Mundo

Adiós a Pepe Mujica: el periodista uruguayo Cesar Bianchi lo despide en SEMANA. Así era el filósofo popular que cultivó flores, fue guerrillero y tuvo fama mundial

José ‘Pepe’ Mujica, el filósofo popular que cultivó flores, fue guerrillero y como presidente de Uruguay tuvo fama mundial, falleció esta semana. Así fue su historia. Por César Bianchi, desde Uruguay. @chechobianchi

17 de mayo de 2025, 7:22 a. m.
“Cuando llegue esa señora que inevitablemente nos lleva, si pudiera hablar con ella, le diría: ‘Por favor, sirva otra vuelta’”, le dijo al autor de este artículo.
“Cuando llegue esa señora que inevitablemente nos lleva, si pudiera hablar con ella, le diría: ‘Por favor, sirva otra vuelta’”, le dijo al autor de este artículo. | Foto: AFP

“¡Parece que vamos a tener un presidente que se tomó su propio pis!”, me dijo, a mediados de 2009, Eleuterio Fernández Huidobro, exguerrillero e historiador principal del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), en su despacho de senador. Lo dijo y se mató de la risa de su propia ocurrencia. Huidobro, como lo llamaban, aludía a la inminente llegada a la presidencia de la república de su viejo compañero, José Mujica, y a las vicisitudes por las que ambos debieron pasar durante la dictadura uruguaya (1973-1985) en calabozos malhadados.

Fue venerado y detestado (aunque esto último mucho más en su propio país que en el exterior), fue líder del movimiento político más grande del partido más votado de Uruguay. Atentó contra una democracia y luego fue un demócrata convencido. Y como predijo su madre cuando él estaba en un cuchitril de dos por tres, y ella solo pretendía alcanzarle una bacinilla rosada a su lugar de reclusión, fue presidente de la república. Y por su pensamiento, Pepe inspiró grafitis y su cara está hoy en camisetas.

José 'Pepe' Mujica. | Foto: getty images

El gurí que vendía cartuchos

Ya era bachiller del Bauzá cuando Pepe se especializó en la venta de calas. José ingresó al secundario pensando en comenzar Derecho. Pepe se sentía anarquista, poco después militaría en el Partido Nacional (derecha), se sentiría libertario y luego profundamente de izquierda.

Como estudiante y político en ciernes, en 1961 estuvo presente en La Habana escuchando a Fidel y al Che Guevara, fue invitado a conocer el socialismo soviético –modelo que lo decepcionó– invitado por la embajada de la URSS en Montevideo para asistir al Festival Internacional de la Juventud.

Entre 1961 y 1963, Mujica fue sintiéndose cada vez más decepcionado de los partidos tradicionales y en sus tribulaciones estaba la posibilidad de sumarse a la vía de la lucha armada, con el telón de fondo de la Revolución cubana. La “orga”, como se la llamaba, pasó a tener nombre: Tupamaros, en honor a aquellos criollos que eran llamados por los crueles dominadores, en el libro Ismael, de Eduardo Acevedo Díaz. Era 1963 cuando tomó forma el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T).

Participó en operaciones como secuestros, atentados y expropiaciones; también convirtió militantes estudiantiles en cuadros del MLN. Para algunos tupamaros, Mujica era uno de los “blandos” porque apelaba al don de la palabra, porque prefería convencer con su oratoria antes de tener que empuñar un revólver Colt .38 (cosa que también hizo, vale decir). Fue la personificación de ese eufemismo de “políticos con armas”.

Mujica le ganó el balotaje de 2009 a Luis Lacalle Herrera y allí comenzó su lustro de gloria como presidente de Uruguay. Su austeridad, su estilo de vida como un anacoreta y sus discursos inspiradores para los jóvenes parecen ser la explicación de su éxito internacional.
Mujica le ganó el balotaje de 2009 a Luis Lacalle Herrera y allí comenzó su lustro de gloria como presidente de Uruguay. Su austeridad, su estilo de vida como un anacoreta y sus discursos inspiradores para los jóvenes parecen ser la explicación de su éxito internacional. | Foto: LatinContent via Getty Images

Ese político (clandestino) armado llegó una noche de marzo de 1970 a tomar unas copas con su compañero Antonio Hermida. Allí comenzarían a planificar el robo del oro de una acaudalada familia uruguaya. Pero un cantinero sospechó y telefoneó a jefatura. Al rato, Pepe se trabó en lucha con un policía. Cuando ya había sido detenido, Pepe le advirtió: “Ya me detuviste, bajá el arma que se te puede escapar un tiro”.

Se le escaparon varios tiros, y estuvo a punto de rematarlo. Fueron seis disparos que le perforaron el bazo. Mujica fue trasladado al Hospital Militar, a pocas cuadras de ahí. Ya recuperado, fue procesado el 25 de mayo de 1970 por los delitos de atentado a la Constitución, asociación para delinquir y encubrimiento.

Del Penal de Punta Carretas se escapó –junto a 105 guerrilleros del MLN y cinco presos comunes– el 6 de septiembre de 1971, en la fuga más grande de la historia carcelaria del Uruguay.

La noche más oscura, de 12 años

En la novela Comandante Facundo, Walter Pernas narró las torturas en dictadura que sufrió Mujica: “Desnudo, encapuchado, con su cuerpo amoratado por los golpes (…) Los verdugos de verde oliva y risas histéricas comenzaron a hacerle sentir los efectos del sadismo: glande, testículos, corazón”.

