Entrevista
Juan Guaidó habla en SEMANA. Dice que “Maduro debe estar muy nervioso” tras operación de Estados Unidos hacia Venezuela
En diálogo con SEMANA, Juan Guaidó, expresidente interino de Venezuela, habló de la posible caída del régimen de Nicolás Maduro a raíz de las operaciones de Estados Unidos contra la dictadura.


SEMANA: ¿Cree que esta operación de Estados Unidos puede terminar en una acción militar o alguna operación armada para poner fin a Nicolás Maduro como dictador en Venezuela?
Juan Guaidó: Todos queremos el fin de Nicolás Maduro como dictador en Venezuela. Y cuando digo “todos”, no me refiero solo a los venezolanos: también los colombianos, los ecuatorianos, los brasileños. Estoy seguro de que cualquier ciudadano que hoy conoce a un venezolano migrante o refugiado, que ha tenido que huir por necesidad, persecución o falta de oportunidades, entiende el daño que Maduro le ha hecho no solo a Venezuela, sino a toda la región. El daño que le ha hecho Maduro a Colombia y a sus aliados es evidente. La gran pregunta no es si queremos el fin de Maduro, sino cómo lograrlo.
Ahí entran en juego las opciones: Estado de derecho, legítima defensa para proteger a los venezolanos y, sobre todo, el señalamiento de Maduro como jefe de un cartel de drogas en el continente. Estoy seguro de que muchos de los facilitadores actuales de Maduro deben estar muy nerviosos, y deberían estarlo, porque son cómplices del jefe del Cartel de los Soles. Más allá de una posible operación militar, viendo su soledad, con Putin en problemas y buscando acuerdos, incluso con Estados Unidos, e Irán bajo bombardeos, Maduro debe estar muy nervioso.
SEMANA: Maduro ha regalado armas, movilizado supuestamente a cuatro millones de milicianos. ¿Eso es una señal de desesperación?
J.G.: Maduro no tuvo ni siquiera cuatro millones de votos, mucho menos tiene esa cantidad de milicianos dispuestos a dar la vida por él. Me atrevo a decir que no salen de su círculo íntimo. En este momento, Maduro ve sombras en todos lados. Esas acciones recuerdan más a Noriega blandiendo un machete, se ve delirante. Quiere proyectar que hay gente dispuesta a defenderlo en las calles, pero no es cierto. A Maduro lo derrotamos el 28 de julio, lo derrotamos hace una década en la Asamblea Nacional, en las calles y diplomáticamente. Hoy, esas acciones no solo lucen desesperadas, sino también delirantes. Y si además Rusia, su supuesto aliado y protector, atraviesa sus propios problemas y busca un acuerdo con Estados Unidos, mientras se le señala como jefe del narcotráfico y objetivo militar, Maduro y su entorno deben estar extremadamente nerviosos.

SEMANA: También hemos visto discursos tensos de figuras como Vladimir Padrino o Diosdado Cabello. ¿Ellos también están nerviosos?
J.G.: Sin duda. Lo notas en sus discursos, en la propaganda que intentan vender como “calma”. Pero no es para la gente, sino para sus propios sostenedores: operadores económicos, militares y la cúpula del PSUV. Han sido derrotados electoralmente, diplomáticamente, en las calles, y están señalados por violaciones de derechos humanos en la Corte Penal Internacional, la Comisión Interamericana y otros organismos. Están acusados de narcotráfico y tienen recompensas sobre sus cabezas. Lo que hacen es propaganda para aparentar fortaleza. Pero lo cierto es que la dictadura está en un punto de obvia debilidad. Y, como toda dictadura, trata de hacerse ver fuerte para mantener la ilusión de poder entre quienes todavía la sostienen.
SEMANA: El presidente Petro llegó a decir que estaría dispuesto a defender a Venezuela en caso de una invasión de Estados Unidos. ¿Qué opina?
J.G.: Es un discurso lleno de contradicciones. Se contradice luego cuando habla Benedetti –que estuvo en Venezuela, por cierto, y sabemos cómo salió además, luego del desastre diplomático que representó– diciendo que no tiene ningún convenio, ningún acuerdo con la Fuerza Armada venezolana. Entonces hablan como para atrás y para adelante. Pareciera más bien que le sueltan la mano a Maduro. Ustedes, los colombianos, conocen bien cómo habla Petro: un día dice una cosa y al otro, otra.
Entonces, en este momento, con la claridad, con la evidencia que existe de la vinculación de Maduro con el narcotráfico, con el ELN, con las disidencias de las Farc, de nuevo, va a estar en manos de Gustavo Petro qué posición va a tomar con respecto a la dictadura de Maduro. Tristemente, para los venezolanos, ya sabemos la posición que ha tomado antes Petro: ha acompañado al dictador, al narcotraficante Maduro. Esperemos que finalmente esto cambie, aunque honestamente no le doy ningún tipo de esperanza a la posición de Gustavo Petro.

