MODA
Silvia Tcherassi conversó con SEMANA sobre su debut en la Semana de la moda de Madrid, “el talento sin visión, dedicación y disciplina no lleva a ninguna parte”
La diseñadora de modas barranquillera habla sobre su presencia en la Semana de la Moda de Madrid, la sostenibilidad en la industria, la inspiración en su nueva colección y el apoyo al talento latinoamericano.


SEMANA: Este año será la diseñadora internacional invitada para abrir la Semana de la Moda de Madrid. ¿Qué significado tiene para usted representar a la moda colombiana en un evento de esta magnitud?
Silvia Tcherassi: Un gran orgullo. Este evento representa una nueva era para el Mercedes-Benz Fashion Week de Madrid, que de ahora en adelante va a tener una plataforma más global. Estoy muy honrada, dentro de ese contexto, de que me hayan escogido como la primera diseñadora internacional invitada. Por nuestro pasado compartido e identidad cultural, existe una conexión natural entre nuestra región y España.
Desde que abrí mi boutique en Madrid hace diez años, me han recibido con los brazos abiertos y este país se convirtió en mi punta de lanza para conquistar Europa 15 años después de haber debutado en las semanas de la moda de Milán y París. Durante mucho tiempo he sido una promotora del diseño colombiano y del diseño latinoamericano y ahora me siento comprometida con ser una promotora del diseño iberoamericano.
SEMANA: Esta participación coincide con el décimo aniversario de su primera boutique en Madrid. ¿Cómo ha evolucionado su relación con la ciudad?
S.T.: Recuerdo que, cuando abrí la boutique, muchas clientas y editores me preguntaban si había creado la colección que estaba exhibida especialmente para las clientas españolas, porque se identificaban mucho con lo que veían. Y les decía: “No, es lo que siempre he hecho. Esa es mi sensibilidad, que es al mismo tiempo latina y europea, tradicional y vanguardista”. Durante este tiempo, las mujeres más elegantes de España, muchas de ellas referencias de la moda internacional, han llevado mis diseños, y la boutique ubicada en la mejor área de la ciudad, rodeada de las grandes marcas de lujo, se ha convertido en un punto de referencia permanente y en un destino por derecho propio. Madrid cada vez es más vibrante y es una ciudad europea donde le puedes tomar el pulso al mundo.
SEMANA: La Mercedes-Benz Fashion Week Madrid estrena un formato renovado que apuesta por la internacionalización y la sostenibilidad. ¿Cómo refleja estos conceptos en su nueva colección para esta pasarela?
S.T.: Siguiendo el calendario internacional, presentaré mi colección ready to wear primavera 2026. Las piezas de esa colección serán el núcleo de la presentación y a ella se sumarán unas piezas de mi colección atelier, como lo he hecho en mis desfiles recientes. Mi marca desde que nació ha tenido una visión internacional. Incluso mis primeras órdenes grandes fueron para Aruba y Brasil, y siempre he creado sin pensar en la edad o la nacionalidad de la mujer.
Sobre la sostenibilidad, antes que se pusiera “de moda”, siempre ha sido un tema de mi interés. Mis primeros diseños fueron camisetas embellecidas con pedazos de pieles que mi madre encontró en una fábrica y, desde el comienzo, en nuestro taller y en nuestra planta, no hay nada que se pierda, a todo le encontramos un uso. Creo que esa es una buena mentalidad. Toda empresa, no importa su tamaño o sector, puede incorporar prácticas sostenibles, y esa suma de pequeños esfuerzos individuales puede tener un gran efecto colectivo.
SEMANA: ¿Puede adelantarnos alguna pieza o concepto clave de la colección que presentará en Madrid?
S.T.: No me gusta adelantarme con detalles, pero puedo decir que las piezas tienen múltiples influencias: la arquitectura, la geometría orgánica y el arte fractal, temas que siempre he explorado. La paleta de color sí tiene una luz diferente y está inspirada en las películas de Paolo Sorrentino.
SEMANA: ¿Qué aspectos de su identidad cultural como colombiana y estética personal considera más importantes a la hora de diseñar y cómo los incorpora en esta colección?
