Especial Turismo por Colombia
¿Aficionado al vallenato? Conozca la ruta de los juglares por La Guajira y Cesar
Esta travesía recorre los lugares emblemáticos que rinden homenaje a los grandes juglares del vallenato.

Con más de 1.000 ritmos, agrupados en 157 géneros musicales, Colombia es un país de músicos. Cada región tiene sonidos característicos, instrumentos locales y estilos muy propios. Durante generaciones, la música ha marcado el estilo de vida de las comunidades y se ha convertido en un elemento clave para entender las dinámicas de pueblos y ciudades, y ahora también es un referente de la oferta turística nacional.
“Cada lugar se escucha distinto, porque cuenta la historia de su gente; es parte de la tradición oral”, explicó Mauricio René Pichot, musicólogo y locutor. Este cartagenero es un claro ejemplo de cómo la música puede estar estrechamente ligada a un territorio: creció oyendo vallenato a orillas del mar Caribe. En su opinión, este es uno de los géneros musicales con mayor capacidad narrativa. “Es una expresión literaria que refleja la sencillez de los campesinos de la costa, surgió del deseo de cantar al compadre, a un amigo, al amor, a la naturaleza, a los animales”, detalló.
En 2015, la Unesco declaró el vallenato Patrimonio Cultural Inmaterial, aclarando que este género es resultado de la combinación de diversas expresiones culturales como los cantos de los vaqueros del Magdalena Grande, la música de ascendencia africana y los ritmos tradicionales de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta.
“Indudablemente, el vallenato trascendió. Pasó de ser únicamente el patrimonio oral de una región de Colombia, a ser parte de los sonidos identitarios de todo el país. El ejemplo más claro es Gabriel García Márquez: el vallenato dio origen a un premio Nobel de Literatura”, precisó Pichot, recordando una célebre frase del Nobel: “Regularmente he dicho que Cien años de soledad es un vallenato de 500 páginas”.
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Tierra de juglares
Desde sus inicios, el vallenato ha llegado hasta el corazón de las comunidades, dignificando la labor del artista, tradicionalmente conocido como juglar. Generalmente son personas alegres, joviales, muy hábiles para tocar el acordeón, la guacharaca y la caja, y con un talento excepcional a la hora de improvisar versos.
Su esencia podría resumirse en la historia de Francisco el Hombre, un guajiro que se enfrentó al diablo en un duelo musical y ganó gracias a su habilidad para tocar el acordeón. La leyenda vive en departamentos como La Guajira y Cesar, cuna de las grandes voces del vallenato. En Valledupar nació el compositor que marcó el gran hito del folclor vallenato: Tobías Enrique Pumarejo. También es la ciudad del maestro Rafael Escalona. Ambos son considerados pioneros y toda una inspiración para juglares icónicos como Gustavo Gutiérrez, Leandro Díaz y Diomedes Díaz.
Conocido como el cacique de La Junta, Diomedes se convirtió en uno de los grandes exponentes de la música vallenata y fue clave para popularizar este género en otras regiones y llevarlo también fuera del país. “Marcó las parrandas de generaciones, sus canciones se convirtieron en la dedicatoria perfecta para los grandes amores y su música acompañó las penas de muchos colombianos”, aseguró Raguis Mendo, líder de la Ruta del Vallenato, un recorrido que revive los pasos del cacique de la junta desde La Guajira hasta el Cesar.

El cacique de La Junta
La influencia de Diomedes Díaz se siente en toda la región, por eso esta ruta comienza en Riohacha y se dirige hacia el sur de La Guajira. La travesía lleva a los turistas a través de paisajes desérticos, en un viaje que está ambientado por la parranda vallenata que se vive en el bus.
Aunque la ruta se centra en la vida y obra del cacique de La Junta, destacando sus primeras presentaciones en municipios como Monguí, también rinde homenaje a otros juglares de la región. “El repertorio -aquí lo conocemos como tanda- varía de acuerdo con la historia de cada pueblito. Si, por ejemplo, vamos camino a Fonseca, disfrutaremos canciones de Carlos Huerta, ya que allí se rinde homenaje al artista”, aclaró Mendo.
El trayecto continúa hacia San Juan del Cesar, donde se hace un desvío hacia el corregimiento de La Junta, tierra natal de Diomedes Díaz, y responsable del apodo con el que se le conoció: el cacique de La Junta. Aquí son cuatro los lugares imperdibles. El primero es la Casa Galería de Rosa Elvira Díaz, la hija mayor del cacique, quien da la bienvenida a los turistas con el mismo entusiasmo que se recibe a un amigo muy cercano. “Ella misma atiende a los visitantes y les cuenta cómo era su padre, más allá de ser el artista que brillaba en el escenario”, detalló Mendo.
La segunda parada es el Parque del cacique, donde se puede apreciar el monumento en honor al artista. Y a tan solo unas cuadras está la tercera parada: La Ventana Marroncita. Diomedes hizo referencia a este lugar en su sencillo Tres canciones como una dedicatoria a Patricia Acosta, su primera esposa: “Que yo las canto con el alma para esa linda morenita de la ventana marroncita a donde duerme mi adorada”.
Para llegar al último lugar de este recorrido, los turistas deben continuar el viaje durante 20 minutos hasta el Carrizal, un caserío que pertenece al territorio ancestral de la comunidad indígena wiwa. Aquí está el Museo Carrizal, donde se conservan las carátulas originales de los álbumes y los objetos personales del cacique de La Junta como los vestuarios que utilizó durante sus presentaciones. Además, el museo permite conocer detalles de su infancia e incluso exhibe una réplica de la casa en la que nació.

