XII Cumbre Líderes por la Educación
Samuel, el joven del puntaje perfecto en las Pruebas Saber 11, tiene una pasión: leer
Un estudiante de Fosca, Cundinamarca, de 16 años, convirtió su hábito de lectura en la clave para alcanzar los 500 puntos en las Pruebas Saber 11 del Icfes, el máximo resultado posible en uno de los exámenes de Estado más importantes del calendario académico nacional.
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El puntaje perfecto de Samuel Huertas Moreno en las más recientes Pruebas Saber 11 del Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación (Icfes) –la entidad que diseña y aplica los exámenes de Estado en Colombia– no habría sido posible sin el riguroso hábito de lectura que cultivó en el colegio público María Medina, de Fosca, un municipio de Cundinamarca con menos de 7.000 habitantes y ubicado a más de tres horas de Bogotá.
Su familia, de origen campesino, llegó hace casi una década al casco urbano del pueblo, proveniente de Gutiérrez, Cundinamarca, un municipio de vocación agrícola situado en la zona oriental del departamento. Allí Samuel ingresó a segundo de primaria en el colegio público María Medina, donde su madre quedó sorprendida con la metodología de enseñanza, que fomenta la lectura con afecto y disciplina, dentro y fuera del aula, mediante un trabajo conjunto con los padres y la comunidad.

“El proyecto lector del colegio es excelente. Por eso Samuel fue creando el hábito de leer. Empezamos con cuentos chistosos y bonitos. Era divertido contestar juntos los cuestionarios que nos enviaban los profesores. De ahí en adelante, él empezó a leer muchísimo por gusto. Y todavía lee todo tipo de libros”, explicó su mamá, Adela Moreno, quien además de ama de casa y costurera, ha sido clave en el crecimiento académico de sus hijos, Samuel y Sara. Bajo las directrices del colegio María Medina, ha visto cómo los dos han sembrado el camino a la excelencia con lecturas adaptadas a sus intereses.
A sus 16 años, Samuel se ha devorado tratados sobre cálculo, estudios de física cuántica y libros que lo han marcado, como Breve historia del tiempo, de Stephen Hawking, y La República, de Platón. También ha leído un sinnúmero de obras literarias que van desde La metamorfosis, de Franz Kafka, y Los vagabundos de Dios, de Mario Mendoza, hasta El niño y la ballena, de Katherine Scholes.
Sergio Gutiérrez, rector del colegio técnico en sistemas, en convenio con el Sena en programación, relató que desde primaria los estudiantes realizan lecturas con retroalimentación semanal o quincenal, “con preguntas tipo Saber y con material didáctico como portafolios, libros, presentaciones teatrales, discursos o debates. Además, en bachillerato hay lectura de ciencias que tiene un proceso de pensamiento crítico y también de literatura, que busca la producción literaria y la conceptualización del estudiante”, explicó Gutiérrez, quien precisó que todos los libros son transversales a las materias.
Sin embargo, para Samuel lo esencial no ha sido la cantidad de lecturas, sino la manera de comprenderlas y hacerlas suyas. Para lograrlo aplica el método Feyn-man, que consiste en explicar con sus propias palabras lo aprendido para consolidar el conocimiento. “Él siempre dice que hay que contar lo que se lee para aprender lo que se lee, y si a uno se le olvida, mejor repetir”, contó Adela.
Esa misma metodología la compartió con otros jóvenes como profesor voluntario de matemáticas en grupos de pre-Icfes, y fue la que aplicó cuando se preparaba para las Pruebas Saber 11, en las que alcanzó un puntaje perfecto de 500. Todo lo que estudiaba lo explicaba en voz alta hasta aprendérselo. Su disciplina fue tan rigurosa que sacrificó días de vacaciones, borró su cuenta de TikTok para evitar distracciones y redujo al mínimo el tiempo que dedicaba a los videojuegos y a los entrenamientos de microfútbol. Además, se apoyó en herramientas de inteligencia artificial y utilizó prompts que le ayudaban a entender nuevos temas sin recibir respuestas automáticas. No obstante, nada fue tan determinante para alcanzar ese puntaje como la comprensión lectora que había desarrollado en el María Medina.
Tanta confianza tenía Samuel en su preparación que los 500 puntos le parecían posibles. Eso sí, cuando vio que, en efecto, ese había sido el resultado, quedó perplejo. “Estábamos acostados. Eran como las once de la noche. Y me dice: ‘Parece que me saqué 500’. Él volvía a revisar en el celular, pero no creía. Hasta que nos abrazamos todos: él, su hermana menor y yo. ¡Estábamos felices!”, recordó su mamá Adela.
Desde la publicación de los resultados, en octubre, su vida cambió. Llegaron entrevistas y reconocimientos del colegio, de la Alcaldía de Fosca y de la Gobernación de Cundinamarca, que se comprometió a dotar al colegio con una nueva sala de cómputo y a buscar apoyo para garantizar los gastos de Samuel a partir de enero: transporte, alimentación y vivienda, cuando inicie estudios de física en la Universidad de los Andes, en Bogotá.
“Desde pequeño le encantan las ciencias y tratar de darles respuestas a las preguntas de la naturaleza. De hecho, entiende los conceptos matemáticos, incluso algunos que van más allá de nuestro currículum. Para una mayor comprensión del cálculo diferencial, por ejemplo, tuvo que buscar clases en YouTube o contactar profesores. Pero lo ha logrado”, explicó Gutiérrez.
El colegio María Medina ha formado a otros estudiantes destacados, a pesar de la falta de recursos e infraestructura. El año pasado, una alumna obtuvo 445 puntos, el mejor resultado del oriente de Cundinamarca, y hoy también estudia en los Andes gracias a la gestión de la institución. “Todos los años tenemos un talento excepcional. Nosotros lo que hacemos es focalizarlos y presentarlos como posibles beneficiarios de la Fundación Alquería-Cavelier, que le otorgó la beca en los Andes a Samuel”, comentó Gutiérrez. La organización lo acompañó desde décimo grado en el fortalecimiento de competencias socioemocionales y en la preparación para las Pruebas Saber.
A partir de enero de 2026, la vida de Samuel tomará un rumbo distinto. Detrás de ese giro hay muchas manos que lo empujan y muchas esperanzas que lo acompañan, pero el rector del colegio María Medina no duda de que él seguirá siendo el mismo: el muchacho que tiende la mano sin esperar nada, el hincha fervoroso de Santa Fe, el defensor aguerrido en la cancha, el lector que no se cansa de buscar respuestas entre las páginas y el estudiante que pregunta incluso cuando ya sabe la respuesta. “Con la perseverancia y la disciplina que tiene, seguramente va a lograr cualquier cosa”, concluyó el rector.