S.T.: Mi marca tiene indudablemente un ADN Caribe y siempre está ahí, a veces más evidente que otras, pero siempre está. Siempre he dicho que haber crecido en una región donde el cielo y el mar no tienen límites, en un puerto que históricamente ha generado una amalgama cultural y en un contexto geográfico donde lo mágico y la realidad se confunden, termina teniendo mucha influencia en cualquier creador, se llame Gabriel, Alejandro o Silvia. Por otro lado, esa búsqueda de una elegancia sin esfuerzo, sin excesos ni pretensiones, se convirtió en el sello que me distingue. Es un concepto con el que siempre me he identificado, incluso antes de llamarlo así.
SEMANA: Su trabajo ha trascendido las pasarelas, apareciendo en series y producciones internacionales. ¿Cómo influye esta visibilidad en su proceso creativo?
S.T.: En un mercado de la moda tan competido y con exceso de contenidos de moda, estos product placements son al mismo tiempo una validación para la marca y una oportunidad promocional increíble por toda la visibilidad que traen. Cuando estoy diseñando, no estoy pensando que la pieza termine en Emily in Paris o en And Just Like That, Sex and the City. Pero que diseñadores de vestuario y estilistas muy reconocidos escojan tu pieza para producciones muy exitosas, cuando tienen la oportunidad de escoger cualquier marca del mundo, no deja de llenarte de satisfacción.
SEMANA: En un momento en el que el diseño de modas busca cada vez más impacto social y ambiental, ¿qué retos y oportunidades ve para diseñadores latinoamericanos en el mercado global?
S.T.: La industria de la moda ha sido una pionera en temas de inclusión y diversidad y es consciente de que, por su tamaño e influencia, tiene gran responsabilidad en temas de sostenibilidad. Pero, como industria, creo que debe tener todavía un papel más activo. Durante la pandemia suscribí con otros creativos del mundo dos manifiestos en los que se buscaba reinventar la moda, la forma en que se hace, se consume y se presenta, pero al final todo quedó en buenas intenciones. Falta mucho por hacer.
Pero también creo que es importante resaltar un factor cultural y otro de mentalidad. Hace un tiempo nos llenábamos de orgullo cuando John Galliano se inspiraba en las indígenas peruanas o los gauchos argentinos para sus colecciones de Dior, o cuando Jean Paul Gaultier usaba sombreros colombianos en sus desfiles. Ahora, los diseñadores latinos hacemos moda en nuestros propios términos, sin ser vistos como algo exótico. Venimos de una región que es una fuente inagotable de inspiración y podemos a la vez sentirnos orgullosos de nuestras raíces y crear un producto global. Y, como lo he podido demostrar, sí se puede crear una marca de lujo con reconocimiento internacional desde Latinoamérica, y en este caso específicamente made in Colombia.
SEMANA: Para jóvenes diseñadores que sueñan con convertirse en alguien como usted y llegar a pasarelas internacionales, ¿qué consejo les daría?
S.T.: Que el talento sin visión, dedicación y disciplina no lleva a ninguna parte. Después de casi 40 años de carrera, me levanto como el primer día, trabajo más que nunca y siempre estoy pensando en qué es lo próximo. También les quiero decir que no necesariamente la pasión por la moda refleja una habilidad creativa; ahora todos quieren ser diseñadores y este es un oficio que requiere compromiso y mucho trabajo para ser exitoso. Además, se nace o no se nace con talento, por eso en las universidades no hay una materia con ese nombre en el currículum. Y a los que de verdad tienen talento hay que apoyarlos; por eso me asocié con el Istituto Marangoni Miami para crear la beca Silvia Tcherassi.
SEMANA: Háblenos sobre la gran influencia femenina en el universo de la marca, desde su trabajo con su madre, Vera Solano de Tcherassi, hasta su hija, Sofía Espinosa Tcherassi.
S.T.: Nuestra marca y nuestras creaciones se enriquecen cuando tres generaciones de una misma familia tienen una visión compartida. Todas sabemos lo que es Silvia Tcherassi y cada una le aporta lo mejor de sí. Mi madre, Vera, tiene un espíritu innovador y visionario, es incansable y, a sus 82 años, comparte sus responsabilidades como presidenta de la compañía con su recién descubierta pasión por la pintura e incluso ya tuvo su primera exposición colectiva en Madrid. Es toda una inspiración para nosotros.
Mi hija, Sofía, no deja de sorprenderme con su disciplina, su pragmatismo y su sensibilidad artística. Ella ha explorado nuevos caminos para la marca en temas de siluetas, materiales y accesorios, siempre siendo respetuosa de lo que somos y lo que hemos construido. Ella sabe perfectamente la diferencia entre evolución y revolución. Con ella y con Mauricio, mi legado está en buenas manos.