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Doloroso aniversario: se cumplen 35 años del accidente nuclear en Chernóbil
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, pidió a la comunidad internacional que colabore para garantizar la seguridad nuclear y evitar que se repita el desastre de Chernóbil, en el 35º aniversario del peor accidente nuclear de la historia.
El 26 de abril de 1986 el reactor número 4 de Chernóbil, situado a un centenar de kilómetros de Kiev, explotó durante una prueba de seguridad.
Durante diez días, el combustible nuclear ardió y liberó a la atmósfera elementos radioactivos que contaminaron, según algunas estimaciones, hasta tres cuartas partes de Europa, sobre todo las entonces repúblicas soviéticas de Ucrania, Bielorrusia y Rusia.
“La explosión en la central de Chernóbil y sus consecuencias transformaron el mundo”, declaró el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, durante una visita a la zona de exclusión de la central, de un radio de 30 kilómetros.
“Nuestra tarea es convertir la zona de exclusión en una zona de renacimiento” y “hacer todo lo posible para reforzar la seguridad nuclear” con el fin de “evitar catástrofes similares en el futuro”, añadió el jefe de Estado. Las autoridades de la URSS intentaron esconder este accidente. El líder soviético Mijaíl Gorbachov no habló públicamente hasta el 14 de mayo.
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Según documentos de archivo publicados el lunes por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), en 1982 y 1984 se produjeron al menos tres averías en la central de Chernóbil, pero las autoridades soviéticas las mantuvieron en secreto.
Tanto la central de Chernóbil como las de Leningrado y Kursk (Rusia), todas ellas con el mismo tipo de reactores, “son las más peligrosas en cuanto a su funcionamiento, lo que puede tener consecuencias amenazantes”, según un documento del KGB de 1983 publicado por el SBU.
Unas 116.000 personas fueron evacuadas en 1986 de los alrededores de la central, que actualmente siguen prácticamente inhabitados. En los años posteriores, 230.000 siguieron sus pasos.
Durante cuatro años, unas 600.000 personas, los llamados “liquidadores”, se desplegaron en el lugar de la catástrofe con escasa o ninguna protección para sofocar el incendio, aislar el reactor con una cubierta de hormigón y limpiar los alrededores.
El balance de víctimas de la catástrofe sigue siendo objeto de debate. El comité científico de la ONU (Unscear) solo reconoce oficialmente una treintena de muertos entre los operarios y los bomberos que fallecieron por la radiación después de la explosión.
En 2006, la oenegé Greenpeace estimó en unos 100.000 el número de muertos provocados por los efectos radiactivos de la catástrofe nuclear.
La central de Chernóbil mantuvo su producción de electricidad hasta diciembre del año 2000, cuando la presión de los occidentales logró apagar su último reactor operativo.
Tras años de dilación, en 2016 se instaló una gigantes bóveda de acero estanca encima del reactor accidentado, que entró en servicio en 2019.
Esta estructura, con un coste de 2.100 millones de euros financiados por la comunidad internacional, cubrió el agrietado e inestable “sarcófago” de hormigón instalado sobre el reactor dañado. En teoría debe garantizar su seguridad durante los próximos 100 años.
Aunque las autoridades estiman que los humanos no podrán vivir allí de forma segura hasta dentro de 24.000 años, el lugar atrae cada vez a más turistas ávidos de emociones.
Kiev quiere inscribirlo en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco para “preservarlo y permitir que las generaciones futuras lo vean con sus propios ojos”, dijo el lunes el ministro de Cultura, Oleksander Tkachenko.
La ausencia casi total de actividad humana en la zona permitió que proliferaran la flora y la fauna. Se pueden encontrar linces, alces, pigargos de cola blanca e incluso osos, así como decenas de lobos.
AFP