BIELORRUSIA
Las mujeres que enfrentarán a Aleksandr Lukashenko, el último dictador de Europa
Tres mujeres recogieron las banderas contra el presidente bielorruso, que ha llevado a su país al terreno del autoritarismo más duro. Esperan ganarle para que los líderes encarcelados tomen el timón.
Bielorrusia, enclavada entre Polonia y Rusia, solo vivió una esperanza democrática cuando declaró su independencia, que sobrevivió un año, entre 1918 y 1919. Porque en su segunda oportunidad, a partir de 1994, ha estado en manos de un dictador de estirpe estalinista, cuyos procedimientos hacen palidecer a Vladímir Putin.
Tres mujeres desafiarán en las próximas elecciones del 9 de agosto al apodado último dictador de Europa. Se trata de Svetlana Tikhanovskaya, Maria Kolesnikova y Veronika Tsepkalo. Antes de unirse, todas habían permanecido en la trasescena del activismo de oposición.
La hoy candidata es la esposa del famoso youtuber opositor Sergey Tikhanovsky, quien se iba a postular a la presidencia cuando la policía lo arrestó a finales de mayo. En una escena absolutamente insólita en el pasado, miles de seguidores lo habían acompañado en la plaza pública e, incluso, hacían largas filas para sumar sus firmas. La policía lo acusa de violar el orden público y agredir a un uniformado, ‘delitos’ castigados con tres años de cárcel. Ante el arresto, Svetlana decidió asumir la candidatura.
Maria Kolesnikova era la coordinadora de campaña del candidato opositor Viktor Babariko, un exbanquero detenido el 18 de junio por supuesto lavado de dinero, evasión tributaria y corrupción. Por su parte, Veronika Tsepkalo es la esposa de Valery Tsepkalo, un exembajador en Estados Unidos que también, a inicios de año, decidió lanzarse. Sin embargo, el órgano electoral lo descalificó porque supuestamente más del 50 por ciento de sus firmas no eran válidas. En las últimas semanas huyó a Moscú con sus hijos por miedo a que lo detuvieran.
Los tres pintaban como los opositores más fuertes de Lukashenko, que opta por su sexto mandato. Organizaciones de derechos humanos consideran persecución política las acciones en su contra. Usualmente, en las elecciones anteriores cualquier intento de oposición a estas alturas estaría más que cancelado; pero estas mujeres, conscientes de que nunca antes alguien había llegado tan lejos, decidieron unir fuerzas por Svetlana Tikhanovskaya.
Alexandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia, opta este año por su sexto mandato.
Miles en las calles las apoyan. Aisha Jung, responsable en Bielorrusia de Amnistía Internacional, dijo a SEMANA que “la movilización contra el presidente no tiene precedentes. Desde la capital hasta pequeños pueblos, las personas están saliendo a apoyar candidatos de oposición”. El Gobierno ha respondido con represión. Según el Centro de Derechos Humanos Viasna, desde el inicio de la campaña han detenido o multado a cerca de 600 personas por participar.
El momento parece esperanzador, pero nadie espera que Lukashenko suelte el poder. Lo asumió en 1994, como primer presidente de la República de Bielorrusia tras el desmembramiento de la Unión Soviética. Desde entonces ha ganado las elecciones con más o menos el 80 por ciento de los votos, una cifra que solo sacan los dictadores.
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Piotr Rudkouski, director del Belarusian Institute for Strategic Studies, dijo a SEMANA: “Si nada extraordinario pasa, podemos esperar que el 10 de agosto el Comité Central Electoral anuncie que Lukashenko ganó con el 75 o 80 por ciento de aprobación”. Sin embargo, destaca que los resultados reales de los comicios serán otros. “Según encuestas realizadas en internet, una hecha por la Academia de Ciencias de Bielorrusia, el apoyo al presidente está entre el 5 y el 25 por ciento”, señaló.
Lukashenko es cada vez más impopular. La población, que en un momento lo apoyó, está cansada del estancamiento, la represión y del temperamento del gobernante. Para el mandatario, la covid-19 se puede evitar con vodka y saunas. Mientras tanto, el país, de 9,5 millones de habitantes, tiene casi 68.000 casos positivos.
Las tres mujeres han logrado movilizar sectores que por muchos años no habían participado en política. Sus vidas y la manera en que entraron a la carrera presidencial representan a los outsiders que han decidido levantar su voz. Ellas no tienen un plan de gobierno, pero prometen que liberarán a los presos políticos y convocarán inmediatamente a elecciones libres y justas. Así, los candidatos que representan podrían participar. Parece un sueño, al menos por ahora.