ESPAÑA

Pedro Sánchez: presidente por dos votos

Por dos votos de diferencia, Pedro Sánchez logró conformar el primer Gobierno de coalición de la democracia española. La tendrá difícil. ¿Podrá gobernar con los apoyos de la extrema izquierda y del independentismo catalán?

11 de enero de 2020
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias pudieron gobernar juntos desde 2016. Pero Iglesias se negó a establecer pactos con el PSOE. Desde entonces hubo cuatro elecciones. En ninguna pudieron formar gobierno. | Foto: FotoS: GETTY IMAGES

El nuevo presidente del Gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, tuvo que batallar durante cuatro años, con dos investiduras fallidas y con cuatro citas con las urnas, para conseguir al fin formar un gobierno del PSOE, esta vez en coalición con Unidas Podemos. Se trata del primer gobierno de coalición en los 42 años de democracia en España.

“Ha sido rápido, simple y sin dolor; el dolor viene después”, le dijo en broma el rey Felipe VI a Sánchez tras el acto de toma de posesión. Se refería a la brevedad de esta ceremonia del miércoles, frente al largo camino que tuvo que recorrer Sánchez hasta su elección parlamentaria y su investidura. Pero las palabras del rey marcan el futuro de este nuevo Gobierno de coalición que no cuenta con la mayoría parlamentaria suficiente para legislar sin tropiezos.

“Este triunfo por escaso margen del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidas Podemos es un éxito de la política, que en esencia es el arte de la negociación para llegar a acuerdos. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias (líder de Unidas Podemos) terminaron a la fuerza por comprender, después de años de sufrimiento, que solo un Gobierno de coalición era el mejor camino para la gobernabilidad de una España con cuatro partidos fuertes y ninguno de ellos con opciones de ganar por mayoría absoluta”, dijo a SEMANA el politólogo Pablo Simón de la Universidad Carlos III de Madrid. “Solo los Gobiernos compartidos, de coalición, y con alianzas de dos o más partidos son viables en este nuevo escenario político”.

Los pactos fallidos

Sánchez e Iglesias pudieron gobernar juntos en 2016, pero Iglesias y su partido de izquierdas se negaron a establecer pactos con el PSOE. En aquel momento, Iglesias acababa de irrumpir con fuerza en el parlamento, se mostraba como alternativa a la “casta” del PSOE y esperaba superar a los socialistas en las siguientes elecciones. Así, Sánchez sufrió su primer fracaso para convertirse en presidente y esto forzó nuevos comicios en junio de 2016. Entonces el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, logró la presidencia de gobierno con el respaldo del partido conservador Ciudadanos.

El calvario de Pedro Sánchez comenzó en ese instante. Ante los malos resultados en las urnas y varias pugnas regionales por el poder, sus opositores dentro del PSOE le dieron un golpe y lo forzaron a dimitir en octubre de 2016. Una entidad gestora se hizo cargo del partido y convocó elecciones internas en marzo de 2017 para escoger al nuevo secretario general del PSOE. Todos daban como segura ganadora a Susana Díaz, la líder en Andalucía, pero Sánchez no dio su brazo a torcer. Visitó uno a uno los enclaves de la militancia en el país y, contra todo pronóstico, ganó de nuevo el cargo de secretario general, esta vez con apoyos en las regiones, lo que le permitió hacerse más fuerte y arrinconar a sus detractores.

Tras ganar la contienda interna, Sánchez y el PSOE apoyaron al Gobierno de Rajoy al aplicar el Artículo 155 para tomar el control gubernamental de Cataluña, soliviantada por los partidos independentistas que dominaban el parlamento regional. Varios funcionarios separatistas terminaron en la cárcel y otros huyeron del país, entre ellos el entonces presidente de Cataluña, Carles Puigdemont.

Esto agravó las relaciones entre Barcelona y Madrid, y terminó de polarizar a la ciudadanía catalana y a la sociedad española, a favor y en contra de la independencia de Cataluña. Como consecuencia de esta polarización, los partidos independentistas catalanes ganaron poder regional y, en el ámbito nacional, los partidos con discursos nacionalistas y antiseparatistas experimentaron un auge sin precedentes en la democracia, especialmente el partido ultraderechista Vox, de corte neofranquista.

Los partidos de derecha, en especial el extremista Vox, liderado por Santiago Abascal, aseguran que Sánchez le vendió el alma a los independentistas de Cataluña para “romper España”. De hecho, el político Oriol Junqueras, que debía cumplir 13 años de cárcel, fue clave en ese apoyo.  