Mujica fue uno de los “nueve rehenes” que, desde el 7 de septiembre del 73, los militares al mando tomaron como medida de cambio ante una eventual revuelta del MLN en la calle. Los pasearon por cuarteles del interior uruguayo, durante la década y pico de totalitarismo. El propio Mujica ha dicho que dialogó con arañas, que observó a las hormigas reunirse para trabajar, que se puso ranitas en las orejas y las escuchó croar.

Pepe Mujica estuvo encarcelado por al menos 12 años. | Foto: The Yomiuri Shimbun via AFP

El 8 de marzo de 1985, el Parlamento del flamante Gobierno de Julio María Sanguinetti aprobó la Ley de Amnistía para presos políticos. Con banderas y gritos de algarabía, el preso 815 se fue de la cárcel con la bacinilla rosada en una mano.

En 1989, los tupamaros crearon el Movimiento de Participación Popular (MPP) y con él se dio el ingreso formal al FA. En las elecciones nacionales de 1994, Mujica fue elegido diputado.

Sus comentarios pintorescos y salidas de tono pronto gustaron a los medios. Se mostraba como uno más del pueblo en el cargo de ministro. Mujica ya no solo llamaba la atención en Uruguay. Con los primeros coqueteos con Lula da Silva y la visita al matrimonio Kirchner en pleno conflicto diplomático por la instalación de una papelera finlandesa, el cultivador de flores evidenciaba sus pretensiones.

Su patrimonio -la chacra, dos automóviles y tres tractores- asciendía a unos USD 200.100, según su declaración jurada de 2012, y dona casi el 90% de su salario de unos USD 12.400 mensuales para ayuda social.
Esta fotografía, difundida por la oficina de prensa de la Presidencia de Brasil, muestra al presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva (izq.) y al expresidente uruguayo (2010-2015) José Mujica (der.) posando dentro del auto de Mujica en su finca en Rincón del Cerro, Montevideo, el 25 de enero de 2023, durante la visita de Lula a Uruguay. (Foto de Ricardo Stuckert / Presidencia de Brasil / AFP) | Foto: AFP

Mujica le ganó el balotaje de 2009 a Luis Lacalle Herrera y allí comenzó su lustro de gloria. Su austeridad, su estilo de vida como un anacoreta y sus discursos inspiradores para los jóvenes parecen ser la explicación de su éxito internacional.

También tuvo gestos elocuentes para ganarse fama mundial, como donar el 80 % de su salario como presidente, y la coherencia vital de un “terrón con patas”, como siempre le gustó definirse, que no precisa lujos para vivir. “Pobre es aquel que precisa mucho”, solía decir, parafraseando a Séneca.

Mujica fue llamado a ser mediador entre las Farc y el Gobierno colombiano en busca de la firma de un tratado de paz, medió entre Cuba y Estados Unidos, y en cuanto conflicto ajeno necesitó su palabra. Su imagen escaló tan alto que peleó el Premio Nobel de la Paz en 2014.

Su Gobierno, cuestionado por despilfarrar la bonanza económica de Uruguay, pasó a la historia por una agenda de derechos que no promovió, pero que alentó una vez empujada por los movimientos sociales. Uruguay encabezó los portales del mundo con noticias como la despenalización del aborto y la legalización del matrimonio igualitario.

Sí fueron de su cuña la regulación, venta y producción de cannabis para sacarle mercado al narcotráfico; la idea de brindarles asilo a familias sirias que escapaban de una guerra civil y la gestión ante Obama para darles refugio a presos de Guantánamo que no tenían sentencia.

Pepe sin la banda

Desde que dejó el Gobierno, Pepe siguió siendo un líder frentista en el Senado, hasta que decidió retirarse y dejar el Parlamento el 20 de octubre de 2020, en plena pandemia del covid-19. “Me está echando la pandemia. Ser senador significa hablar con gente y andar pa’ todos lados. El partido no se juega en los despachos y estoy amenazado por todos lados, por vejez y por enfermedad inmunológica crónica”, agregó.

José Mujica falleció a sus 89 años. | Foto: AFP

Esa enfermedad tuvo mucho que ver con el sorpresivo anuncio que hizo en conferencia el 28 de abril de 2024. “Concurrí al hospital a hacerme un chequeo, a resulta de lo cual se descubrió que tengo un tumor en el esófago”, dijo Mujica. “Mientras pueda, yo voy a seguir militando con mis compañeros, fiel a mi manera de pensar y entretenido con mis verduras, con mis gallinas”, dijo.

Las elecciones de 2024 las ganó Mujica desde su chacra: él había apadrinado al que resultó el presidente, Yamandú Orsi –un oriental dialoguista y sin estridencias–, él había preparado a Alejandro Sánchez, el hombre fuerte del Gobierno.

El 3 de agosto de 2023, en el programa de Seré curioso en VTV, le pregunté a Mujica si era feliz. Pepe me contestó: “Tan feliz soy, y he tenido una vida complicada, que cuando llegue esa señora que inevitablemente nos lleva, si pudiera hablar con ella, le diría: ‘Por favor, sirva otra vuelta’”.

Noticias relacionadas