SEMANA: Se ha hablado de fracturas dentro del chavismo y de exfuncionarios que colaboran con Estados Unidos. ¿Qué sabe de eso?
J.G.: El desmoronamiento de la dictadura viene de años atrás. Rodríguez Torres estuvo preso y ahora está en el exilio; Luisa Ortega Díaz salió del país; Cristóbal Figuera desertó; y así podríamos nombrar a decenas. Incluso Tareck El Aissami está preso en Venezuela, y a varios de sus cercanos los asesinaron. Entonces, el desmoronamiento del régimen de Maduro ha venido como en cámara lenta, pero ha pasado. Y en este momento, viendo cómo le sueltan la mano sus aliados a Maduro, me imagino que esto también estará acelerándose. Y sé también que hay mucha gente ya, en este punto, no solamente hablando, buscando alternativas, sino pensando cómo le sueltan también la mano a Maduro, luego de que ven lo que hace Irán, lo que hace Rusia o lo que hace el mismo Petro.
SEMANA: ¿Qué significa para los venezolanos que Estados Unidos haya puesto la mayor recompensa de la historia sobre Maduro, incluso por encima de Osama Bin Laden o Sadam Huseín?
J.G.: Esas cosas importan; importan mucho. No solamente como declaración política, sino que van más allá, porque tienen que ver con la justicia internacional y lo que representan los aliados de Maduro, y lo que caracteriza como lo que es la amenaza más grande en el continente para los Estados Unidos: el doble de la recompensa por Bin Laden. Si se suman hoy los delincuentes más importantes, no llega a lo que representa Maduro, y es lo que significa un país tomado por delincuentes organizados. Eso es una amenaza para todos, y tenemos que tomarla en serio. Basta de banalizarlo, basta de relativizarlo; tenemos que tomarlo muy en serio. Hemos visto el daño en Venezuela, y me atrevo a decir que también en Colombia; la paz en Colombia pasa por la democracia en Venezuela.

SEMANA: ¿Cómo está hoy el ambiente en Venezuela con estas medidas y recompensas contra el régimen de Nicolás Maduro?
J.G.: Para millones, el sueño es regresar a casa. Para millones. Y, ojo, me atrevería a decir: para millones de colombianos que vivieron en Venezuela, que nos ayudaron a construir y levantar nuestro país, me atrevería a decir que para muchos, la expectativa de recuperar una oportunidad: un país, desarrollo, relaciones comerciales sanas; recuperar y restablecer la balanza comercial entre Venezuela y Colombia, que genera empleos no solamente en esa zona binacional viva en San Cristóbal, en Cúcuta, sino en toda Venezuela; la oportunidad de crecer en conjunto con la región; de retomar el sector energético estratégico de Latinoamérica, con Venezuela como brazo que empuja a toda la región. Entonces, yo creo que sí: soñamos con el regreso, y el presidente electo, y todo lo que hemos luchado tanto por ver a nuestros hijos crecer en Venezuela. Mis dos hijas, una de ocho y una de tres, mi mayor anhelo es que obviamente crezcan en su país y lo vean florecer de nuevo; y crezca con ellas, y ellas con nuestro país. Sería interesante ver a Colombia y a Venezuela creciendo en conjunto.
SEMANA: ¿Este es el punto más débil de la dictadura en casi trece años?
J.G.: Desde 2013 veo una dictadura en declive; en declive constante. Lo que pasa es que han sido momentos tan duros y tan difíciles para nosotros, los venezolanos, que a veces no se ven; pero verlo en perspectiva, y lo que hemos resistido, es importante. Maduro perdió la Asamblea Nacional; perdió el respaldo popular; perdió el acompañamiento diplomático; no tiene aliados internacionales en estos momentos. Quedó claro en 2024 no solamente que lo aborrecen los venezolanos: no tuvo ni cómo robar una elección; tuvo que dar un golpe de Estado. Hoy siguen sin publicar las actas. Así que Maduro solamente ha ido perdiendo y ha ido en declive. Y, que cada día que pase, va a seguir en declive la dictadura. Ellos nunca van a fortalecerse ya en este punto. Ellos pueden mantenerse un poco más a través del terror, a través del miedo, a través de la persecución, pero no van a ganar fuerza. Están en un punto en que siguen debilitándose, y llegará el momento en que ya no quede nada de ellos.