CONTAMINACIÓN

La hoja de ruta de Bogotá para disminuir sus gases de efecto invernadero a 2050

Según la secretaria de Ambiente Carolina Urrutia, el plan de acción climática, que saldrá en diciembre, incluirá acciones como un fondo para financiar las transiciones tecnológicas, incentivos para el transporte eléctrico y metas para el cambio de hábitos de los ciudadanos.

23 de octubre de 2020
La peor problemática ambiental de Bogotá es la contaminación del aire. Foto: Guillermo Torres.

Bogotá asumió retos ambiciosos en materia de cambio climático. En los próximos tres años, la capital del país se comprometió a disminuir la emisiones de gases de efecto invernadero en un 15 por ciento, cifra que en 2030 debe llegar al 50 por ciento y en 2050 alcanzar una descarbonización total.

Para cumplir con esta travesía climática, la Administración Distrital empezó a trabajar en la actualización del plan de acción climática, una hoja de ruta para las próximas tres décadas que incluirá acciones puntuales tanto para los sectores económicos, el transporte y los más de ocho millones de habitantes de la capital.

Según la secretaria de Ambiente Carolina Urrutia, además de incluir 29 metas de cambio climático dentro del Plan de Desarrollo, el primer paso fue dar inicio a la actualización del inventario de emisiones de gases de efecto invernadero de la ciudad, un insumo con cifras de 2017 pero sin una periodicidad uniforme y una escasa articulación entre todos los sectores.

Las fuentes móviles son responsables del 60 por ciento de la contaminación atmosférica de Bogotá. Foto: Guillermo Torres.

“La actualización de este inventario, que verá la luz en diciembre a la par del plan de acción climática, revelará la cantidad de gases que genera cada uno de los sectores. No va a aparecer algo tan dramático como lo hace el cambio de uso del suelo en el inventario nacional, ya que Bogotá es una ciudad construida. Mostrará los sospechosos más comunes como el tema energético, transporte y residuos”.

Para Urrutia, concretar la hoja de ruta climática para Bogotá y trazar metas de reducción tan ambiciosas durante los próximos 30 años sin contar aún con el principal insumo técnico sobre las emisiones de estos gases, como lo es el inventario, no es algo descabellado. 

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Hoy en día, la ciencia es la que se encarga de plantear las metas en materia de acción climática. No tenemos mucha opción de salirnos de un escenario de descarbonización a 2050, porque sabemos que es lo que debemos hacer. Por eso el reto es planear mientras ejecutamos e ir identificando y cubriendo acciones”.

La secretaria de Ambiente considera que el cambio climático es un universo de incertidumbres, un panorama que se incrementó durante la pandemia. “No podemos planear con información perfecta porque hay muchos factores desconocidos, como cuál será el estado de la economía en los próximos años. Pero esa incertidumbre no nos puede llevar a ser menos ambiciosos, por lo cual mantuvimos todas las metas”.

El plan de acción climática de Bogotá busca disminuir en un 50 por ciento los gases de efecto invernadero a 2030. Foto: archivo.

Incentivos y controles

El plan climático de Bogotá llamará a la acción a todos los actores de la sociedad civil para disminuir las emisiones y la huella de carbono, una hoja de ruta que incluirá tanto garrote como zanahoria para los individuos, el transporte y las empresas de todos los sectores.

Urrutia considera que la capital se ha caracterizado por el garrote para mejorar la calidad del aire, como lo son el pico y placa, los decretos específicos para la restricción a los camiones de más de 20 años de vida y las nuevas reglas de juego para las edificaciones.

“Claro que las industrias, TransMilenio y el SITP tendrán un mayor compromiso en sus cadenas productivas para lograr la meta de reducción del 15 por ciento, al igual que el sector de la construcción para que los vehículos que transportan el material sean limpios y las edificaciones con estándares de ecourbanismo cada vez más altos”.

Todos los sectores contarán con metas específicas para disminuir sus gases de efecto invernadero. Foto: archivo.

Sin embargo, la secretaria precisa que en la ciudad no se ha incentivado mucho la zanahoria, es decir ayudas a los transportadores y pequeñas industrias para hacer la transición tecnológica. “Hoy en día, funcionar con carbón es una decisión propia. Por eso, hemos determinado armar un esquema de incentivos para las organizaciones a lo largo de las cadenas productivas”.

Actualmente, las Secretarías de Ambiente, Movilidad y Desarrollo Económico de Bogotá estructuran un fondo para financiar las transacciones tecnológicas de las empresas que estén realmente comprometidas en hacerlas en el corto plazo. 

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Sumando a esto, el denominado Plan Marshall de reactivación económica, aprobado recientemente por el Concejo de Bogotá, incluyó una escala de exenciones para el transporte eléctrico en la ciudad

Serán de 70 por ciento para los taxis eléctricos, 60 por ciento para los vehículos eléctricos y 40 por ciento para los híbridos, exenciones que esperamos sean revolucionarias para el mercado”, informó Urrutia.

