Europa

Europa comienza a cerrar sus puertas a los migrantes: estos son los países que han tomado drásticas medidas

En Europa cada vez más países le cierran la puerta a la migración masiva. ¿Por qué las naciones más prósperas adoptan esta posición y hay más sentimientos negativos contra los migrantes?

9 de agosto de 2025, 6:16 a. m.
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MUN MIGRACION EUROPA | Foto: Getty Images / AFP

Hace una década, los países de Europa impulsaban agendas para recibir migrantes y refugiados de distintas partes del mundo sin tantas complicaciones. Millones de familias de naciones pobres, afectadas por crueles conflictos en Asia y África, o simplemente buscando un mejor futuro, terminaron yéndose a territorios europeos para asentarse. Hoy en día, en medio de decenas de crisis sociales, la situación parece haber dado un giro total.

Portugal fue el último país de la Unión Europea (UE) en sumarse a las radicales medidas migratorias que se han venido registrando en el Viejo Continente. Ahora, en la nación lusa, los visados para la búsqueda de empleo solo se concederán a migrantes altamente calificados, y las condiciones para el reagrupamiento familiar serán más estrictas, afectando especialmente a cientos de miles de brasileños que tienen lazos en territorio portugués.

En efecto, el discurso contra la migración es un virus que se ha ido extendiendo por Europa rápidamente. Alemania, que por años lideró el discurso para el recibimiento de refugiados y ciudadanos extranjeros, ahora, bajo el mando de Friedrich Merz, es uno de los países que lidera la ofensiva antimigratoria de la UE. Busca aplicar medidas en todo el continente para deportar personas a terceros países y procesar solicitudes de asilo fuera del territorio europeo.

Además, Italia y Dinamarca impulsan políticas para expulsar a migrantes que hayan cometido delitos. Grecia anunció penas de cárcel de mínimo dos años para migrantes con asilo rechazado. También, Países Bajos eliminó la residencia permanente por asilo, acortó permisos y endureció las deportaciones. A su vez, Suecia quitó el cambio automático de estatus de asilo rechazado a permiso de trabajo dentro del país, y España suspendió el programa Golden Visa y aumentó los requisitos para el visado.

La secretaria municipal de Chicago, Anna Valencia, condenó los esfuerzos del presidente Donald Trump para deportar a inmigrantes ilegales como una "caza de brujas".
Los países europeos han aumentado sus políticas migratorias. | Foto: Getty Images

Las restricciones no han surgido solo por cálculo político, sino por un reclamo popular de la ciudadanía. Partidos radicales en temas migratorios lograron aumentar su participación en los Parlamentos o incluso llegar a ser Gobierno. El malestar se ve reflejado en sus ciudadanos. Por ejemplo, según una encuesta de YouGov de 2025, el 81 por ciento de los alemanes y el 80 por ciento de los españoles consideran que en la última década la migración ha sido demasiado alta y mal gestionada. En Suecia fue el 73 por ciento, mientras que en Italia y Reino Unido la cifra alcanzó el 71 por ciento, y en Francia fue el 69 por ciento.

El problema ha sido acompañado de violentas protestas masivas en varias partes de Europa. Hace unas semanas, Irlanda del Norte fue paralizada por manifestaciones que dejaron a 107 policías heridos, calles destrozadas, carros volcados y quemados, propiedades e instituciones gubernamentales vandalizadas, en hechos que también se destacaron por llevar consignas racistas.

La misma situación ocurrió hace días en Reino Unido, donde manifestantes se congregaron en un hotel que alberga solicitantes de asilo en el centro de la ciudad. “Envíenlos al lugar de donde vienen, no los dejen entrar, impídanles simplemente llegar. Tenemos hoteles llenos de migrantes, y nosotros tenemos nuestros propios sintechos que andan en las calles mendigando comida”, dijo uno de los asistentes a la manifestación, según recogió la AFP.

Mientras tanto, países como Polonia o Hungría están orgullosos de mantener discursos y políticas totalmente estrictas contra la migración y de nunca haber dado el brazo a torcer a las peticiones de la UE de dar refugio a exiliados de África y Asia. En dichas naciones, la extrema derecha y los discursos contra los migrantes se han hecho fuertes y se mantienen hasta el día de hoy como parte crucial del panorama.

Protestas con la inmigración en Polonia. | Foto: Getty Images

Las causas detrás

El rechazo a la migración masiva tiene muchas causas. Entre ellas, el temor a que los migrantes acaparen empleos o presionen los salarios, especialmente en sectores vulnerables. También se ve como una amenaza a los valores nacionales, la identidad cultural y la cohesión social. Asimismo, una de las razones más fuertes es la sensación de inseguridad.

Influyen, además, otras percepciones, como competencia económica, choque cultural, pérdida de control y baja confianza en instituciones y entre personas.

Uno de los casos que siempre se citan es el de Suecia, uno de los países que más inmigrantes acogió en su momento, y en los últimos tiempos se ha pregonado que existe una ola de violencia y colapso social por cuenta de los ciudadanos extranjeros que llegaron al país. En redes abundan las imágenes y videos de incendios, robos y agresiones de parte de migrantes, a tal punto que el 58 por ciento de los sospechosos de delitos violentos forman parte de dicha minoría. No obstante, los detractores afirman que los crímenes, en general, han descendido desde hace más de diez años.

Como parte de esto, en Alemania se calculó que los extranjeros representaban el 12 por ciento de la población, pero constituían casi el 34 por ciento de los sospechosos delictivos. Sin embargo, un estudio del Instituto Ifo concluyó que no hay correlación estadística entre mayor presencia de migrantes y tasas más altas de crimen. Las diferencias se atribuyen principalmente a que los migrantes viven en zonas urbanas densas con más actividad social, mayores tasas de jóvenes y hombres.

Protestas contra migrantes en Irlanda de Norte. | Foto: AFP

Otra narrativa que se pone en duda es la de que los migrantes están ocupando los puestos de trabajo de los ciudadanos naturales del país, una de las consignas que más se ha repetido en las manifestaciones. No obstante, estudios recientes sugieren lo contrario. “Los inmigrantes no compiten en condiciones idénticas: suelen ocupar empleos físicamente exigentes o poco cubiertos por locales, lo que refuerza la idea de que su rol es complementario, no sustitutivo”, dice el medio The Conversation, citando un estudio del Council on Foreign Relations.

En cuanto al aporte a la economía, un informe del McKinsey Global Institute mostró una cifra significativa: en 2015, los migrantes, que constituían apenas el 3,3 por ciento de la población mundial, aportaban el 9,4 por ciento del producto interno bruto (PIB) global, equivalente a unos 6,7 billones de dólares. Además, según cálculos del Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2024, la llegada neta de migrantes a la eurozona entre 2020 y 2023, incluidos millones de refugiados procedentes de Ucrania, podría traducirse en un aumento del 0,5 por ciento en el PIB potencial del bloque para 2030.

Ahora Europa vive en medio de una fuerte polarización por la cuestión migratoria, donde pasó de ser un tema humanitario y de oportunidades para los menos favorecidos a convertirse en un asunto político y hasta de discriminación. Por ejemplo, un informe de la Ocde de julio de 2025 muestra que, en promedio, un 21 por ciento de la población europea reporta experiencias de marginación, además de advertir obstáculos a la hora de acceder a empleo, vivienda, servicios públicos e interacciones con policías y demás instituciones.