ENTREVISTA
“Los colombianos tenemos muchas ganas” La historia de trabajo y esfuerzo de la periodista que se ganó cinco premios Emmy en Estados Unidos
Yolanda Vásquez conmovió a los Estados Unidos con una entrevista a una jueza a quien le mataron a su hijo a tiros en la puerta de su casa. En diálogo con SEMANA habla de cómo ha sido trabajar en Nueva York y cumplir el sueño americano.
SEMANA: Usted fue una de las grandes ganadoras de la pasada entrega de los premios Emmy. ¿Cómo se gana uno cinco estatuillas?
Yolanda Vásquez: En el periodismo hay mucha gente que trabaja por premios, yo no. Yo me enamoro de las historias. De esos cinco premios, cuatro fueron colectivos por el cubrimiento que hicimos de la tormenta Aida, las elecciones 2020 y el aniversario del 9/11, que hicimos. Telemundo, la cadena donde trabajo, se ganó 34. El que me llega a mí más al corazón es el premio individual. Yo estaba compitiendo con otras cinco historias en inglés. La única en español era la mía en la categoría de “interés humano”.
S: ¿Cuál fue esa historia?
Y.V: Una historia que a mí me conmovió desde que la cubrí como una noticia: el asesinato del hijo de la juez Esther Salas a tiros en la puerta de su casa. Me llegó al alma porque soy mamá y por la forma cómo sucedieron las cosas. También porque ella es una mujer admirable que vivió una tragedia que le habría quitado las ganas de vivir a cualquier madre, pero que siguió adelante porque tiene un propósito.
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S: ¿Por qué sucedió el crimen?
Y.V: Ella tenía un caso y un abogado misógino estaba defendiendo ese caso. Ella empezó a alegarle, le dijo que buscaran más pruebas y regresaran a la corte. Seguro él buscó la información de ella y la encontró. Comenzó a escribir cosas sobre ella, como que era sesgada. Pero de ahí, ella nunca pensó que él tuviera esas intenciones. Un domingo, en el que ella acaba de celebrar el cumpleaños número 20 de su hijo, timbraron la puerta. Su hijo salió corriendo a abrir y fue en frente a una persona vestida como repartidor de Fedex. El papá que estaba en la sala corrió, pero el joven recibió los disparos certeros. Ella estaba en el sótano y escuchó como unas bombas. Cuenta que solo gritó: ¿Qué está pasandooo?
S: ¿Qué pasó ahí?
Y.V: Ella cuenta que duró tres días en que no quería saber de nada, ni de nadie. Cuando se despertó del letargo se dio cuenta de que su hijo no estaba con vida, pero que su esposo se debatía entre la vida y la muerte y lo necesitaba. Dice que ahí comenzó a rehacer su vida. El hombre que cometió el crimen, se suicidó 15 días después. Fue una historia que conmovió a Estados Unidos. La jueza se quedó sin su único hijo y no había nadie a quien acusar, porque el hombre estaba muerto también.
S: Debe ser muy difícil contar un drama tan profundo con quien lo sufre. ¿Cómo llegó a poder contar esta historia?
Y.V: Empecé con la idea desde que en julio de 2020 le mataron al hijo a la jueza. Llegué al lugar, me di cuenta de que la jueza era hispana. Me entró un gran dolor de madre. Pero cuando además supe que era hispana, quise buscarla. Le comencé a mandar cartas. Luego, a un juez amigo, le envié textos diciéndole que me gustaría hablar con la jueza Salas. Finalmente, me mandó un número telefónico de la persona de prensa. Yo soy una reportera muy intensa. Cada semana la buscaba. Le mandé un mail larguísimo.
S: ¿Y ella cuándo aceptó contar su historia?
Y.V: Me dijeron que sí. Pasaron dos meses. Comencé a escribirle de nuevo. Cuando encontré respuesta, me dijo que nos podíamos ver en julio después del aniversario de la muerte. Llegamos a septiembre y nada. Pero nos vimos el 18 de noviembre. Comencé a prepararme porque es una historia tan dolorosa que no hay espacio para una pregunta boba. No quería lastimarla. Busqué el momento en que ella pudiera expresarse. Cuando la conocí era la mujer más dulce del mundo, más optimista, más positiva. Me habló como si nos conociéramos de toda la vida. Me dijo: yo sé que Dios me mandé esto porque yo lo puedo enfrentar. Es difícil, pero yo lo puedo hacer.
S: ¿Cómo manejar una entrevista en este dolor?
