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Ana María Orozco vuelve al país y habla con SEMANA, ¿se aproxima el regreso de ‘Betty, la fea’?
La actriz regresa a Colombia con un nuevo proyecto profesional junto a su pareja, Salvador del Solar. Habla sobre su relación, su maternidad y su personaje icónico en Yo soy Betty, la fea.


Ana María Orozco lleva décadas habitando la memoria colectiva de los colombianos con un nombre: Betty. Sin embargo, detrás de ese ícono que se resiste a desvanecerse con el tiempo, hay una mujer con una profunda curiosidad artística y en constante reinvención. Ahora, desde un escenario más íntimo y con la madurez que dan los años, la actriz se atreve a mirar hacia dentro, a explorar nuevas formas de contar historias y de entenderse a sí misma.
En su más reciente apuesta artística, en la que regresa a las tablas con El árbol más hermoso del mundo, Ana María se aleja temporalmente del ruido de la televisión para abrazar el silencio revelador del teatro. Una obra construida desde la vulnerabilidad, la pausa y el encuentro, en la que el guion no solo habla de los personajes, sino también de esa búsqueda personal que ella misma atraviesa como mujer, madre, creadora y ciudadana del mundo. SEMANA conversó con la actriz sobre sus nuevos proyectos, su corazón, su maternidad y hasta sus vulnerabilidades.
SEMANA: Está de paso por Colombia por un proyecto muy interesante. ¿De qué se trata El árbol más hermoso del mundo?
Ana María Orozco: El título, que de verdad es hermoso, lo encontró Salvador del Solar. Esta obra de teatro comenzó a gestarse en la época pospandemia, como a finales de 2021 o comienzos de 2022. En realidad, estábamos pensando en un proyecto cinematográfico con Salvador, y después empezamos a pensar en una obra de teatro.Tenemos un gran amigo, director, actor y dramaturgo argentino que se llama Francisco Lumerman. Tiene su teatro en Buenos Aires, en el barrio de Villa Crespo; se llama Moscú Teatro y también es un laboratorio de actuación e investigación. Él es un maestro. Así que nos acercamos a Francisco porque nos encanta su aproximación al teatro y a la actuación.Entonces empezamos a explorar ideas que teníamos Salva y yo, cosas de las que queríamos hablar, comenzamos a improvisar y de ahí empezó a armarse esta obra.
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Finalmente, Francisco Lumerman hace la dramaturgia, él la termina escribiendo y dirigiendo. La obra trata de un encuentro íntimo. No íntimo en el sentido romántico, sino en el sentido de cómo dos personajes extraños, que vienen de mundos totalmente distintos, se encuentran. Y ese encuentro permite ver en ellos sus soledades, su vulnerabilidad, esta humanidad que compartimos todos. De alguna manera, a pesar de sus diferencias y distancias, se encuentran también en eso.
Está enmarcada en un parque natural, como sugiere el título de la obra: El árbol más hermoso del mundo. Es como perderse para encontrarse. Esa fantasía que todos hemos tenido alguna vez de decir “Paren el mundo” y de preguntarse: ¿qué pasa si me voy? Darle rienda suelta a esa fantasía, sincerarse con uno mismo. Sin llevarlo a un lugar trágico, pero sí con esa idea de tomarse una pausa.
SEMANA: ¿Cómo fue trabajar con Salvador, quien no solo es colega, sino su pareja?
A.O.: Maravilloso. Somos pareja y grandes compañeros de trabajo. Ya hemos trabajado juntos antes y venimos hace varios años desarrollando esta obra y otros proyectos también. Yo lo admiro un montón como director, actor, creador. Él escribe, entonces es un placer trabajar juntos porque además compartimos esa búsqueda de lo que queremos contar. Pensamos muy parecido y nos interesan cosas similares. Estamos en una etapa linda de la vida en la que los hijos están más grandes, y podemos, mientras los otros compromisos lo permitan, dedicarnos también a explorar.