Las industrias contaminantes también entrarán en cintura. Fotos: videos redes sociales.

La actualización del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), que el Distrito debe entregar al Concejo el próximo año, no se basará sólo en restricciones para que a la ciudad no entre tanto transporte de carga contaminante y las industrias no utilicen combustibles fósiles.

“Esto no puede consistir en exportar la industria contaminante a los bordes de la ciudad, afectando así a los municipios aledaños. Lo que haremos es crear incentivos para que los establecimientos cambien sus tecnologías, independiente del lugar donde estén, a través de las zanahorias y garrotes”, recalcó Urrutia.

Para esto, el Distrito se articula con Cundinamarca para resucitar los programas del plan regional de cambio climático para tener una visión regional. “Los ecosistemas no tienen fronteras, el aire menos y el cambio climático es global. Esta estrategia regional entre Bogotá y Cundinamarca cuenta con el apoyo del PNUD”.

Durante el confinamiento por la pandemia, la contaminación del aire en Bogotá disminuyó más del 40 por ciento. Foto: SDA.

Ciudadanía es protagonista

Aunque la lucha contra el cambio climático en Bogotá incluirá los criterios de justicia ambiental para diferenciar la carga de las metas de mitigación de acuerdo a la situación de vulnerabilidad de las distintas poblaciones, la ciudadanía también deberá cambiar sus hábitos contaminantes.

Todos los ciudadanos debemos reducir los gases de efecto invernadero cambiando nuestros hábitos de vida, consumo y transporte. Aunque un individuo aún no puede elegir si toma un bus que funciona con diesel o uno eléctrico, por ejemplo sí puede decidir si se transporta en carro particular, bicicleta o camina”, anotó Urrutia.

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El uso de la bicicleta será uno de los protagonistas en la mitigación ciudadana al cambio climático. “Durante la pandemia logramos incrementar en casi 40 kilómetros nuestros ciclorrutas, una nueva forma de transporte sostenible que antes era sólo vista como algo recreacional. Esperamos triplicar este mecanismo y mejorar los esquemas de seguridad para todos los ciudadanos”.

Carolina Urrutia, secretaria de Ambiente de Bogotá, tiene la meta de cambiar los hábitos contaminantes en los ciudadanos. Foto: archivo.

El plan de acción climática de Bogotá pretende que todos los bogotanos apliquen acciones que contaminen menos y que las organizaciones no tengan solo el castigo sino una posibilidad de transición. “La sociedad no es más que la suma de sus individuos. Iremos construyendo una base narrativa de movilización ciudadana que nos va a permitir empezar a hablar de metas individuales de gases de efecto invernadero”, afirmó la secretaria de Ambiente.

En el corto plazo, uno de los objetivos de la hoja de ruta climática de Bogotá es que cada uno de los ciudadanos evalúe su huella de carbono y tome las decisiones para contribuir con la reducción del 15 por ciento de los gases de efecto invernadero durante los próximos tres años. “Ya contamos con calculadores que se encargan de medir la huella”.

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Urrutia busca romper con el paradigma que predomina en la sociedad civil sobre el cambio climático: que solo hay buenos y malos. “Todos cumplimos un papel en la mitigación del calentamiento global y no es una tarea exclusiva de los vistos como malos, es decir los sectores productivos, constructivos y el transporte”. 

Por eso, el Distrito pretende que cada actor cuente con una responsabilidad con metas y horizontes claros. “Esta no es una batalla contra unos cuantos individuos. Todos los modelos y formas de ordenar el territorio deben transformarse para afrontar la crisis climática. Para eso es necesario ver los impactos climáticos de una manera integral y no como piezas sueltas, es decir juntar el rompecabezas y ver los encadenamientos completos”.

La nata densa de contaminación en Bogotá disminuyó bastante durante la cuarentena. Foto: Maribel Torres.

Ordenar las localidades

El nuevo POT de Bogotá buscará transformar la forma de planear el territorio en las 20 localidades de la ciudad, en especial en aquellas donde está concentrada la mayor cantidad de la población, como es el caso de Suba, Kennedy o Bosa.

Queremos consolidar distritos pequeños de 30 minutos, es decir que todo lo que necesite un ciudadano en términos de servicios, acceso a vivienda y empleo, pueda estar disponible en ese radio de tiempo. En la actualidad, muchos habitantes destinan más de tres horas en el transporte para llegar a sus sitios de trabajo”, mencionó Urrutia.

Esta transformación, que se concretaría durante los próximos 12 años en los que regirá el nuevo POT, irá de la mano con la electrificación del transporte público, la modificación del esquema de incentivos y el ordenamiento predial. “La idea es consolidar usos mixtos dentro de estos distritos que permitan ese radio de 30 minutos”.

