Innovación social

Transformar el acceso médico desde la prevención y la equidad

Con un modelo colaborativo, Alianzas para la Vida trabaja para reducir inequidades y construir un sistema más justo y sostenible en los territorios.

29 de agosto de 2025, 8:30 p. m.
Un modelo de salud con impacto social, educativo y territorial en Colombia
El programa se estructura en cuatro pilares estratégicos. “El primero es la prevención y el cuidado de la salud, enfocado en el VPH en hombres y mujeres; el segundo es la transferencia de conocimiento, con la expansión de investigación clínica, especialmente en oncología. | Foto: SEMANA

El acceso oportuno, la equidad y la sostenibilidad son tres de los mayores desafíos que enfrenta el sistema de salud en Colombia. Para responder a ellos nació en 2023 Alianzas para la Vida, una iniciativa que busca transformar la atención en los territorios a partir de la innovación social y la colaboración entre sectores público, privado y comunitario.

“El proyecto de responsabilidad social que quisiera compartir el día de hoy es Alianzas para la Vida, una iniciativa de innovación social de la que somos pioneros en el sector farmacéutico colombiano. Articula esfuerzos públicos y privados para fortalecer la sostenibilidad del sistema de salud, con un enfoque social, educativo y territorial”, afirma Johanna Ballesteros, gerente general de MSD Colombia y Ecuador.

La iniciativa cuenta con una inversión proyectada de 150.000 millones de pesos hasta 2026, lo que la convierte en una de las apuestas más sólidas del sector privado en materia de salud. “Alianzas para la Vida nace como una respuesta a la necesidad de apoyar al país en sus principales desafíos de salud”, agrega Ballesteros.

El programa se estructura en cuatro pilares estratégicos. “El primero es la prevención y el cuidado de la salud, enfocado en el VPH en hombres y mujeres; el segundo es la transferencia de conocimiento, con la expansión de investigación clínica, especialmente en oncología. El tercero busca mejorar la eficiencia de las rutas de atención para reducir tiempos de diagnóstico y dar acceso oportuno a pacientes con cáncer. Y el cuarto, comunidades saludables, materializa programas de impacto social y ambiental para mejorar la calidad de vida”.

Uno de sus principales focos ha sido la prevención del virus del papiloma humano (VPH), responsable de que siete mujeres mueran cada día en el país por cáncer de cuello uterino. Gracias a programas de vacunación escolar implementados en 16 territorios y a la formación de cerca de 700 líderes comunitarios, se ha logrado avanzar en la detección y protección temprana. “En Colombia ya hemos protegido a más de 2.000 mujeres de la comunidad indígena arhuaca, y vamos a continuar con un enfoque culturalmente diferenciado”.

El impacto también se refleja en la formación de talento humano. Más de 17.000 profesionales de la salud en 30 regiones han sido capacitados en detección temprana y tratamiento del VPH, y 26 secretarías de Salud han fortalecido sus procesos mediante programas de educación continua. En oncología, ya se han implementado siete Rutas Integrales de Atención al Cáncer en cinco regiones, beneficiando potencialmente a 16 millones de pacientes.

Los resultados son tangibles. “Hasta este momento tenemos más de 1.276 mujeres beneficiadas a través de servicios integrales de salud, y hemos logrado una reducción del 70 % en la mortalidad materna de población migrante en Valledupar”.

A esto se suman alianzas estratégicas con actores nacionales e internacionales, como la Alianza Nacional contra el VPH (Abrázame), la coalición LaSOS contra el cáncer de mama, y recientemente con UNICEF para el programa Soluciones para Comunidades Saludables, que impactará a más de 60.000 personas de comunidades indígenas y afrodescendientes en Colombia. “Sabemos que solos no lo vamos a lograr, por eso nos apoyamos en esfuerzos colectivos como Abrázame o la coalición con LaSOS”.

El camino no ha estado exento de retos. “Los principales desafíos han sido la articulación intersectorial, porque requiere mucha coordinación entre múltiples actores; y las brechas territoriales, con dificultades de infraestructura, acceso y talento humano. Subestimamos la complejidad de la diversidad de los territorios, pero la clave ha sido trabajar desde el territorio y no desde el escritorio, con escucha activa y co-creación con las comunidades”.

“Más que un programa, Alianzas para la Vida es un modelo de innovación social en salud que demuestra que cuando trabajamos juntos podemos lograr transformaciones duraderas”, concluye Ballesteros.