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Uruguay y su carrera contrarreloj para garantizar agua dulce en Montevideo en plena sequía

Una uruguaya cuenta que desde que empezó la crisis compra unos 40 litros de agua mineral por semana a un costo de unos 16 dólares, cerca de 66.000 pesos colombianos.

12 de julio de 2023
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Una uruguaya cuenta que desde que empezó la crisis, compra unos 40 litros de agua mineral por semana a un costo de unos 16 dólares, cerca de 66.000 pesos colombianos. | Foto: AP

Uruguay trabaja contrarreloj para canalizar agua dulce destinada a Montevideo, la zona más poblada del país, a través de la construcción exprés de tuberías y zanjas. En la zona, desde hace más de dos meses, el agua del grifo sale salada debido a una grave sequía.

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“Cuando te cepillas los dientes es horrible, se siente el agua salada, ¡es asquerosa!”, dice Isabel Moreira, una uruguaya residente en Montevideo. | Foto: AP

Infraestructura

En Paso Valdez, a unos 65 km al noroeste de Montevideo, el gobierno avanza en el tendido de 13,3 kilómetros de tuberías para trasvasar agua del río San José al Santa Lucía, sobre el que está la única planta que desde el siglo XIX abastece de agua a los 1,8 millones habitantes de la capital uruguaya y sus alrededores.

La empresa estatal OSE construye una presa y una estación de bombeo sobre el río San José para paliar el déficit hídrico que golpea la región desde hace más de tres años. El presidente Luis Lacalle Pou estimó el 19 de junio que los trabajos estarían finalizados en 30 días.

La urgencia es grande, ya que la principal reserva de agua dulce para la planta de Aguas Corrientes está casi agotada. El 11 de julio, en el embalse de Paso Severino que la alimenta solo quedaban 2,09 millones de metros cúbicos, apenas el 3,1% de su capacidad total, según el último reporte oficial.

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Una uruguaya cuenta que desde que empezó la crisis, compra unos 40 litros de agua mineral por semana a un costo de unos 16 dólares, cerca de 66.000 pesos colombianos. | Foto: AP

Agua salada

Ante la creciente escasez, OSE decidió construir la presa Belastiquí, un dique de emergencia para asegurar el flujo que llega a Aguas Corrientes desde la parte baja del río Santa Lucía, proveniente del estuario del Río de la Plata, que contiene agua salada del Atlántico.

Bajo el sol matinal, Victoria Ichazo, subgerenta de producción en Aguas Corrientes, señala las tres bombas que se agregaron a las tres que ya succionaban agua del bajo Santa Lucía. Antes no llegaba tan salada. Pero la sequía que afecta a toda la región también disminuyó el agua dulce que aportan al estuario los ríos Uruguay y Paraná.

Muy cerca de allí, se yergue elegante el edificio de la vieja usina a vapor de Aguas Corrientes.

La planta, que en 2018 celebró sus 150 años, estuvo desde 1879 hasta 1950 en manos de la compañía inglesa The Montevideo Waterworks Cº Ltda.

La última obra de infraestructura importante para aumentar las reservas de agua dulce para la zona capitalina se remonta a los años 1980, con la construcción de la represa de Paso Severino.

Límite diario

Montevideo y sus aledaños consumen unos 500.000 m³ de agua de OSE diarios.

El 4 de mayo, el Ministerio de Salud Pública autorizó una “excepción temporal” de los niveles máximos permitidos en el agua de OSE de hasta 440 mg/l de sodio y 720 mg/l de cloruros, por encima de la normativa que fija un tope de 200 mg/l y 250 mg/l, respectivamente.

“El agua que suministra OSE es segura, salvo para determinadas poblaciones”, tuiteó el martes la ministra de Salud Pública, Karina Rando, al recordar que se recomienda no tomar más de un litro diario si se tiene hipertensión arterial y evitarla en casos de enfermedad renal crónica, insuficiencia cardíaca, cirrosis y embarazo.

Agua embotellada

“Cuando te cepillas los dientes es horrible, se siente el agua salada, ¡es asquerosa!”, dice Isabel Moreira, mientras se prepara un mate con agua mineral en su casa en Montevideo.

Esta jubilada de 73 años se queja del impacto del agua salada en los termotanques y señala el de su cocina, que se le rompió esta semana, como le ha ocurrido a muchos montevideanos recientemente.

También deplora el golpe en su bolsillo: desde que empezó la crisis, compra unos 40 litros de agua mineral por semana a un costo de 600 pesos (unos 16 dólares, cerca de 66.000 pesos colombianos) que, al igual que sus vecinos, usa hasta para darle a las mascotas.

Desde principios de julio, el gobierno paga dos litros de agua embotellada por día a más de 500.000 personas vulnerables que residen en el área metropolitana. | Foto: getty images

En el Centro de Montevideo, Nicolás Pérez está a cargo de un comercio que aumentó fuertemente sus ventas de agua embotellada, exonerada de impuestos desde el mes pasado.

“Por persona se han llevado hasta ocho o doce (bidones de entre 6 y 10 litros). Después tenemos locales, restaurantes y algún hotel que se han llevado hasta 20″, cuenta.

Un cartel en el Ejido Bar busca dar tranquilidad a los clientes.

Desde el café hasta la pizza y el fainá, “la elaboración de todos los productos sale con agua mineral”, asegura el encargado, Federico Peinado.

En el Parque Batlle, el principal de la ciudad, el primer pozo perforado por OSE para extraer agua subterránea produce unos 30.000 litros por hora, que se distribuyen en camiones cisterna a los hospitales.

Desde principios de julio, el gobierno paga dos litros de agua embotellada por día a más de 500.000 personas vulnerables que residen en el área metropolitana.

Con información de AFP