Especial Adulto Mayor

Cuatro historias que demuestran que la edad no es un impedimento para cumplir los sueños

Estos colombianos supieron enfrentar la adversidad y realizarse profesionalmente a pesar de las dificultades.

8 de julio de 2023
Cuatro historias que demuestran que la edad no es un impedimento para cumplir los sueños
Historias de adultos mayores que no se rindieron a pesar de las adversidades. | Foto: Getty Images

Esfuerzo por la educación

Cuatro historias que demuestran que la edad no es un impedimento para cumplir los sueños
Noemí Bonilla | Foto: Archivo Particular

Noemí Bonilla dirige el Centro Educativo San Pablo, una institución que les brinda la oportunidad de graduarse a las personas que no lo han podido hacer por factores económicos o sociales. De esta forma ha ayudado a jóvenes y adultos mayores que han querido iniciar o retomar sus estudios.

Para Bonilla, esto ha sido un gran logro en su vida porque así les ha cumplido a muchos estudiantes ese sueño que alguna vez ella también tuvo: terminar el bachillerato, algo que logró a los 40 años. Por eso, de alguna forma se ve reflejada en aquellos que con emoción asisten a sus clases para capacitarse y un día poder graduarse e, incluso, hacer algún técnico en la institución. Esto la ha motivado desde el comienzo y la ha ayudado a fortalecer el proyecto que empezó hace algunos años, con amor y determinación, en un pequeño salón de una iglesia que hoy ya cuenta con varios profesores que han guiado a más de siete promociones.

Pasión por el arte

Cuatro historias que demuestran que la edad no es un impedimento para cumplir los sueños
Isabel Segura | Foto: Archivo Particular

Isabel Segura habla con alegría de su infancia y relata las historias que hoy, con 60 años, todavía recuerda con cariño: los momentos en los que veía a su padre hacer manualidades sin saber que esto marcaría gran parte su vida.

Al ser la décima hija de 14 hermanos, tuvo que dejar su primaria para que los más pequeños estudiaran. Esto no la detuvo. Estudió a través de los cursos de Radiofónica Sutatenza y el Comité de Cafeteros, y luego empezó a trabajar con artesanías, tejidos, bordados, pinturas en tela, entre otros artículos.

Más adelante pudo validar la primaria. Quiso hacer el bachillerato mediante las clases que se ofrecían en la radio, pero no fue posible porque no llegaba la señal, así que finalmente tuvo que seguir trabajando.

Con el paso del tiempo, Isabel convirtió las manualidades en una de las ayudas económicas de la familia, lo cual fue clave cuando su esposo murió porque le permitió tener un sustento. Esto es una muestra de la pasión que siente por el arte, la cual sigue vigente porque en estos años no ha parado de asistir a cursos y, gracias a su talento, ha empezado a dictar clases para las personas que desean aprender a trabajar con materiales como lana, totumo, y bejucos.

Emplearse de nuevo

Cuatro historias que demuestran que la edad no es un impedimento para cumplir los sueños
Eduardo Veloza | Foto: Archivo Particular

Eduardo Veloza trabaja actualmente para Allianz, una multinacional alemana que le ha permitido crecer como profesional y realizarse en un área que le apasiona: los seguros. Ocupa el cargo de director de Hogar y Mipyme y se encarga principalmente del producto, los precios y las políticas de suscripción junto con otras personas de todas las edades que de una u otra forma han enriquecido su vida profesional.

No siempre fue así. En 2021 quedó desempleado de forma repentina. Fue todo un reto porque tuvo que enfrentarse nuevamente al mercado laboral y aprender a utilizar plataformas como LinkedIn. A pesar de que no recibía ningún avance en los procesos para los que aplicaba, Veloza no se rindió. Tardó un año y medio en ser contratado. Hoy, reconoce que sintió nuevamente muchas emociones que le recordaron su juventud porque, según él, parece que volvió al pasado y se siente como si este fuera su primer trabajo.

Soñar en grande

Cuatro historias que demuestran que la edad no es un impedimento para cumplir los sueños
Rosalba María Ramos | Foto: Archivo Particular

La infancia de Rosalba María Ramos fue complicada, por eso varias veces se escapó de su casa, aventurándose a recorrer el 20 de Julio y otras calles de Bogotá. Desde entonces tuvo que aprender a ser fuerte y perseverante. Muy joven llegó su primera hija, a quien debía cuidar mientras hacía las labores de empleada doméstica. En varias ocasiones, prefirieron despedirla poniendo en juego su estabilidad financiera.

A sus 72 años, decidió empezar nuevamente a estudiar. De esta forma pasó de no saberse las vocales a culminar su primaria y graduarse contando siempre con el apoyo de su familia, que le ayudaban a estudiar. No se detuvo allí, entró al Sena y logró un título técnico en modistería.