La cuarentena mostró una nueva cara de Bogotá, una ciudad libre de gran parte de la contaminación atmosférica. Foto: Guillermo Torres.  

Para Urrutia, la reorganización de la ciudad en espacios mucho más cortos no será fácil. “La estratificación de Bogotá hace que no haya suficientes zonas que combinen usos. Este es un proceso de transformación que viene con un cambio cultural y un mejor esquema de incentivos, que a su vez contribuirá a mitigar el cambio climático porque los ciudadanos podrán movilizarse en bicicleta. Ordenar una ciudad construida es todo un reto”.

La disminución de la contaminación del aire, que para la secretaria de Ambiente es la principal problemática ambiental de Bogotá, será una de las apuestas que más repercutirá en la baja de gases de efecto invernadero. "Una de las metas del Plan de Desarrollo consiste en reducir en un 10 por ciento la concentración de material particulado de 10 y 2,5 micras durante los próximos tres años, la cual cuenta con una inversión cercana a los 30.000 millones de pesos". 

La bicicleta como medio de transporte masivo será una de las metas de plan de acción climática. Foto: Semana.  

El Distrito le apunta a que la ciudad esté libre de combustibles fósiles en el corto y mediano plazo, para lo cual ya hay avances con el sector transporte. "Estamos renovando la flota de TransMilenio. Durante los últimos dos meses ingresaron 130 buses biarticulados nuevos con motores a gas natural vehicular, que completan el 93 por ciento de renovación de esta flota que produce 95 por ciento menos emisiones de material particulado”. 

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La cabeza del sector ambiente bogotano informó que a Bogotá también llegarán 320 buses a gas y 477 eléctricos al sistema zonal. "La ciudad se convertirá en un área metropolitana incluyente, moderna y sostenible que utilice tecnologías limpias e incentive el uso de medios de transporte alternativos como la bicicleta. Hoy contamos con la red más extensa de Latinoamérica en carriles exclusivos para bicicleta, 551 kilómetros, y construiremos 280 kilómetros más en estos tres años".

Bogotá y Buenos Aires de la mano

Las capitales de Colombia y Argentina tienen un reto extra además de mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero en sus urbes: trabajar en forma conjunta para involucrar activamente a las demás ciudades de Latinoamérica en el desarrollo de políticas climáticas.

Este año, los alcaldes de Bogotá y Buenos Aires asumieron el rol de vicepresidentes de C40 (Grupo de Liderazgo Climático de Ciudades), una red que busca liderar acciones enfocadas en la reducción de estos gases mediante el intercambio de conocimiento y el apoyo a programas o proyectos que busquen beneficios ambientales, de salud y económicos.

Así se vio el cambio en la calidad del aire durante los primeros meses de la cuarentena. Foto: SDA.

C40 es una alianza que busca avanzar en la acción climática global a través de un trabajo técnico robusto para el servicio de las ciudades, una serie de declaratorias con metas ambiciosas y sus hojas de ruta para lograrlas. Por ejemplo, C40 apoya la elaboración del plan de acción climática de Bogotá, específicamente la actualización de inventario de emisiones”, informó Urrutia.

Desde marzo, Horacio Rodríguez y Claudia López, alcades de Buenos Aires y Bogotá, integran el comité directivo del C40, en representación de las 12 ciudades de la región latinoamericana. Como vicepresidentes de C40, ambos deben liderar el proceso regional de ambición frente a la acción climática, haciendo llegar la información, oportunidades, aprendizajes y cooperación a todas las ciudades.

Bogotá firmó dos declaratorias en el marco del C40: la primera por un aire limpio, donde se comprometió a establecer todas las medidas necesarias que permitan mejorar su calidad del aire; y la segunda, por calles libres de combustibles fósiles, para que las nuevas adquisiciones de cualquier medio de transporte sean cero emisiones”, anotó la funcionaria. 

La polución de Bogotá desencadena grandes problemas respiratorios para los ciudadanos. Foto: Jonathan Chiquiza.

Sumado a esto, Carolina Urrutia fue nombrada como miembro de la junta directiva global de C40, un rol en el que supervisará y gestionará las actividades diarias de la corporación y manejará los asuntos generales de la red de ciudades.

Bogotá será una de las ciudades del mundo que podrá presentar propuestas transformadoras para disminuir el impacto negativo que tienen los gases efecto invernadero. Con nuestra participación y representación en el C40, uniremos esfuerzos para limpiar el aire de la ciudad y proteger la salud de todos los ciudadanos”.

Además de reducir las emisioes de gases de efecto invernadero de la concentración de material particulado, el Distrito formula el Plan de Gestión Integral de Calidad de Aire, que estará listo en 2021, el programa para la gestión de emisiones del transporte urbano de carga y el diseño e implementación de un plan de intervención de la zona suroccidental de la ciudad.