Grandes fortunas
¿Quién es Richard Branson, el excéntrico millonario que acaba de ganarles la carrera espacial a Bezos y Musk?
Es conocido como “el magnate hippie”. Era muy amigo de Lady Di y es un innovador por su peculiar modo de administrar Virgin, su famoso conglomerado empresarial.
Este domingo Richard Branson está en primera plana por convertirse en el primer no-astronauta en realizar un vuelo al espacio, dentro de una carrera que se ha convertido en una verdadera competencia de egos con otros dos millonarios: Elon Musk y Jeff Bezos, los dos hombres más acaudalados del planeta.
Branson no tiene los 122.000 millones de dólares de Bezos, o los 162.000 millones de dólares de Musk, pero con sus casi 6.000 millones de dólares de fortuna les está haciendo la pelea fuertemente y hoy los dejó viendo un chispero con su publicitado vuelo.
Sin embargo, mucho antes que ellos, el magnate británico era una figura recurrente en la prensa, tanto por sus movimientos empresariales como por su extravagancia.
Es muy recordada, por ejemplo, la vez que apareció vestido con un traje de novia (con todo y maquillaje) de 10.000 dólares en la inauguración de su tienda de moda nupcial. En otra ocasión, fue noticia porque alquiló un bote en el que llevó a la banda punk Sex Pistols por el río Támesis con el único fin de que le cantaran a la Cámara de los Comunes, en protesta porque ese cuerpo había prohibido en la radio su canción God Save the Queen, titulada como el himno nacional.
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Quienes trabajan con él (incluido su personal en Colombia) se vanaglorian de tener un jefe para nada convencional, abierto y relajado. Por ejemplo, se niega a concentrar sus empresas en una sede, sino que prefiere trabajar desde su mansión en Londres.
Es muy conocido su gusto por la playa y por estar vestido de pantaloneta y chancletas, así que esa es una de las razones para que muchos lo llamen el “magnate hippie”. Incluso, tampoco tiene problema en trabajar desde su sitio favorito del mundo, St. Barts, el glamuroso refugio de los famosos en el Caribe.
A Branson, asímismo, no le gustan para nada las reuniones de los comités empresariales. Y si bien ha marcado todo un logro en materia de tecnología, no sabe operar un computador. Su agenda es una sencilla libreta de papel, en tanto que muchas de sus geniales ideas se las anota en la palma de la mano.
Por eso, son muchos los que a estas horas se preguntan cómo logró hacer de Virgin una de las marcas mejor valoradas y más conocidas del planeta, que abarca desde la aviación comercial hasta la hotelería, pasando por la telefonía celular y los discos, entre otras actividades.
Todo comenzó en 1967, cuando dejó los estudios, a los 16 años, para fundar una revista, Student, que buscaba ser la voz del activismo juvenil que estaba por entonces en furor. Las jóvenes plumas alternaban con otras prestigiosas, de la talla de Jean-Paul Sartre, Alice Walker o Robert Graves, entre otros. La publicación, lanzada en 1968, no tuvo éxito comercial, pero su fundador no se dio por vencido, sino que la usó como plataforma para un nuevo proyecto: vender discos con descuento y distribuidos por correo. Los avisos que puso del negocio en Student sin duda contribuyeron a sus buenos resultados entre el público menudo.
Los discos se volvieron una actividad mucho más lucrativa que la revista, así que Branson no demoró en aprovechar el buen momento y abrió una tienda y la bautizó Virgin (virgen), pues todos los que estaban involucrados eran totalmente vírgenes en ese negocio.
Todo iba bien hasta que, al verse corto de dinero, se encontró un modo de evadir impuestos, por lo cual fue a prisión. La profecía que le hizo alguna vez un profesor se cumplió: “Vas a ir a la cárcel o te convertirás en millonario”. En últimas, llegó a un acuerdo para salir de la deuda y, desde ese momento, adoptó un manejo más metódico de la contabilidad de Virgin, que no sucumbió por este impase.
