Entrevista
“Petro es un apátrida. Ha tomado una actitud anticolombiana”: Juan Carlos Pinzón sobre la crisis con Estados Unidos
El exministro de Defensa y exembajador en Washington explicó el significado del llamado de consulta de los embajadores. “Lo más importante sería que el Gobierno regrese a la sensatez”, dice.

SEMANA: ¿Qué significa que el Gobierno de Estados Unidos haya llamado a consultas urgentes a su embajador, a su encargado de negocios? ¿Esto qué implica para las relaciones entre los dos países?
Juan Carlos Pinzón (J. C. P.): En el mundo diplomático, cuando un embajador es llamado por su gobierno a consultas, típicamente lo que eso refleja es una molestia del Gobierno que llama a su embajador a consultas. En la práctica, lo que aquí está pasando es que el Gobierno de Estados Unidos ha señalado y está mostrando que tiene muchas preocupaciones con el comportamiento del gobierno del presidente Petro.
Vienen en este provocaciones a Estados Unidos, alineación con el caso de Irán, por ejemplo, en los temas de terrorismo o de Venezuela; en el caso del tema del fraude, o menciones específicas muy preocupantes en contra del presidente Trump en su momento, hace unos meses, y más recientemente con el tema del narcotráfico, con los hechos en que han, en cierto sentido, tomado posturas agresivas contra congresistas de Estados Unidos, lo cual es inaceptable para ellos.
Y, por supuesto, el tema del narcotráfico sigue estando de por medio, más aún cuando recientemente el presidente Petro tuvo en una tarima a varios miembros de estructuras criminales. En fin, todo esto refleja molestia.
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SEMANA: ¿Qué significa el llamado del presidente Petro al embajador de Colombia en Washington?
J. C. P.: De parte del Gobierno de Colombia lo que hacen es, en cierto sentido, de forma recíproca, llamar al embajador para consultas y tratar de ponerse en una conversación de igual a igual, lo cual es falta de conocimiento estratégico, aunque hay que decir que mucho de lo que ve uno en Petro hoy es su intención de deteriorar la relación con Estados Unidos.

Cuando uno ve que esto es un hecho sistemático, ya no es un error, una equivocación o una confrontación casual, es aparentemente parte de un plan entre el deseo de alejar a Colombia de Estados Unidos como la improvisación permanente por la mala calidad de los funcionarios y de las personas que han sido responsables en la relación.
SEMANA: Cuando se habla de una crisis diplomática, ¿qué nivel de crisis es este? ¿Qué tan alta está?
J. C. P.: Cuando se llama a un embajador a consultas no necesariamente se está en el punto culminante, es una etapa en la que seguramente el Gobierno, en este caso de Estados Unidos, enviará mensajes de administración al Gobierno de Colombia, requiriendo ajustes en ciertos lenguajes, comportamientos o alineaciones que generen preocupación, no solo en la óptica de las relaciones internacionales con países antidemocráticos, sino también el tema de la lucha contra la criminalidad y cualquier alineación que se pueda estar dando en ese frente.
SEMANA: ¿Qué podría pasar?
J. C. P.: Por supuesto que estos temas pueden escalar más, el tema no termina solamente en una llamada a consultas, sino que puede derivar en unas notas de protesta; posteriormente, incluso en una suspensión de ciertas actividades, sanciones que pueden venir de un lado u otro, y en particular hasta el rompimiento o suspensión de relaciones. Esperemos que esto de ninguna manera pase, porque lo que está ocurriendo es que se está perjudicando al pueblo colombiano, que tiene una relación extensa.
El deber de los gobernantes es trabajar para el bien de su gente, de sus pueblos, no para lucirse personalmente o tener satisfacciones de orden ideológico para un segmento minúsculo de la población. Esto hay que trabajarlo para bien de los trabajadores, de los empresarios, de las familias, de los ciudadanos que trabajan en el interior, en fin, de toda la relación que con Estados Unidos es primordial en materia comercial, de inversión, de turismo, de seguridad nacional, de cooperación social, etc.

