Luis Alberto Moreno habla de lo que viene para Colombia con Donald Trump: “A Gustavo Petro no le interesa mucho la relación con Estados Unidos”

SEMANA: Usted ha dicho que ve muchas sombras para Colombia con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. ¿A qué se refiere?

Luis Alberto Moreno: Me refiero a que por muchos años ha existido una gran alineación entre lo que venía haciendo Colombia con Estados Unidos en cooperación en un sinnúmero de áreas, en narcotráfico, en justicia, en derechos humanos, en extradición, en desarrollo rural, y, por cuenta de eso, Colombia ha avanzado con éxito en muchos de esos temas. Siempre se tuvo una cooperación bipartidista en Estados Unidos, a tal punto que nuestro país sigue siendo quizás el principal receptor de cooperación. ¿Por qué creo que hay sombras? Porque hay elementos nuevos como la migración ilegal. Colombia ha recibido muchísimos venezolanos, pero es un país de tránsito fundamentalmente. Vimos los números enormes de personas que pasaban por el tapón del Darién en camino a la frontera sur de Estados Unidos. La migración y la inflación son los dos grandes temas que los americanos tenían muy presentes en las elecciones. Lo otro es que Colombia no había tenido en muchísimos años un Gobierno de izquierda.

SEMANA: ¿Y eso qué implica?

L.M.: El Gobierno Biden fue respetuoso de esa decisión democrática de los colombianos. Pero el presidente Petro, desde su primer discurso en la ONU, fue crítico de Estados Unidos. También lo ha sido en sus trinos. El Gobierno Biden fue paciente para entender las diferencias, pero esto ha generado ruido. Trump tiene un estilo distinto para manejar esas diferencias. Yo sé que el presidente Petro esperaba que lo invitaran a la posesión. Sin embargo, este tipo de comentarios no ayudan. De América Latina, Trump solo invitó a Nayib Bukele, Javier Milei y Edmundo González. Lo paradójico, para mi gusto, es que Colombia tendría enormes posibilidades con un Gobierno más proclive a desarrollar oportunidades.

SEMANA: ¿Oportunidades cómo cuáles?

L.M.: Sobre todo en el área económica. Colombia le compra a Estados Unidos más de lo que le vende. El caso de Canadá y México es contrario. Trump ha amenazado con aumentar los aranceles de ambos países en un 25 por ciento, y con México ha sido muy claro en la necesidad de resolver los asuntos de narcotráfico y de migración ilegal. Y esos mismos temas los tiene Colombia. Pero lo único que se ve desde la distancia es que el Gobierno del presidente Petro ha manejado un discurso contencioso con el sector privado. No es un Gobierno que le interese su desarrollo, ni mover las exportaciones.

SEMANA: ¿Y cuál sería el camino entonces?

L.M.: Un país del tamaño de Colombia, si quiere crecer de verdad, tiene que pensar en cómo hacer un comercio exterior mucho más grande. Nosotros tenemos un lote donde estamos muy bien ubicados en el Atlántico y en el Pacífico, y unas capacidades enormes, pero nada de eso se ha desarrollado, en parte porque aquí hay unos elementos de confianza que no se han creado. Todo lo contrario, se ha aumentado la desconfianza y, en virtud de esta, hay una caída de la inversión, que se ve en las cifras. Yo creo que en alguna medida la alineación con Estados Unidos se ha quebrado.

SEMANA: La hostilidad entre Trump y Petro ha sido inédita. A Petro le han dicho castrochavista y terrorista, y a Trump no lo baja de loser. ¿Eso en qué se va a traducir?

L.M.: Todos esos epítetos terminan haciendo mella, porque finalmente es la postura del jefe de Estado de un país. En Colombia, por lo menos, ese es el diálogo que mantiene el presidente todo el día. Le gusta la pelea y le gusta estar diciendo todo este tipo de cosas por las redes sociales.

SEMANA: ¿Qué consejos le daría usted al presidente Gustavo Petro?

L.M.: Soy muy mal consejero para el presidente Petro. Yo pienso que de golpe no le interesa mucho la relación con Estados Unidos.

SEMANA: ¿Colombia puede perder la cooperación que recibe de Estados Unidos?