Y.V: Ella me narró lo que pasó de manera muy pausada. Se le desgranaban las lágrimas y para mi fue muy difícil. Uno como reportero no quiere ser parte de la historia, pero en esas dos horas, yo me conmoví mucho. Yo soy hija y mamá que quiero siempre destacar en los momentos más importantes esa condición. Ella es igual. Cuando empecé a editar la historia no pensé en un Emmy. Pensaba en cómo podíamos contar esa historia para que a nuestra gente le llegara al alma.
S: ¿Cómo presentaron la historia?
Y.V: Empezamos a mirarla y afortunadamente la hicimos en dos partes. Yo estaba superenamorada dela historia. La pusimos al aire. A mí nunca se me quiebra la voz, pero cuando yo presento la primera parte se me cortó la voz. Respiré y seguí hablando. Y la jueza me dijo: es la mejor entrevista que me han hecho. Es la parte más humana que me han sacado. Y eso significó para mí más que el premio.
S: ¿Ha seguido en contacto con la jueza?
Y.V: No puedo decir que somos amigas, pero nos hablamos. Cuando me gané el Emmy le escribí. Quiero que sepa que me dieron un premio, pero no estoy feliz a costa de su dolor, sino de saber que hay un ser humano en la tierra que viene a enseñarnos a todos.
S: Usted ya se había ganado otro Emmy por una historia muy conmovedora que también había estremecido a Nueva York. ¿A esa historia cómo llegó?
Y.V: En el 2020, me gané uno por una niña de 4 años que fue abandonada en 2005 por el hombre que había matado a su mamá. Era la pareja. La ahorcó, la picó en pedacitos, la echaron a la basura. El hombre no sabía qué hacer con la niña, la dejó en la calle y le dijo golpea esta puerta y ahí está tu mamá. La policía encontró la niña y duró 15 días en descubrir qué pasó. La pequeña finalmente se fue con su abuelita a Bolivia. Siempre me pregunté que había pasado con ella. En 2018, logré encontrar a la abuelita, ella me dijo que no quería revivir este recuerdo. Al final accedió. Fuimos a Bolivia, la entrevistamos. Había terminado bachillerato. Nos contó que recordaba ella de esa tragedia.
S: ¿Y qué recordaba?
Y.V: Ella estaba mirando televisión y el tipo le dijo: vamos a buscar a tu mamá. Cuando la mató, la niña estaba en la escuela. Ella recuerda unas bolsas negras en la sala. Y luego se supo que él había metido a la mujer en unas bolsas negras. Hoy, ella solo quiere ver al hombre para saber qué pasó y por qué lo hizo. Cuando publicamos la historia, le gestionamos la venida a Estados Unidos, pero al final ella decidió que no, que se quedaba en Bolivia.
S: ¿Y cuál es su historia?
Y.V: Yo me vine en 1996. Estaba trabajando en CM& y decidí venir, entre otras cosas, a aprender inglés. Mi jefe que era Yamid Amat me decía pendeja, en Nueva York todo el mundo habla español.
S: ¿Y cómo le fue esos primeros años?
Y.V: Trabajé como corresponsal para varios medios en Colombia. De hecho, hice para CM& varias historias, como cuando se cayó el avión que iba para República Dominicana. En RCN trabajé por periodos, por ejemplo cuando se cayeron las Torres Gemelas. Hice este cubrimiento. Luego me quedé como corresponsal de ellos, pero no me funcionaba, porque no era muy frecuente y era muy difícil conseguir camarógrafo.
S: ¿Cuándo dio el salto a las cadenas norteamericanas?
Y.V: Por esa misma dificultad del trabajo, comencé a solicitar en Telemundo y en Univision. En 2002, comencé en Telemundo. Y estuve de freelance hasta 2006. En el entierro de Celia Cruz, me dieron la posibilidad de irme a trabajar, en San Antonio, Texas. Me fui de presentadora, productora, reportera, tenía todos los cargos en uno porque éramos pocos allá. Aprendí muchísimo. En la crisis de 2007 se acabó el noticiero. Me vine como productora a Nueva York y le aposté a ser reportera porque no me gustó el trabajo de producir. A mí lo que me gusta es buscar historias. En 2010, me fui para Chicago, pero había tanto frío que pedí cuando tuvieran un cupo de reportera en Nueva York me avisaran. Me regresé en 2012. Y desde entonces trabajo aquí.
S: Usted logró el sueño americano y hoy triunfa en la gran manzana. ¿Cuál es la clave de este éxito?
Y.V: Yo creo que los colombianos somos muy trabajadores y nunca decimos que no. Y esa es nuestra bendición en la vida. A mí me ponen un reto y yo lo hago. Los colombianos tenemos muchas ganas. Yo siempre digo que no soy la mejor, pero si la que le echa más ganas. Las cosas aquí han sido difíciles. La vida es un proceso de aprendizaje. El día que diga que ya aprendí, este día me muero.