MEDIOAMBIENTE

Si los árboles hablaran, ¿qué dirían?

En el libro recientemente lanzado: 'Los secretos olvidados del bosque', las autoras, las hermanas Catalina y Natalia Zuleta, aseguran que la situación en la que se encuentra cada especie de árbol en Colombia es un indicativo de las transformaciones sociales, económicas y hasta políticas que se han dado en los territorios a lo largo de la historia.

13 de mayo de 2020
Las hermanas Catalina y Natalia Zuleta son las autoras del libro ‘Los secretos olvidados del bosque'. Foto: archivo particular.

La aventura literaria de las hermanas Catalina y Natalia Zuleta en torno a los árboles más emblemáticos del país duró cerca de dos años, tiempo durante el cual investigaron y viajaron a lo largo y ancho del territorio. 

En su andar descubrieron la intrínseca relación que tenían los árboles más representativos de cada región con su idiosincrasia y cultura. Encontraron que la situación de cada especie era un indicativo fehaciente de la complejidad del entorno y de las transformaciones sociales, económicas y hasta políticas que se habían dado a lo largo de la historia

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"Un ejemplo es la palma de moriche en los Llanos Orientales. Los ancestros que habitaron allí veían a esta especie como un árbol sagrado, por lo que tenían una relación muy armónica con éste, lo respetaban. Luego llegó la ganadería extensiva y la civilización, y empezó a arrasar con todo, incluido los vínculos de sus pobladores con la naturaleza", indicó la comunicadora social Natalia Zuleta. 

Ese mismo panorama lo encontraron estas hermanas investigadoras en otras zonas del país de donde eran nativos los cinco árboles que finalmente se decidieron a analizar. "Los árboles no solo nos hablan sobre el estado de conservación en el que se encuentra la naturaleza, sino de todas las historias humanas que existen a su alrededor, son testigos silenciosos del cambio y eso fue muy bonito descubrirlo", sostuvo la diseñadora industrial Catalina Zuleta. 

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Los árboles emblemáticos elegidos fueron el guayacán de La Guajira, al que le atribuyeron el valor del compromiso; el palo de rosa del Amazonas, como símbolo de la sabiduría; la palma de cera del Quindío en representación de la integridad; el encenillo de Cundinamarca como muestra de templanza, y la palma de moriche de los Llanos Orientales a la que se le apropió el valor del equilibrio.  


La palma de cera es el árbol icónico de Colombia y se encuentra en peligro de extinción. Foto: archivo/Semana.  

"Son cinco árboles que están en peligro de extinción y lo que queríamos era llamar la atención sobre eso, porque la gente cuando habla de ese tema piensa más en los animales que en cualquier otra cosa, sin tener en cuenta que parte de la problemática que estamos viviendo hoy con el calentamiento global es por la falta de árboles que tengan la capacidad de absorber el carbono que se está liberando a la atmósfera. La deforestación ha acelerado este problema y agrava la crisis. Colombia ocupaba en 2018 el cuarto lugar en el escalafón mundial de países con mayores índices de deforestación", afirmó Natalia.   

Estos y otros planteamientos fueron plasmados en el libro Los secretos olvidados del bosque que fue lanzado al público recientemente. En la obra las autoras asociaron cada planta a un valor de la sostenibilidad con el fin de que estén atados a acciones y estrategias a través de las cuales se puedan evidenciar trasformaciones reales sobre la manera como los humanos se relacionan con la naturaleza. 

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"La gente a veces no entiende qué es la sostenibilidad, no sabe cómo aportar y cuál es su responsabilidad en la situación de deterioro que está viviendo el planeta. Nosotros, por medio de historias muy sencillas y cercanas a la realidad de las personas, lo que buscamos es generar reflexión sobre las propias conductas que un individuo asume desde el momento en que se levanta o decide no comprar una cosa, o cómo dispone sus desechos. La meta es acercarlos a la sostenibilidad", comentó Catalina.  

Para las hermanas Zuleta, en Colombia hace falta desarrollar una política pública para que estas especies vulnerables de árboles nativos sean conservadas, así como generar una mayor conciencia por parte de las personas frente a su valor. 

"Es increíble llegar a un lugar como el Eje Cafetero y ver zonas que todavía no han podido ser declaras como reservas a perpetuidad porque pertenecen a particulares, entonces cuando el gobierno no puede actuar sobre estas, de acuerdo a la legislación de preservación, pues es difícil que se asegure la conservación de estas especies", expresaron. 

Para ellas los árboles son grandes maestros de los desafíos que tenemos como humanidad porque están interconectados con toda la naturaleza.