Especial Turismo por Colombia

La selva desde adentro: una experiencia para redescubrir el Putumayo

Inspirada en la Operación Esperanza, la búsqueda de los hermanos Mucutuy perdidos en la selva del Caquetá en 2023, esta experiencia de viaje busca visibilizar los saberes ancestrales indígenas del Putumayo y ofrecer una nueva forma de vivir el Amazonas.

Santi Peralta

Santi Peralta

Coordinador editorial

20 de junio de 2025, 8:00 p. m.
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‘Amazonas: viaje a la historia viva de los niños perdidos’ es una experiencia de turismo consciente y regenerativo que visibiliza los saberes de los pueblos indígenas y ofrece una nueva forma de vivir el Amazonas. | Foto: César David Martínez

La selva nunca está muda. En todo momento y desde cualquier lugar, el viento sopla, las guacamayas graznan, los monos aúllan y la lluvia –torrencial o ligera– cae sobre las hojas y las hace bailar. El interior de la selva, dice Nicolás Ordoñez, tiene “la misma respiración de nosotros, solo que su naturaleza es indomable”. Oriundo de Puerto Leguízamo, Putumayo, este guardia indígena del pueblo murui muina —uitoto— dedica la mayor parte de sus días a recorrer la Amazonia colombiana y a contarla. Lo que ocurre adentro, explica, “es simplemente música”.

Ordóñez es un hombre aguerrido, con una historia que lo precede y que cambió por completo el curso de su vida. En junio de 2023 formó parte del grupo de búsqueda de la ‘Operación Esperanza’, una acción inédita que unió al Ejército Nacional con miembros de las guardias indígenas para hacer lo imposible: rescatar a cuatro niños del pueblo murui, extraviados en la selva del Caquetá tras sufrir un accidente en avioneta. Gracias a los esfuerzos del grupo, los niños aparecieron con vida 40 días después.

“El reencuentro fue hermoso, porque valió la pena todo el sacrificio. Lo más importante era buscar a los niños, independientemente de si comíamos, dormíamos o si nos dolía el cuerpo. Ellos eran nuestra motivación. Y fue nuestra medicina, nuestro legado, lo que en parte ayudó a encontrarlos”, recordó.

Indígenas de los pueblos siona, koreguaje, quechua y murui caminaban en silencio, escuchando con detenimiento los sonidos de la selva e inspeccionando los rastros escondidos entre el barro. Recorrieron más de 4.000 kilómetros de selva virgen y durante las jornadas practicaban el mambeo, chupaban ambil y fumaban tabaco. “Y ahí llegaban los consejos de los abuelos, las recomendaciones. Le entregábamos todo el cansancio al ser supremo, al padre creador”, agregó Ordóñez.

La experiencia de Colombia Exótica busca ofrecer un turismo regenerativo y consciente de la selva.
La experiencia de Colombia Exótica busca ofrecer un turismo regenerativo y consciente de la selva. | Foto: Colombia Exótica

El 9 de junio de 2023 los niños aparecieron y el país completo celebró la hazaña. Ordóñez regresó a sus tierras, sintiendo que algo se había despertado. Y entonces conoció a Claudia Morales, CEO de la agencia Colombia Exótica, quien le hizo una propuesta a la que fue imposible negarse: utilizar la experiencia del rescate como una oportunidad para mostrar los conocimientos milenarios indígenas y que las comunidades pudieran generar ingresos propios.

“Después del rescate le expliqué a la comunidad las oportunidades que teníamos que potencializar para empoderar al territorio y mostrarle al mundo el poder de la selva”, apuntó Ordóñez.

Y así fue como nació ‘Amazonas: viaje a la historia viva de los niños perdidos’, una experiencia de turismo consciente y regenerativo que, de la mano de la agencia Colombia Exótica, visibiliza los saberes de los pueblos indígenas y ofrece una nueva forma de vivir el Amazonas. Su objetivo central: compartir con el mundo las prácticas más arraigadas de la cultura indígena del Putumayo y abrir un espacio para el aprendizaje y la concientización.

