Ambiente
Campesinas de Aquitania protegen la cuenca del lago de Tota por medio de la recolección de aguas lluvia
Productoras de la Asociación de Mujeres Proactivas de Aquitania, con el apoyo del proyecto AICCA, ahora gozan de invernaderos y sistemas de riego de aguas lluvias para la producción de lechuga, espinaca, acelga, cilantro, remolacha y tomate. De esta forma mejoran su seguridad alimentaria mientras protegen los recursos hídricos.
Debido al cambio climático se proyecta que la cuenca del lago de Tota sufra largos periodos de sequía y fuertes épocas de lluvia. Estas variaciones, más el uso intensivo del agua, afectan la principal fuente de ingresos de cientos de familias y pone en riesgo su seguridad alimentaria. Para evitar esto, el proyecto AICCA, junto a la Asociación de Mujeres Proactivas de Aquitania (Asomuc), ha implementado un sistema de recolección de aguas lluvia que les permite regar sus cultivos sin afectar la cuenca del lago.
Lorena Martínez, bióloga y consultora del proyecto AICCA, señala que Aquitania provee al país del 90 por ciento de la producción de cebolla; sin embargo, las mujeres de Asomuc empezaron a identificar que no tenían mucha variedad de productos para garantizar su seguridad alimentaria, razón por la cual empezaron a pensar en diferentes opciones como asociación.
“Nos dimos cuenta de que estas mujeres ya tenían indicios de fortalecimiento en equidad de género y se venían adaptando al cambio climático de manera inconsciente, porque, aunque no conocían los conceptos técnicos, los venían haciendo por seguridad alimentaria”, cometa Martínez y reconoce el poder organizativo de estas campesinas, asociadas desde el 2014, para trabajar en temas de empoderamiento de la mujer, recuperación de prácticas y saberes ancestrales, y en la conservación de los ecosistemas.
Entre ellas tomaron la decisión de seleccionar 16 beneficiarias para la construcción e implementación de sistemas de cosecha de agua lluvia y riego. “Esto implicaba crear invernaderos desde cero, evaluando el predio, la geografía, la dirección del viento, además de articular a todo el núcleo familiar en el proyecto”, comenta Martínez.
Junto a las 16 familias campesinas idearon los planos de los invernaderos, se socializaron con arquitectos y se construyeron. Posteriormente se adecuó todo el sistema de riego con taques de cosecha de agua lluvia y en algunos casos se brindó motobombas por temas topográficos. Martínez afirma que cada beneficiaria recibió un manual de mantenimiento, de tal modo que, si por deterioro del tiempo o del uso algo se daña, ellas ya sabrán qué materiales utilizar, dónde conseguirlos y qué profesiones las pueden ayudar.
“Esto es algo que soñábamos tener, porque antes regábamos la siembra con agua potable del acueducto, pero ahora recolectamos el agua lluvia y con eso se riega al interior del invernadero”, comenta Teresita Ávila López, una de las beneficiarias, quien además destaca que con esto han logrado incrementar la interceptación, retención, almacenamiento y regulación del agua de lluvia.
Este proceso contribuye principalmente a reducir los impactos causados por la escasez de agua. Además, se fortalecen las capacidades técnicas de las familias y sus sistemas de producción con buenas prácticas agrícolas. “Afuera de los invernaderos los cultivos se demoran mucho para dar. Con esto es una belleza, porque las cosechas llegan rápido y se garantiza el riego”, expresa Rosalba Alarcón Barinas, quien ya tiene en su cultivo lechuga, espinaca, acelga, cilantro, remolacha y tomate.
“Siempre es importante articular lo técnico con la cultura en cada una de las comunidades, porque este tipo de proyecto son como las alas de un cóndor. En una está la ciencia y la tecnología, en la otra está la cultura y la cosmovisión. Juntas permiten que el cóndor vuele, de lo contrario se cae”, concluye Martínez.
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