. Complicaciones de embarazo, convulsiones, heridas en la cabeza, intentos de suicidio e incluso agresiones sexuales, según una investigación de Wired.
Estas cifras reflejan un sistema al borde del colapso, incapaz de atender crisis sanitarias con la urgencia requerida.
Las llamadas responden a un patrón alarmante. Cerca de 50 emergencias cardiovasculares, 26 convulsiones, 17 traumatismos craneales y siete incidentes relacionados con autolesiones han sido documentados. Además, seis reportes incluyen denuncias de abuso sexual, en al menos un caso perpetrado por personal hacia detenidos.
La sobrepoblación y el aislamiento geográfico de las instalaciones empeoran la situación. En centros administrados por contratistas privados como CoreCivic y GEO Group, las condiciones precarias, ausencia de infraestructura médica adecuada, demoras, falta de personal agravan las crisis. Expertos y defensores sostienen que las acreditaciones no alcanzan a corregir fallas de fondo en la atención.
Lo más leído
Un caso emblemático ocurrió en Stewart Detention Center, Georgia. Rodney Taylor, doble amputado, sufrió graves lesiones tras caer: pasó hasta cuatro días sin recibir atención hospitalaria, según su prometida. La demora obligada para llamar al 911 evidencia incapacidad médica en sitio.
Otro incidente angustiante se registró en Aurora, Colorado, en octubre de 2022. Melvin Ángel Calero Mendoza colapsó en sus instalaciones. La confusión en la llamada, oficiales incapaces de proporcionar dirección exacta, falta de datos clínicos que derivó en una demora de siete minutos que precedió a su muerte por embolia pulmonar. Este episodio retrata no solo fallas sanitarias, sino operativas en emergencias.
Estas emergencias coinciden con un alarmante aumento de muertes en custodia. En junio, Johnny Noviello, ciudadano canadiense detenido en Miami, falleció luego de ser hallado inconsciente y con sangrado cerebral. ICE ejecutó un protocolo de reanimación y llamó al 911, pero el deceso fue certificado horas después. Noviello es al menos la octava muerte en custodia en 2025.
El crecimiento exponencial de plazas de detención intensifica las alarmas. ICE aumentó su capacidad de 41.000 a más de 100.000 camas mediante contratos directos sin licitación, especialmente con CoreCivic y GEO Group. Se proyecta que solo California albergará su mayor centro en prisión estatal cerrada, con diez millones de dólares iniciales en fondos.
Defensores advierten que estas expansiones, sumadas a las demoras médicas, podrían agravar la salud mental y física de internos. Organizaciones como Aclu indican que la atención es rutinariamente deficiente, demorada e insuficiente ante enfermedades graves, incluso neumonía y complicaciones obstétricas.
Según especialistas, el uso creciente de centros remotos bajo control privado y la falta de supervisión efectiva genera un entorno de riesgo sistémico. La insistencia de ICE en transferir casos medulares al 911 expone cómo la atención primaria colapsa tras años de aislamiento institucional.
