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“Es el infierno”: así recuerdan pasajeros del Titán su viaje en el sumergible; estos son los sombríos testimonios
No padecer de claustrofobia es una de las condiciones para bajar hasta los restos del Titanic.
Este jueves se cumple una semana desde que las autoridades estadounidenses y canadienses pusieron fin a varios días de búsqueda, luego de que el domingo 18 de junio se perdiera el contacto con el sumergible Titán. Su tripulación estaba compuesta por cinco hombres y un trayecto, estimado en no más de ocho horas, derivó en desenlace fatal.
Las vidas del empresario Hamish Harding, el pakistaní Shahzada Dawood y su hijo Suleman; Stockton Rush, cofundador de la empresa OceanGate Expeditions, y del buceador francés Paul-Henri Nargeolet, se apagaron cuando implosionó el vehículo marítimo en el que visitaban los restos del Titanic. El rastro de la nave se perdió menos de dos horas de su descenso.
A partir de ese momento se encendieron las alertas y la atención internacional estuvo centrada en las posibilidades de un rescate. Las tareas para ello estaban en una lucha contra el tiempo, pues el submarino solo tenía 96 horas de oxígeno para todos sus ocupantes, mismas que expiraron el jueves 22 sobre las 6:08 a. m.
En el transcurso de esa jornada, y cuando las esperanzas eran cada vez más lejanas, la Guardia Costera de Estados Unidos rompió el silencio al confirmar que no había sobrevivientes. Poco antes se había anunciado el hallazgo del marco de aterrizaje y la cubierta trasera.
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“La implosión habría generado un sonido de banda ancha significativo que las boyas del sonar habrían captado”, dijo en rueda de prensa el contralmirante, John Mauger.
Testimonio de anteriores pasajeros
El de los últimos días fue un intento más por observar de cerca los restos de la icónica embarcación naufragada en abril de 1912. Anteriormente, otros pasajeros tuvieron la ‘fortuna’ o ‘pesadilla’ de experimentar lo que se sentía al bajar casi 4.000 metros a lo más recóndito del océano, donde en 1985 se halló el barco.
Tras la tragedia de los últimos días se conocieron varios testimonios, uno de ellos es del empresario Arthur Loibl, quien en agosto de 2021 compartió en el mismo sumergible con algunos de los tripulantes que murieron a mediados de este mes. En diálogo con el diario alemán Bild, antes de conocerse el desenlace, confesó sentirse “mal, estoy nervioso, tengo una sensación de hundimiento en el estómago. Tuve una suerte increíble en ese entonces”.
Según él, esa experiencia no es para todo el mundo. “Necesitas nervios fuertes, no debes ser claustrofóbico y tienes que poder sentarte con las piernas cruzadas durante diez horas (...). Las cámaras exteriores estaban conectadas a nuestros teléfonos celulares a través de Bluetooth”, contó en lo que también definió como un “infierno” cuando se refirió a las condiciones que debe enfrentar la tripulación.
“Solo hay 2,50 metros de espacio, hace cuatro grados, no hay silla, no hay baño”, añadió al medio alemán. Lo ocurrido con Titán sembró la incertidumbre sobre qué otro tipo de riesgos estaría dispuesto a asumir en el futuro. “Después del drama sobre el submarino perdido, toda mi búsqueda de extremos ahora está en duda”.
El youtuber mexicano Alan Estrada fue otro aventurero que en julio de 2022 hizo parte de otra expedición, inicialmente programada para 2021, pero que se retrasó por fallas técnicas. Pese a confesar haber tenido una experiencia “espectacular”, descartó volver a participar en esta más adelante.
“Yo era consciente de que estaba arriesgando mi vida, sabía lo que podía pasar”, dijo el youtuber en lo recogido por El País (en su edición de México). “Sabíamos que esto es una expedición increíblemente riesgosa, sabíamos que no estábamos yendo a un parque de diversiones. (...) Una de las cláusulas, por ejemplo, es no padecer claustrofobia”, añadió.