Parte del camino del artista es ese: seguir haciéndose preguntas, explorando, encontrando la propia voz. Nunca es tarde para animarse a eso. Nos propusimos llevarlo a cabo, porque, como artista, muchas veces uno está esperando que algo salga. Y de pronto también es el momento de hacer, de gestar. Más allá del resultado, porque siempre es una búsqueda, hay mucha subjetividad, son temas que no a todo el mundo le van a interesar, puede despertar curiosidad. Y es lindo compartirlo. Un placer enorme trabajar con Salva. En realidad, suena a trabajo, pero no lo es.
SEMANA: Dentro de todo este universo que menciona, el de la obra, la creación, la conexión, usted habló de las vulnerabilidades. ¿Cuáles son las suyas?
A.O.: Todos tenemos vulnerabilidades y estas dependen del momento, la etapa, lo que estés atravesando. Siempre hay algo que se traduce en lo que haces, en lo que vives, en tu trabajo, en tu día a día. A mí, esta etapa de la vida me despierta muchas ganas de comprender de qué estamos hechos. No hay respuestas, pero me interesa hacerme preguntas, sin entrar en terrenos demasiado pesados ni existenciales. Trato de ser más empática con la vulnerabilidad de todos y de ser menos prejuiciosa.
Tratar de conectar más con la gente, eso me conmueve también. Siento una gran vulnerabilidad que antes me tocaba desde otro lugar, más preocupada por el afuera o por los otros. Ahora me preocupa desde adentro, pero sigue siendo hacia los otros. Me interesa ir hacia la autenticidad en todo sentido. Y no me importa que se vea la vulnerabilidad. Nos criaron en una sociedad en la que hay que aparentar que uno está bien, porque da pudor o vergüenza. Pero ya estoy en un momento en el que no quiero ser tan prejuiciosa con lo que le pasa al otro. Estamos siempre tan prestos a juzgar, y tal vez deberíamos observar más, tener más empatía, acercarnos. Me interesa esa vulnerabilidad entre todos, porque creo que también así crecemos como sociedad.

SEMANA: Usted es mamá de dos hijas y una de las actrices más reconocidas de la televisión colombiana. ¿Cómo ha logrado ese equilibrio?
A.O.: He tratado de ser muy consciente, me he disfrutado mucho la maternidad, los cuidados desde que nacieron Lucrecia y Mía, toda la etapa de bebés, los primeros años, tratar de ser consciente de todo eso. Mi maternidad es un regalo y, al mismo tiempo, un aprendizaje, un desafío. Son etapas. Uno va creciendo también a medida que van creciendo los hijos. Nadie te enseña cómo ser padre o madre de tu hijo, porque depende de su personalidad. No hay manuales. Sí hay cosas en las que uno se basa, como ciertos modelos o ideas sociales, pero llega un punto en el que lo importante es lo privado, el acompañamiento desde cada personalidad.

SEMANA: ¿Quién es Ana María cuando no está actuando?
A.O.: Cuando no estoy actuando tengo una vida (risas). La verdad, mi vida es bastante normal. Adoro estar con mis hijas; me encanta, además, encargarme de las tareas de la casa, me gusta cocinar, estar pendiente de lo que falta en casa. Yo soy una mujer muy de la casa y de cuidar a mis seres queridos, es algo que me pone muy contenta y que hago con mucho amor y mucha felicidad. Además, siempre estoy leyendo.
SEMANA: Hablando sobre Yo soy Betty, la fea, ¿siente que el personaje la ha eclipsado?
A.O.: Siento que Betty me ha abierto muchas puertas y muchas oportunidades. Por supuesto que tiene mucha importancia en mi carrera como actriz, pero tampoco me ha impedido hacer otros personajes y seguir mi búsqueda. La notoriedad que tiene Betty, así como todos los otros personajes de la novela y de la obra en sí, no está puesta en duda y es enorme, pero nunca he competido tampoco con eso.
He seguido mi búsqueda de mi carrera y de verdad solo me siento agradecida por todo lo que trajo Betty. Para mí, Betty es un personaje hermoso que quiero muchísimo, que me enseñó muchísimo como actriz, lo siento como mi clown y por Betty solo tengo mucho amor y agradecimiento.

SEMANA: ¿Alguna escena que recuerde con especial cariño?
A.O.: De las que más me acuerdo y que me gustó mucho fue el falso cambio de look de Betty. Cuando la mamá la lleva a la peluquería del barrio y le hacen un cambio de look, y ella cree que había quedado guapísima. Esa escena me divirtió mucho, aún me río mucho.

SEMANA: El mundo de la televisión colombiana está de luto luego del fallecimiento de Kepa Amuchastegui, ¿cómo lo recuerda?
A.O.: Kepa fue un gran actor, maestro, director, una persona, un colega, un compañero maravilloso con una calidad humana increíble. Fue una persona dulce, sencilla, humilde y cultísima. La verdad es que Kepa siempre va a quedar en nuestros corazones, en la familia de Betty, porque lo queríamos muchísimo. Kepa fue un ser humano fuera de serie.