SEMANA: Se ha hablado de que Colombia está ad portas de una descertificación. ¿Qué piensa?
J. C. P.: Sin duda todo este escenario empeora la situación de Colombia en relación con la descertificación. La descertificación es una decisión de carácter administrativo, es una revisión que hace el Departamento de Estado cada año y lo hace en función de identificar la colaboración de un país en la lucha contra el narcotráfico. Por el crecimiento exponencial que ha venido teniendo la producción de cocaína y los cultivos de coca en el país, así como de otros delitos de grupos armados y la sensación de que el Gobierno de Colombia no los persigue, sino que está haciéndoles concesiones, pues todo esto, adicional a este ambiente diplomático, pone en mayor riesgo ese concepto de descertificación.
SEMANA: ¿Y ahí qué pasaría? ¿Cómo impacta la cooperación que históricamente ha recibido Colombia?
J. C. P.: Claro, ahora, la pregunta es: ¿qué viene en consecuencia de eso? Y aunque hoy no se sabe y hay que ser prudentes y no especular, pues la caja de herramientas que tiene Estados Unidos para esto pasa por quitar visas a funcionarios, eventualmente colocar aranceles adicionales a productos colombianos, poner restricciones al movimiento de ciudadanos, es decir, problemas para visados de trabajo, de estudio o de turismo; asimismo, sanciones financieras o incluso afectaciones a la cooperación que se hace para nuestras fuerzas militares de policía y la Rama Judicial.
Así que todos estos son factores delicados que hay que entrar a evaluar y que tendremos que trabajar muchos colombianos para separar el comportamiento, si se quiere, provocador e improvisado de la administración Petro respecto de los intereses de Colombia y la conveniencia del pueblo colombiano en general.
SEMANA: Usted mencionó los aranceles. ¿Esa decisión del Gobierno de Estados Unidos va a perjudicar, por ejemplo, el comercio bilateral? ¿Qué repercusiones económicas pueden venir?
J. C. P.: Insisto, especular en lo que pueda hacer Estados Unidos o no es un tema delicado y creo que hay que ser cuidadosos en no especular, en no crear un ambiente, si se quiere, de preocupación o pánico en los empresarios, o en la ciudadanía o en —básicamente— la población colombiana. Pero es indudable que hoy Estados Unidos cuenta con más herramientas que pueden ser utilizadas para afectar los intereses de Colombia, lo cual obviamente es preocupante.

Por eso es tan importante tener claridad en que el pueblo colombiano tiene una relación histórica, amistosa, con Estados Unidos y que, como lo han dicho incluso algunos congresistas americanos, una cosa es el Gobierno y otra cosa es el pueblo colombiano, y los intereses que hay en que Colombia hacia adelante pueda avanzar. Este es un tema muy importante.
SEMANA: ¿Y qué camino podría tener Colombia para tratar de recuperar esa relación y no profundizar más esas diferencias con su principal socio comercial?
J. C. P.: Pues lo más importante sería que el Gobierno regrese a la sensatez y a manejar los intereses nacionales por encima de la conveniencia ideológica y política del gobierno, y sus intereses electorales y de tensión política que se viven en Colombia. Yo insisto, noto que es una estrategia de romper la relación y, por el otro lado, un comportamiento bastante improvisado por la ausencia de funcionarios con la trayectoria, la altura y la reputación necesaria.
Dicho esto, pues lo ideal sería que el Gobierno entrara en sensatez, pensara en esos intereses y de esa manera pudiéramos avanzar, avanzar bien y poco a poco, a partir del uso de la diplomacia, restablecer los vínculos y las buenas relaciones históricas.
SEMANA: Si no hay sensatez en el Gobierno Petro, ¿qué se puede hacer?
J. C. P.: Como eso se ve tan poco probable por la actitud que ha tenido el Gobierno, insisto, de provocación permanente, tengo la impresión que vamos a tener muchos colombianos que estar trabajando y hablando con autoridades de Estados Unidos de distinto nivel, con miembros del Congreso, para reiterar el valor que tiene la relación de Colombia, de los colombianos, y a partir de allí tratar de que el impacto de este tipo de crisis sea el menor posible mientras se da un cambio de gobierno en el país, que es realmente un tema fundamental.
Se necesita un gobierno que quiera a Colombia, que sea patriota. El comportamiento que a veces uno siente cuando se impone la ideología es casi que anticolombiano y antipatriótico. Yo sí creo que el Gobierno de Colombia hoy ha tomado esa postura en lugar de estar en la defensa patriótica del país, de los intereses de los colombianos, del bienestar de nuestra gente. Creo que habrá que usar las buenas relaciones y los buenos oficios de muchos colombianos para tratar que estos impactos ojalá sean los menos negativos para la ciudadanía.
SEMANA: ¿Qué debería pensar el país de cara a 2026?
J. C. P.: Tendrá que haber una gran agenda en el gobierno de 2026, que tenga un gobierno con autoridad, credibilidad internacional, reputación. Esto no lo van a arreglar personas que no conocen o que no tienen realmente acceso o que simplemente tienen la posibilidad de unas fotos, pero no la de hablar con las agencias, con las autoridades y hacer una planeación estratégica en materia de relaciones internacionales, en una era de una geopolítica tan compleja y tan intensa en el mundo entero. Petro es un apátrida. Su administración ha tomado una actitud anticolombiana, en contra del pueblo colombiano, de la población y el bien común en Colombia, de los trabajadores, de los empresarios, de los turistas, de las familias, de los ciudadanos que trabajan. Y esto es algo que debe tener muy claro la sociedad colombiana hoy en día. Solo les importa su ideología, no les importa Colombia.