Destino

El otro legado de Hemingway

Una de las experiencias más memorables de cualquier viajero que llega a Key West, Florida, es una visita a la casa museo de Ernest Hemingway. Para muchos, lo mejor del plan es poder pasar tiempo con sus renombrados gatos polidáctiles.

Elizabeth Ritter
2 de febrero de 2018
"El gato posee completa honestidad emocional, un atributo poco común en los humanos". Ernest Hemingway. | Foto: AFP, Karen Bleier

Por Elizabeth Ritter, actual residente de la Casa Museo Ernest Hemingway.

Llegar a Key West (Cayo Hueso) puede ser toda una aventura. Aunque solo hay unos cuantos vuelos directos desde las ciudades principales de los Estados Unidos a esta pequeña isla del Caribe, no es muy difícil tomar un avión durante 27 minutos desde Miami hasta el aeropuerto más sureño de la parte continental del país para acortar distancias. También, es posible conducir unas 150 millas por la pintoresca pero lenta ruta Interestatal 1, con los seductores colores del océano Atlántico a la izquierda y el golfo de México a la derecha. De cualquier manera, llegar a este pequeño destino, a solo 90 millas al norte de Cuba, es un viaje a una isla tropical con un sabor distintivamente caribeño.


Foto: GettyImages.

La separación entre la madre y sus crías ocasiona cambios en el comportamiento y en la alimentación de los gatitos, afectando su salud y su temperamento de por vida. Sigue estos consejos para darle el mejor manejo a la hora del destete felino.

Fue la pesca en el golfo Stream, alrededor de Key West, Cuba y Bimini lo que cautivó originalmente a Hemingway. Y fue también esta actividad la que abrió la puerta de su hogar a docenas de encantadores gatos con una característica particular: seis dedos en cada pata.

Durante los años treinta, Hemingway pasó grandes cantidades de tiempo en el puerto pesquero de Key West y en los muelles del extremo oeste de la isla. Fue allí donde conoció a Harold Stanley Dexter, un respetadísimo capitán de salvamento. Dexter era dueño de un gato con polidactilia llamado Snowball (bola de nieve), cuyos inusuales seis dedos fascinaron a Hemingway. Además, se decía que este tipo de animales eran de buena suerte para los pescadores, lo que intrigó aún más al escritor.

Poco tiempo después de que el escritor expresara toda su admiración por el gato, Dexter le regaló una gatita de la camada de Snowball. La llevó a su casa y se las entregó a sus dos hijos, quienes pronto la nombraron Blanca Nieves. Las fotos de los dos chicos cargando al gato en los exuberantes jardines del patio, aún pueden observarse dentro de la propiedad-museo.

Tal como Hemingway escribió alguna vez: “Un gato solo lleva a otro”. Pronto la descendencia de Blanca Nieves empezó a poblar la finca de un acre del aclamado escritor. Los continuos nacimientos de gatos con polidactilia dentro de los límites de la propiedad se debieron, en gran parte, al famoso ‘muro de la privacidad’ que Hemingway construyó en la década de 1930 como un esfuerzo para alejarse del escrutinio público mientras su fama aumentaba.

Esta pared aún está en pie y sirvió, hasta cierto punto, para mantener a los gatos dentro de la propiedad y a los ojos curiosos fuera de ella. Actualmente, las nuevas generaciones de felinos con polidactilia están aún más protegidas de salir a aventurarse y de la vida salvaje de la isla, pues a comienzos del año 2000 se instalaron cercas adicionales.

A medida que Blanca Nieves y sus descendientes crecían, a Hemingway le complacía honrar a cada una de sus crías felinas con los nombres de famosas celebridades. Esa costumbre continúa hasta hoy, y quienes visitan el museo pueden tener encuentros con Spencer Tracy (actor estadounidense nacido en 1900), Zelda Fitzgerald (novelista y bailarina estadounidense nacida en 1900), Humphrey Bogart (actor de cine estadounidense nacido en 1899) y Ella Fitzgerald (la Reina del Jazz, nacida en 1917 en Estados Unidos), entre otros nombres con los que han sido bautizados los felinos. Los jardines del museo, incluso, cuentan con un cementerio de gatos en el que los turistas pueden detenerse frente a los cerezos y contemplar los monumentos de varias decenas de exresidentes de seis dedos que habitaron la propiedad.


Foto: GettyImages, Jeff Greenberg.

No es inusual que los visitantes, mientras hacen el tour por la propiedad, se encuentren con un gatito dormitando, reclinándose indulgentemente sobre alguna de las exhibiciones meticulosamente curadas del museo. O quizás, algún otro sentado majestuosamente junto a la piscina, o descansando sobre un sofá antiguo. Los invitados a la casa pueden interactuar con estos gatos, incluso fotografiarlos y acariciarlos; la única restricción es que ninguno puede ser alzado.

El peculiar comportamiento de los mininos ha sido un tema de interés para muchos y, mediante la observación de sus contrapartes salvajes, es posible deducir por qué actúan como lo hacen. Aquí, un acercamiento a las conductas felinas.

Hoy, el museo cuenta con una población de 55 gatos, de los cuales aproximadamente la mitad tienen polidactilia. Y sí, muchos de ellos son descendientes del gato original de Hemingway: Blanca Nieves. La crianza cuidadosa y continua, y la asistencia de veterinarios expertos que trabajan con el museo aseguran que futuras generaciones de viajeros puedan disfrutar, por muchos años más, de los famosos felinos de seis dedos del aclamado escritor.

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Foto: American Stock Archive.

¿Quién fue Ernest Hemingway?

Novelista, cuentista y periodista estadounidense, autor de clásicos del siglo XX como Por quién doblan las campanas y El viejo y el mar, obra por la que ganó el premio Pulitzer en 1953. Durante la década de los treinta, Hemingway se radicó en Cayo Hueso, Florida, junto a la segunda de las cinco esposas que tuvo. Allí escribió parte de Adiós a las armas y Las verdes colinas de África. En 1954 fue merecedor del Nobel de Literatura por su obra completa, y en 1961, ya enfermo, se suicidó.

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