Ambiente
Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia se unen para proteger a la laguna de Tota del cambio climático
Entender el impacto de este fenómeno en el ecosistema y calcular sus consecuencias a mediano y largo plazo permitirá garantizar la preservación de la laguna más grande del país. Así avanza el Proyecto AICCA, una iniciativa regional entre Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia para conservar los recursos hídricos más vulnerables.
La laguna de Tota, en el departamento de Boyacá, es la más grande del país y la segunda navegable a mayor altitud de América del Sur, después del lago Titikaka. Sus aguas dan vida y fertilidad a las tierras que la rodean. Los cultivos de papa de año, papa criolla, habas, arvejas y cebolla abundan en la zona, donde también se practica la ganadería y la piscicultura.
De estas actividades depende el sustento de muchas familias en la región, que comprende parte de los municipios de Cuítiva, Tota, Sogamoso y Aquitania; y es una despensa de productos para el centro de Colombia. Aquí, por ejemplo, se cultiva aproximadamente el 80 por ciento de la producción total de cebolla larga del país.
La actividad productiva, sumada a eventos climáticos, tiene incidencia en los incendios, sequías, inundaciones y deslizamientos que se registran en la cuenca del lago, lo cual repercute en la agricultura y en otras formas de sustento de las comunidades.
Debido a esta realidad, la laguna de Tota fue elegida para el Proyecto de Adaptación a los Impactos del Cambio Climático en Recursos Hídricos en los Andes - AICCA. Perú, Ecuador y Bolivia también forman parte de la iniciativa, aunque cada uno ha priorizado el sector que considera más estratégico en términos de desarrolo sostenible.
En Colombia el proyecto es liderado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible junto con Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam). El equipo de trabajo lo conforman ingenieros ambientales, agropecuarios, antropólogos, biólogos y comunicadores, quienes trabajan de la mano con agricultores, grupos ambientales, la academia, comunidades, entidades de la zona e instituciones para “identificar qué acciones son necesarias para enfrentar los riesgos climáticos”, precisa Miguel Vera Lugo, líder técnico nacional de AICCA en el país.
Las acciones se centran en analizar la interacción de los principales actores de la cuenca con los diferentes escenarios climáticos, para desarrollar instrumentos de planificación territorial. El objetivo es fomentar sistemas agrícolas resilientes y fortalecer organizativamente a la población.
Patricia Barinas, comandante de bomberos en Aquitania, reconoce que los cambios en el clima se han hecho más evidentes a medida que transcurren los años. “Las sequías, inundaciones e incendios son más intensos y la recarga hídrica que llega al lago no es la misma. A largo plazo esto podría ocasionar que se seque”, comenta.
Los cambios a nivel acuático y subacuático también han sido percibidos por Ricardo Sánchez, buzo profesional desde hace 25 años. “El fondo natural del lago es una arena blanca, la misma que se ve en la orilla de playa Blanca, pero cerca de las desembocaduras de los ríos hay mucho sedimento”.
Historia ambiental
Desde el inicio del proyecto en 2018 se realizó una caracterización social y ambiental para definir temas relacionados con las actividades productivas y la situación ecológica, social y ambiental. “En estos momentos nos encontramos en el tercer año del proyecto que finaliza en mayo del 2022”, comenta Vera Lugo.
Los resultados de la caracterización permitieron construir la definición de la estructura ecológica principal, hacer el análisis de vulnerabilidad al cambio climático, actualizar la cartografía de la cuenca, la modelación hidrológica del lago y proyectar los escenarios de cambio climático a 2050.
Paola Suárez Orduz, integrante de MisQua, una organización dedicada al turismo sostenible, destaca la labor de la comunidad -de la que ella hace parte- en proyectos como el que ejecuta AICCA. “Tomamos los mapas y empezamos a identificar cuáles eran las zonas que tenían mayor concentración de biodiversidad y nos dimos cuenta dónde debemos proteger, conservar, restaurar y cuidar celosamente”, precisa.
Estos conocimientos se transfieren a instrumentos y planes de ordenamiento y planificación que, son la base de acciones piloto de restauración ecológica, sistemas de riego, sistemas de alerta temprana y demás estrategias de adaptación al cambio climático. La lista es larga y también incluye servicios de información agroclimática, cosecha de agua y producción agropecuaria sostenible, con la consideración de la transversalización de los enfoques de género, interculturalidad e intergeneracional en la región.
Actualmente se han generado 13 productos de conocimiento sobre la vulnerabilidad al cambio climático de los sectores priorizados. Esta información fue transferida a cuatro instrumentos de gestión y política pública. Con las acciones de adaptación, se ha beneficiado directamente a 1.287 personas y se ha mejorado la planificación para el manejo de 408 mil hectáreas de áreas protegidas nacionales.
Vera Lugo destaca la importancia de un proyecto como este en un país biodiverso y altamente vulnerable al cambio climático,. “La intención de nosotros es dar herramientas para un cambio de pensamiento, que nos permita identificar y aceptar que somos parte de los ecosistemas y que tenemos que desarrollar unos comportamientos y actitudes diferente frente a estos”, concluye.
El proyecto ha consolidado toda la información de estos esfuerzos regionales en un solo lugar como insumo para el intercambio y el aprendizaje conjunto. Se trata del portal web AICCA (https://aicca.condesan.org/), con acceso a resultados, publicaciones, fotografías, videos, testimonios y noticias.
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