De hecho, en 1973, Branson convirtió la marca en un sello disquero que tuvo su mayor hit en 1977, al reclutar a los Sex Pistols. Luego, vendrían artistas tan grandiosos como The Rolling Stones, Paula Abdul, Peter Gabriel, UB40 y Steve Winwood, entre otros, gracias a los cuales Virgin se convirtió en la más grande disquera independiente de la industria.
En 1984 llegó el que sería el remate de todas esas iniciativas exitosas: la incursión de Branson en la aeronavegación comercial, con la fundación de la aerolínea Virgin Atlantic, la cual sería la plataforma desde la cual inició el sueño del turismo espacial, que con los sucesos de este domingo se siente más cerca.
Branson siempre ha sostenido que su objetivo no es el dinero, sino hacer las cosas mejor que los demás, y con Virgin Atlantic se propuso ofrecerles a los clientes lo que no les daban grandes del sector, como British Airways. Su objetivo fue vender un servicio al alcance de todos los bolsillos, que implicara una experiencia de vuelo agradable. Así, pensó, lograría batir a la recia competencia.
Sus colaboradores y amigos lo creyeron loco por semejantes ideas, pero tuvieron que reconocer que estaban en un error cuando Virgin Atlantic se convirtió en un hit.
La buena respuesta del público se debió a que, en los viajes, se ofrecían masajes, baños de hidroterapia, helado gratis y pantallas de video en los espaldares de las sillas. La aerolínea se perfiló tanto como una amenaza para sus rivales, que se dice que British Airways gastó tiempo y dinero en un plan para sacar la firma del mercado.
En 1992, la empresa entró en una seria crisis económica, debido a las turbulencias de la economía, y para recoger dinero se vio obligado a vender a su niña consentida, la disquera Virgin Records, a Thorn-EMI. Los 1000 millones de dólares que obtuvo subsanaron los líos de la aerolínea, pero fue un golpe devastador para Branson, que prometió no someterse jamás a la voluntad de los bancos.
Una buena vía para cumplir ese cometido fue la estrategia llamada capital de riesgo de marca, que consiste en que él les vende a otros empresarios la licencia para usar el sello Virgin en diversos negocios, en tanto que él hace una mínima inversión en tales proyectos. A cambio, les exige a esos socios poner la mayor parte del capital y que le dejen el control de las compañías a través de una participación mayoritaria en las acciones.
Gracias a ello, Branson hoy tiene intereses en unas 200 empresas, como Virgin Interactive Entertainment, Virgin Radio, Virgin Studios, Virgin Hotels, Virgin Bridal, Virgin Cola, Virgin Vodka, Virgin Net, y, claro está, Virgin Galactic, artífice de su proyecto espacial. Así mismo, está en el campo del modelaje, la planeación financiera, los seguros, los dirigibles, y el tren de alta velocidad Eurostar.
Es visto, en esencia, como un real aventurero, que no le teme para nada a los riesgos y esa audacia ha puesto en peligro su vida algunas veces. Una vez, en especial, casi sucumbe en su bote, el Virgin Challenger, pues la navegación por las aguas es otra de sus pasiones.
Branson es además un personaje obligado en la crónica social británica. Una de sus grandes amigas fue la princesa Diana, a quien obsequiaba frecuentemente con vuelos en su aerolínea. Diana ya no está para ver la nueva maravilla que logró al atravesar el límite de la Tierra, pero él les tiene prometido a sus hijos, los príncipes William y Harry, que serán de los primeros en la lista de pasajeros cuando sus vuelos de paseo al espacio sean una realidad.
Por lo demás, sus hijos, Holly y Sam Banson, hacían parte en su juventud del círculo más cercano a los príncipes y sus primas, las princesas Beatrice y Eugenie de York. De hecho, cuando William peleó con Kate Middleton, en 2007, uno de los nombres que primero saltaron en la prensa como posibles reemplazos en el corazón del futuro rey fue el de Holly.
La primera conquista de los cielos por parte de Branson no se dio con los aviones de la aerolínea. A partir de 1987 empezó a batir varios récords en viajes en globos de aire caliente. De ahí al turismo espacial hay un buen trecho, pero, a pesar de sus triunfos, él siempre tiene una frase de cabecera, muy acorde con su marca, para imponerse nuevos retos: “Es terreno virgen”.