Especial Construcción y Vivienda
Las ciudades peatonales no son una utopía en Colombia. Le contamos por qué
Lucas Gómez Cuartas, gerente de Trazos Urbanos, habla en detalle de este modelo que ha inspirado varios de sus proyectos en Antioquia.
¿Es viable el modelo de ciudad de 15 minutos en Colombia?
LUCAS GÓMEZ CUARTAS: La movilidad es uno de los factores más importantes en determinar la calidad de vida de las personas; tener que pasar hasta cuatro horas en un carro para ir y regresar al trabajo genera inequidad. En la ciudad de 15 minutos es posible encontrar servicios, colegios, hospitales, entretenimiento, trabajo y donde vivir en un trayecto, que se recorre a pie, de menos de un kilómetro. Sin embargo, las ciudades colombianas fueron pensadas de forma distinta. En el país la posibilidad de aplicar el modelo varía de ciudad a ciudad, inclusive de municipio a municipio, como es el caso del Valle de Aburrá; pero no es una utopía.
¿Cuáles son los factores que determinan esas diferencias?
L.G.C.: Lo primero es la infraestructura de transporte, que supone el gran desafío. Los otros dos factores son densidad e hipermixtura. A diferencia de lo que ocurre en Bogotá, en Medellín se restringe el número de viviendas por hectáreas, es decir, la densidad es baja, lo que promueve la construcción de unidades inmobiliarias más grandes que el promedio. Esto se traduce en inequidad, porque hay menos oferta y precios más altos. Como consecuencia, la gente de bajos recursos se va a vivir a las periferias.
Tendencias
¿Y en cuanto a la hipermixtura?
L.G.C.: Aquí el problema es otro, puedes tener densidades altas y poner a vivir en unas hectáreas 400 familias, pero si no se tiene hipermixtura, es decir, oportunidades de empleo o servicios públicos, se vuelve una pesadilla. En el Valle de Aburrá es algo que ocurre en Sabaneta. Allí la oferta laboral es industrial, por lo que este se convirtió en un municipio dormitorio de la clase media alta que trabaja en Medellín, y que padece las afectaciones del tráfico por la falta de infraestructura.
¿El sector público ha mostrado interés en transitar hacia ese modelo?
L.G.C.: Un ejemplo claro tiene que ver con la norma del Plan de Ordenamiento Territorial (POT). El anterior estimaba un mínimo de parqueaderos por proyecto. Ahora hay un tope. Esto es una buena señal para la búsqueda de esa ciudad peatonal. No es un proceso rápido, pero hay que ir rompiendo paradigmas.
¿Qué se busca con la movilidad vertical?
L.G.C.: Es mucho más ambiciosa que la ciudad de los 15 minutos porque propone ofrecer en un solo complejo urbanístico todo lo que puede demandar una familia. Es la máxima expresión de la hipermixtura: edificios crucero con condiciones para generar comunidad. Nuestro proyecto State, en Los Colores, es una expresión de esta apuesta. El primer piso es de servicios, comercios y entretenimiento. Además, creamos tres pisos, casi 4.000 metros de coworking, y no de oficinas, porque la forma de trabajar también cambió. En la parte superior hay viviendas para solteros con mascotas, hermanos que comparten gastos, parejas sin hijos.
¿Hasta dónde aspiran llegar con estos proyectos de usos mixtos?
L.G.C.: En Sabaneta vamos a incorporar hotelería en un nuevo proyecto; pero el modelo admite sumar consultorios médicos, clínicas, centros educativos. Las posibilidades son amplias. La clave está en definir el nicho, por ejemplo, adultos mayores, nómadas digitales o miembros de la comunidad LGTBIQ+; y a partir de esto crear las zonas comunes, basadas en cada necesidad.
*Contenido elaborado con apoyo de Trazos Urbanos
Contenido relacionado: Así afecta la inflación mundial al sector constructor en Colombia