L.M.: El Gobierno Trump está muy enfocado en reducir el déficit público. El balance de Estados Unidos es uno, en el cual hay un déficit fiscal alto y hay un endeudamiento alto, y eso no es sostenible en el tiempo. Por eso han designado a Elon Musk, para que lidere todo un esfuerzo de desregulación, acompañado de un esfuerzo de reducción del gasto. Cada cifra ahí va a ser vista con lupa, y si el Gobierno del presidente Trump considera que esa ayuda que le está dando a Colombia no se justifica, pues se va a perder, y conseguirla otra vez es imposible.

Yo llegué a Washington en una época muy diferente. El presidente Clinton tenía un superávit fiscal. Sin embargo, la ayuda colombiana no pasaba de los 6 millones de dólares. En el primer año de gobierno del presidente Pastrana, esa ayuda subió a 1.200 millones de dólares, en el arranque del Plan Colombia. Esa cifra ha cambiado y bajado a la mitad con los años, pero siempre se ha mantenido en esos niveles. La ayuda a Centroamérica escasamente llega a una suma igual a la de Colombia.

SEMANA: ¿Existe un riesgo real de que se renegocie el TLC?

L.M.: Ninguna posibilidad. Cualquier ajuste que haga el Gobierno de Estados Unidos con un país, implica que decenas más se sienten con derecho de hacer lo mismo. Además, en el Congreso de Estados Unidos se venció el fast track que permitía una votación más expedita y en bloque. Al no tenerlo, eso supone un paso por el Congreso en votaciones que deben ser capítulo por capítulo, algo políticamente imposible.

SEMANA: Con todos los líos que hay en el mundo, ¿Colombia sí es un país que va a ser relevante para Trump?

L.M.: Nunca se había tenido un secretario de Estado como Marco Rubio, que es un gran conocedor de América Latina. Su esposa es, incluso, hija de padres colombianos. Con él, la agenda de la región va a ser muy potente, y creo que en ese sentido va a importar mucho lo que pase, no tanto ahora en Colombia, sino en el futuro. Seguramente se van a concentrar más en el Gobierno que viene que en el de Petro.

SEMANA: ¿Usted es de los que creen que el mundo se reconfigurará a partir de este lunes?

L.M.: Vienen muchos cambios por delante, viene un Gobierno americano muy asertivo, con una situación económica muy fuerte. La elección del presidente Trump en alguna medida despertó lo que llaman los economistas, los espíritus animales de la economía: yo veo a mucha gente queriendo invertir más y hacer más.

Las encuestas de los principales ejecutivos de Estados Unidos que veían una situación difícil hoy son mucho más optimistas. Va a ser una economía que, seguramente, al igual que lo hizo en su primer mandato, se va a encargar más de la desregulación y de mejorar los balances fiscales. En fin, estos son los temas que están en la agenda. El Gobierno Trump tiene un programa ambicioso de reformas, cuyo trámite se va a demorar por lo menos hasta el verano.

SEMANA: ¿Cree que cambia sustancialmente la posición de Estados Unidos en los grandes conflictos que azotan a la humanidad como el Medio Oriente o Ucrania?

L.M.: Tanto en el Medio Oriente como en Ucrania, la posibilidad de ceses al fuego deja ver que el mundo está pasando de guerras abiertas a eventuales procesos de paz. Yo creo que el presidente Trump tiene una capacidad y un momento para silenciar muchos de estos conflictos e ir en la línea de lo que él hablaba en campaña. Es una persona que ha estado siempre en contra de las intervenciones militares americanas. Es un Gobierno que se va a preocupar mucho más por los temas internos de Estados Unidos.

SEMANA: Frente a esta situación de incertidumbre en la relación de Colombia con Estados Unidos, ¿en dónde ve oportunidades y esperanzas con la llegada de Trump?

L.M.: Colombia, en la coyuntura que tiene, con un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, y la convergencia que se está dando entre el creciente mundo digital sobre la industria tradicional, abre nuevas oportunidades. Esto porque precisamente factores tales como la tierra, el agua y la energía, en los que Colombia tiene abundancia, son indispensables para esa convergencia. Mucho más allá del tema de Estados Unidos, creo que en Colombia perdimos la capacidad de mirar hacia adelante. Nos miramos el ombligo todo el día. Tenemos una situación política creada por el Gobierno Petro, que lo que quiere es reinventar la rueda, mirar para atrás. Eso nos ha metido en un proceso en el que dejamos de mirar al futuro. Creo que lo que más deberíamos estar haciendo ahora es imaginarnos la Colombia después de Petro. Y dedicarle a eso toda la energía y todo el esfuerzo.