África
El cambio de monarca en Reino Unido revive el debate sobre el pasado colonial en África anglófona
La muerte de la reina Isabel II provocó una avalancha de condolencias de los jefes de Estado africanos, que alabaron a una dirigente “extraordinaria” y compartieron los recuerdos de sus frecuentes visitas al continente en 70 años de reinado.
El fallecimiento de la monarca también reavivó un debate sensible sobre el pasado colonial en África anglófona, especialmente sobre el papel de la reina como jefe de Estado durante la dominación británica.
Cuando Isabel nació en 1926, el imperio británico se extendía por cinco continentes. Durante su reinado, que comenzó en 1952, la mayoría de los 56 países que componen el Commonwealth obtuvieron su independencia, incluyendo muchas naciones del continente africano como Ghana, Kenia o Nigeria.
Su muerte se produce en un momento en que los países europeos están bajo presión para asumir su historia colonial, expiar los crímenes del pasado y devolver los objetos africanos robados, conservados durante años en los museos de Londres o de París.
El presidente nigeriano Muhamadu Buhari y el presidente keniano Uhuru Kenyatta fueron algunos de los jefes de estado que expresaron sus condolencias por la pérdida de un “ícono”, pero muchos africanos también se refirieron a las tragedias de la época colonial de su reinado. Como en Kenia, donde la revuelta de los Mau Mau --que tuvo lugar entre 1952 y 1960 contra la dominación colonial-- causó al menos 10.000 muertos en una de las represiones más sangrientas del imperio británico.
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En 2013, Gran Bretaña aceptó indemnizar a más de 5.000 kenianos que habían sufrido tratos horribles durante la revuelta, en el marco de un acuerdo por un valor de casi 20 millones de libras (unos 23 millones de dólares), más de medio siglo después.
Guerra de Biafra
“La Reina deja un legado desigual de la represión brutal de los kenianos en su propio país y de las relaciones mutuamente beneficiosas”, escribió The Daily Nation, el principal periódico de Kenia, en un editorial del fin de semana. Isabel estaba de visita en Kenia en 1952, cuando su padre murió y se convirtió en reina.
“Lo que siguió fue un capítulo sangriento en la historia de Kenia, con atrocidades cometidas contra un pueblo cuyo único pecado era reclamar la independencia”, destacó el diario. En Nigeria, el país más poblado de África, el presidente Muhamadu Buhari honró a la reina, declarando que la historia de su país “nunca estará completa sin un capítulo sobre la reina Isabel II”.
Si bien algunos elogiaron el papel que desempeñó hasta la independencia de Nigeria, otros destacaron que ella era jefe de Estado cuando Gran Bretaña apoyó al ejército nigeriano durante la guerra civil del país.
Más de un millón de personas murieron durante la guerra de Biafra, entre 1967 y 1970, principalmente de hambre y enfermedad, durante el conflicto que siguió a la declaración de independencia de los oficiales de la etnia Igbo en el sudeste del país.
En Sudáfrica, las reacciones también están divididas. El presidente Cyril Ramaphosa lamenta la muerte de una figura “extraordinaria”, mientras que una parte de la juventud se niega a llorarla. “Durante sus 70 años de reinado, nunca reconoció las atrocidades que su familia infligió a los pueblos que Gran Bretaña invadió en todo el mundo”, subrayó el partido de izquierda radical sudafricano, los Combatientes por la Libertad Económica (EFF), haciendo referencia al comercio de esclavos y al colonialismo.
*Con información de AFP.