La ruta sigue hasta Valledupar, en donde pueden visitar el Parque La Provincia, deteniéndose en la Glorieta de los Juglares para ver los monumentos de los principales juglares vallenatos: Diomedes Díaz y su hijo Martín Elías Díaz, Kaleth Morales, Iván Villazón, Jorge Oñate y Carlos Vives. También vale la pena detenerse en el monumento a Leandro Díaz, ubicado en la carrera novena, y en el de Peter Manjarrés, en la glorieta de la Terminal de Transporte de la ciudad.
Otro atractivo de la ruta son los Jardines del Ecce Homo, en donde se encuentran las tumbas de Diomedes Díaz, Martín Elías Díaz, Kaleth Morales, Colacho Mendoza y Rafael Escalona. Y para vivir la experiencia completa, los visitantes pueden disfrutar del emblemático río Guatapurí, inmortalizado en varios vallenatos.
“La Unesco hizo énfasis en la necesidad de proteger el vallenato. De hecho, es una obligación, ya que gracias a esta tradición oral pudimos crecer no como una región a orillas del mar, sino como un Caribe continental”, afirmó Efraín Quintero, vicepresidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, una entidad comprometida con este propósito. Por eso, además de organizar el tradicional Festival de la Leyenda Vallenata, que convoca cada año a más de 200.000 personas, lidera la Escuela Rafael Escalona, un espacio educativo por el que ya han pasado más de 1.600 niños, quienes aprenden del folclor vallenato y luego se convierten en promotores de esta tradición.
“Indudablemente, debemos resguardar todo lo nuestro, comenzando por el vallenato e incluyendo el medioambiente y la tradición de las comunidades. Eso lo podemos lograr a través de un turismo sostenible, que trabaje de la mano con nuestra gente”, concluyó Quintero.
La Leyenda Vallenata
Con más de cinco décadas de historia, es el evento más emblemático del folclor caribeño. El festival exalta la tradición vallenata, impulsa la economía local y es la principal plataforma para los grandes juglares del género. Este año, durante su 58° edición, que se celebró entre el 30 de abril y el 3 de mayo, Valledupar recibió a más de 250.000 turistas, con una ocupación hotelera que superó el 84 por ciento.
Llega el Festival Francisco el Hombre
Inspirado en la leyenda del guajiro que venció al diablo con su acordeón, esta fiesta es una de las vitrinas más innovadoras del vallenato contemporáneo. En su 17º edición, que se celebrará del 27 al 29 de junio en Riohacha, La Guajira, se esperan más de 10.000 asistentes. Entre los artistas confirmados estarán:
Carlos Vives: con más de 30 años de carrera, se caracteriza por la fusión del vallenato y el pop, un estilo que lo ha llevado a ganar múltiples Latin Grammy. Entre sus sencillos más famosos destacan su versión de La gota fría, Fruta fresca y La bicicleta.
Peter Manjarrés: oriundo de Valledupar y con más de 20 años de carrera musical, ha ganado dos Latin Grammy como Mejor Álbum del género con Solo clásicos y su álbum El caballero del vallenato.
Felipe Pipe Peláez: combina el vallenato y la balada. En sus 20 años de carrera artística ha recibido varios reconocimientos, entre ellos un Latin Grammy en 2013 con su álbum Diferente.
Silvestre Dangond: este guajiro se ha convertido en un ídolo del vallenato moderno. Ha ganado distintos reconocimientos. El más reciente fue en los Latin Grammy de 2024 por su álbum Ta malo.