Durante aquel periodo, Sánchez lideraba la oposición lo mejor que podía, y nada auguraba que pudiera vencer a Rajoy y al Partido Popular (PP). Pero en mayo de 2018 tuvo su gran oportunidad, cuando los tribunales declararon culpable de financiación ilegal al PP. Desde el principio el Partido Popular torpedeó el juicio, e incluso logró expulsar de la rama judicial al juez Baltasar Garzón, que lo había iniciado. Lo llamativo del caso era que, a pesar de la corrupción interna demostrada del PP, sus votantes siguieron fieles y Rajoy esperaba terminar su mandato sin problemas.

No obstante, Sánchez interpuso en el parlamento una moción de censura contra Rajoy, y lo que parecía una pataleta de los socialistas pronto se convirtió en un hito de la democracia española. Sánchez logró expulsar de la Moncloa a Rajoy por la corrupción del PP, en la primera moción de censura exitosa en la historia democrática de España.

Sánchez asumió como presidente del Gobierno en junio de 2018 y se dispuso a gobernar en minoría. Pero al no poder aprobar sus presupuestos para 2019 en el parlamento, se vio forzado a convocar elecciones en abril de ese año. En esos comicios el PSOE se convirtió en el partido con más votos, pero no contaba con los suficientes respaldos para gobernar. Esta fue la segunda oportunidad que Sánchez e Iglesias tuvieron para formar una coalición de gobierno. Sin embargo, la desconfianza mutua y los movimientos de otros partidos hicieron inviable la investidura de Sánchez, que tuvo que convocar nuevas elecciones el 10 de noviembre de 2019.

El tándem Sánchez-Iglesias promete mejoras sociales y salariales a los más pobres, aumento de impuestos a las rentas altas, nueva reforma educativa y políticas sólidas para el cambio climático.

En los últimos comicios el PSOE se revalidó como la fuerza más votada, pero solo entonces, tras dos investiduras fallidas y cuatro elecciones, al fin Sánchez e Iglesias llegaron a un acuerdo de gobierno compartido, el primero en la democracia española. Iglesias resultó decisivo para sacar adelante este nuevo Gobierno de Sánchez por sus buenas relaciones con los partidos independentistas catalanes y vascos, cuyos votos inclinaron la balanza a favor de Sánchez por una diferencia de solo dos.

El líder del PSOE consiguió la investidura con la votación más estrecha de la historia reciente del país, con el aval de 167 parlamentarios: PSOE (120 escaños), Unidas Podemos (35), PNV (6), Más País-Compromís (3), Nueva Canarias (1), BNG (1) y Teruel Existe (1). Votaron en contra 165 parlamentarios, especialmente del PP, de Ciudadanos y del neofranquista Vox. Pero resultó fundamental para el triunfo de Sánchez e Iglesias la abstención de los partidos nacionalistas ERC de Cataluña y EH Bildu del País Vasco.

“Los partidos de derecha culpan a Sánchez de haberse unido a los independentistas para ‘romper España’, pero es un hecho que este será uno de los ejes de gobierno más delicados de gestionar. Con solo dos votos de diferencia a favor en el parlamento, Sánchez e Iglesias no tienen la garantía de que puedan aprobar su presupuesto. Pero la ciudadanía sí espera de ellos una reducción de los enfrentamientos en Cataluña y el País Vasco”, dijo a SEMANA el politólogo Antón Losada, de la Universidad de Santiago de Compostela.

El nuevo Gobierno de España se estrena con cuatro vicepresidencias, una de ellas a cargo de Pablo Iglesias, y 20 ministerios. El tándem Sánchez-Iglesias promete mejoras sociales y salariales a los más pobres, aumento de impuestos a las rentas altas, nueva reforma educativa y políticas sólidas para el cambio climático. Falta ver si les dejan sacar adelante las nuevas políticas los partidos de derecha, PP, Vox y Ciudadanos, y los grupos independentistas que permitieron echar a Rajoy de la Moncloa con la moción de censura y que ahora han consentido la investidura de Sánchez.

Pedro Sánchez fue el primer presidente del Gobierno español que juró su cargo sin apelar al crucifijo y la Biblia, sino sobre la Constitución. España estrena el primer Gobierno de coalición de su democracia moderna, en una Europa donde los Gobiernos de coalición llevan años a la orden del día.