“Queremos que las personas se conecten con la madre tierra y con los seres que la habitan, es decir, que disfruten, pero que también aprendan. La experiencia recobra el legado de los conocimientos tradicionales indígenas, que siempre han estado allí, pero que no les hemos dado valor. En estos conocimientos está toda la sabiduría del cuidado. Por eso, nuestros anfitriones son siempre los pueblos ancestrales”, puntualizó Morales.

Y agregó: “Tras ver el documental de Netflix sobre el rescate de los niños perdidos en la selva, encontramos una poderosa fuente de inspiración para dar vida a esta experiencia única, que ofrece planes personalizados, incluso para empresas y colegios”.

Nicolás Ordóñez, guardia indígena del pueblo uitoto y guía.
Nicolás Ordóñez, guardia indígena del pueblo uitoto y guía. | Foto: Colombia Exótica

No es un turismo cualquiera

La experiencia comienza con un canto o una oración que da la bienvenida a la selva: se cuentan historias y reflexiones de vida, propendiendo por la sanación espiritual de los turistas. En medio de una flora y fauna exuberante y en las inmediaciones del río Putumayo, los guardias indígenas los guían por rutas de gastronomía, artesanías, inmersión diurna y nocturna en la selva, avistamiento de aves y de delfines rosados, pesca en canoa en la noche, contemplación de estrellas y mucho más.

“Utilizamos las medicinas tradicionales, que son nuestra herramienta de comunicación con la espiritualidad, como mambe, ambil, yagé, ortiga. El turista viene con una energía de metrópolis y recibe esta armonización con la palabra dulce. Esperamos que aprendan a guiarse por el sentir y la intuición. Compartimos el canto y la danza, el tabaco y los espacios de mambeo”, explicó Ordóñez.

Precisamente el mambeo es una de las actividades más significativas. En pleno atardecer y una vez se han completado los recorridos, los grupos se sientan alrededor de una hoguera, cerca del río, y mambean con los abuelos. La gente conversa, medita, pero sobre todo agradece.

“Siempre es sobre el río. Recordamos los cantos de los abuelos, los arrullos y los cantos dulces. Retornamos a la madre tierra y eso nos concede fortaleza. Abrazamos los árboles, renacemos”, añadió.

Selva amazónica en la que se perdieron cuatro niños indígenas tras caer la avioneta en la que se movilizaban.
Selva amazónica en la que se perdieron cuatro niños indígenas tras caer la avioneta en la que se movilizaban. | Foto: Cortesía Max

“No es un turismo cualquiera, es una experiencia regenerativa que transforma. Cada paso en la selva, cada historia contada por un abuelo o cada silencio compartido, le devuelve algo esencial al turista: la memoria de quién es y cuál el propósito de su viaje por la vida”, aseveró Morales.

La Amazonia en Colombia, según el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), alcanza una extensión de 390.707 kilómetros cuadrados. La mayor concentración de selva está en el departamento del Amazonas, pero otra gran parte se distribuye entre Caquetá, Guainía, Guaviare, Vaupés y Putumayo.

“Aunque es un destino incipiente con una infraestructura básica, es una selva que se siente. Una naturaleza espectacular y un Amazonas por descubrir. Todos creen que el Amazonas es solo Leticia y sus alrededores, pero nosotros tenemos otra por descubrir”, concluyó Morales.

Para Ordóñez, la selva no solo produce música, también es dadora de conocimiento y su “propia universidad”. Las plantas medicinales, los alimentos y las cortezas de árboles que transforman en jarabes son motivo suficiente para llamarla, además, “su todo”. “La selva es vida y nuestra vida depende de ella, de su cuidado. Gracias a esta experiencia, muchos podrán aprender a escucharla, a comprender la ciencia no humana”, finalizó.