Natalia Ramírez recordó en SEMANA la escena más especial que grabó con Kepa Amuchastegui en ‘Betty, la fea’

El pasado 27 de mayo, los colombianos y amantes de Yo soy Betty, la fea alrededor del mundo, se mostraron afectados con la muerte de Kepa Amuchastegui, uno de los actores más recordados de la exitosa novela de Fernando Gaitán y el Canal RCN.

El hombre que se puso bajo la piel de Roberto Mendoza, padre del protagonista de la producción, se metió en el corazón de los actores que hicieron parte del elenco.

Natalia Ramírez, actriz que interpretó a Marcela Valencia habló en SEMANA y confesó cuál fue la escena que considera más especial y recuerda con cariño.

“Tengo una escena especial en la telenovela, cuando grabamos Betty, la fea, y es cuando Marcela Valencia renuncia a Ecomoda. En ese momento, él entra a la oficina y le dice que no puede renunciar porque tanto mis padres como ellos construyeron la empresa”, mencionó la artista.

Natalia recordó que para construir la escena y darle los matices necesarios para conmover a los televidentes, Kepa se tomó el trabajo de conocer algunos detalles de su vida personal, con el fin de incluirlos en la escena y permitir que esta se sintiera mucho más real a la hora de llevar a cabo las grabaciones.

“Me acuerdo que me preguntó que cuándo cumplía años, qué cuando me había graduado, yo, Natalia, realmente, tuvo muchas piezas a información que fue metiendo en los textos de Gaitán y que por supuesto para mí fueron una sorpresa inmensa cuando grabamos porque no lo esperaba”.

En medio del luto por la partida de su colega y amigo, Natalia confesó que este fue un momento muy especial en su carrera, pues aprendió de la técnica actoral implementada por Kepa para construir y darle dinamismo a cada uno de sus personajes.

“Eso hizo que esa escena fuera muy memorable para mí”.

Esta es la escena que marcó la vida de Natalia Ramírez

Natalia Ramírez se conmovió al recordar a Kepa Amuchastegui

La famosa artista abrió su corazón y reveló cómo era trabajar con el actor bogotano.

“Él era un gran conversador, un hombre muy culto que siempre tenía maravillosas palabras. Era muy simpático, a mí me hacía reír muchísimo. Tenía una particularidad y es que, aunque hubiese un director, él no podía escaparse de dirigir y de compartir, por eso digo que era muy generoso”.

Además, compartió la enseñanza más importante que le dejó su amigo: “Podemos seguir soñando muchos años, esta profesión que Dios nos dio y que hemos sabido valorar y cultivar, tenemos la gran fortuna de poder practicarla hasta cuando nos vayamos a morir. A él le diría que gracias, que lo vamos a extrañar un montón”.