Innovación

Una inteligencia artificial contra la violencia de género hecha en Colombia

Ante el miedo o la duda de las posibles víctimas de violencia de género, Microsoft prepara desde Colombia, una IA que les permitirá consultarla para identificar si están experimentando agresiones, buscar ayuda y evitar su escalamiento hasta un feminicidio. El cerebro detrás del proyecto es de una ingeniera colombiana.

9 de septiembre de 2025, 12:00 p. m.
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Ana María Orozco, directora de ingenieros para Suramérica hispana de arquitectos de soluciones en la nube de Microsoft | Foto: Archivo particular

Ana María Orozco Zuluaga, directora para Suramérica hispana de arquitectos de soluciones en la nube de Microsoft, lidera un proyecto que promete transformar la manera en que las mujeres enfrentan situaciones de violencia. Se trata de una herramienta basada en inteligencia artificial capaz de detectar microagresiones y advertir sobre riesgos que podrían escalar hasta el feminicidio.

“Muchas veces no pedimos ayuda porque creemos que exageramos, sentimos miedo o pensamos que somos responsables de lo que ocurre. La inteligencia artificial rompe esa barrera: analiza conversaciones, identifica señales de agresión —psicológica, emocional, económica, física o sexual— y genera alertas privadas y seguras”, explica esta ingeniera nacida en Pereira.

La iniciativa nació en Colombia en alianza con la fundación Naná dedicada a la educación y la prevención de la violencia de género. Esta fundación fue creada por Ximena Céspedes, mamá de la joven colombiana Ana María Serrano, asesinada en México. El proyecto no solo busca asistir a mujeres que ya enfrentan riesgos, sino también educar desde la infancia sobre cómo identificar y detener patrones de abuso.

En su fase actual, el equipo multidisciplinario de Microsoft trabaja con expertos para entrenar la inteligencia artificial en el reconocimiento de microagresiones. Ya existen prototipos en versión móvil y web, pensados para llegar tanto a jóvenes como a mujeres que no cuentan con dispositivos de última generación. Sin embargo, puede ser empleada por cualquier persona, sin sesgos de género o identificación.

El proceso ha implicado la participación de ingenieros, arquitectos de software y desarrolladores que, junto con mentores, han creado una experiencia de aprendizaje con impacto social global. “Las cosas grandes no se hacen solas. Este proyecto demuestra cómo la tecnología, combinada con alianzas y propósito, puede salvar vidas”, concluye Orozco.