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Kevin Whitaker, exembajador de Estados Unidos en Colombia, habla sobre la grave crisis diplomática: “El más complacido con el trino de Petro fue Trump”
Whitaker fue uno de los invitados al Gran Foro Colombia, de esta casa editorial. Señaló que Petro y Trump tienen rasgos similares. Esto dijo el exdiplomático estadounidense en entrevista con Yesid Lancheros, director general de SEMANA.
SEMANA: ¿Qué lectura hace de lo que pasó el domingo?
Kevin Whitaker (K. W.): Es una pregunta fácil de responder. Creo varias cosas al respecto, pero creo que el tema principal es que la persona más complacida es Donald Trump. Le significó una oportunidad temprana para mostrar su seriedad, y hasta su crueldad, en reforzar su compromiso por enfrentar la migración ilegal en Estados Unidos. Me da pena que eso haya ocurrido. Desde el punto de vista diplomático, se podía resolver de forma rápida. Que eso fue exactamente lo que ocurrió. Pero la implicación para Colombia fue muy importante. Los gobiernos funcionan como las personas en sus relaciones: el comienzo va a influenciar lo que siga. En cada ocasión que Colombia salga en la lista de asuntos que se tratan en la Casa Blanca se va a recordar lo que pasó la semana pasada.
SEMANA: Usted dice que Trump debe estar complacido con lo que ocurrió… pero se habla de que Petro también puede estar satisfecho, pues logró visibilidad en la Casa Blanca, ¿usted lo ve así?
K. W.: Supongo que cualquier tipo de notoriedad es buena. Pero particularmente Trump tiene una personalidad con una visión maniquea, tipo ‘si no estás con nosotros, estás contra nosotros’, y si califica que Gustavo Petro y Colombia están en contra de Estados Unidos, no veo eso cómo sea beneficioso.
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SEMANA: ¿Qué opina del mensaje de Petro en el que hablaba de whisky, del coronel Aureliano Buendía, de Salvador Allende…? ¿Es esa una manera de abordar una relación con Estados Unidos?
K. W.: Hay que tener en cuenta quién es Donald Trump. Él es muy particular y ha sido muy consistente en su comportamiento, y francamente no responde muy bien a ese tipo de diálogos. ¿Le sugirió sentarse con un whisky?
SEMANA: Sí, en una parte de los mensajes, Petro decía que, a pesar de la gastritis, le gustaría en alguna oportunidad sentarse a tomar un whisky con Trump…
K. W.: Pero ustedes deben saber que Trump no toma alcohol.
SEMANA: Es decir, la manera de abordar esas relaciones diplomáticas, ¿le hacen daño a Colombia?
K. W.: Voy a decirlo con cariño. Yo he trabajado muchos años con Colombia, fueron cinco años y medio como embajador... para mí las relaciones bilaterales son de suma importancia. Si lo que pasó es importante, lo que va a venir lo es aún más. La verdad es que la gente en Washington, los congresistas, senadores y el presidente no piensan en Colombia 10 minutos al mes. No estoy tratando de insultar a nadie. Pero si esos 10 minutos consisten en el episodio que pasó el fin de semana, no veo la ventaja para nadie. Hay un gran trabajo diplomático que enfrenta Colombia, y los Estados Unidos también, porque tiene intereses allí. Dentro de las cosas que se mencionaron fue la posibilidad de poner más aranceles a productos colombianos. Nosotros tenemos un superávit bastante excelente con Colombia. Entonces, si se entra en una batalla de aranceles, a lo mejor Estados Unidos tiene algo que perder. Se necesita cabeza fría y un tratamiento no público, ni a través de X, para lograr un acuerdo.
SEMANA: Hay una gran preocupación por parte de los empresarios colombianos de que Trump tome medidas que afecten al país, ¿qué puede pasar en los próximos meses?
K. W.: Es una pregunta grande. Hay cuatro temas en los que va a estar interesada la administración Trump en el tema Colombia: Venezuela, drogas, migración y China. Me parece importante subrayar esto porque esta administración cuenta con figuras como Marco Rubio, próximo secretario de Estado, y Michael Waltz, quien será asesor de Seguridad Nacional, que son muy radicales al respecto. Es muy probable que su actitud sea similar a la de George Bush en la lucha contra el terrorismo hace 20 años. ‘O están con nosotros, o en contra de nosotros’. Para efectuar esa agenda, será muy importante que Colombia reconozca la naturaleza de Trump y su administración. Con Trump se trata de qué beneficios traen a la mesa para él. Entre más temprano se capte eso, será lo mejor para manejar esas relaciones.
SEMANA: En ese sentido, ¿qué le recomienda al Gobierno colombiano para reconstruir las relaciones?
K. W.: Es difícil dar consejos a gobiernos extranjeros, y particularmente a Colombia. Pero diría que la clave es entender los intereses de Estados Unidos frente a Colombia y la región, y tratar de ver cómo pueden cooperar en eso. Voy a poner un ejemplo: durante los años del Plan Colombia, los colombianos entraron con mucha habilidad en conversaciones con oficiales norteamericanos contándoles qué era lo que Colombia podía ofrecer. De esa forma se empieza una conversación distinta.
SEMANA: ¿Cree que Colombia va a tener una mejor agenda con EE. UU. que en estos primeros días?
K. W.: Creo que sí. Hacia el futuro, hay muchas oportunidades en Colombia. Tenemos superávit comercial, como había dicho, las compañías norteamericanas están haciendo un trabajo excelente acá, y además la idea del nearshoring es igual de importante ahora que en el pasado. Francamente nadie, Colombia ni ningún otro país, ha tomado ventaja de eso. Soy optimista, pero se va a necesitar mucho trabajo.
SEMANA: Dentro del paquete de sanciones con que amenazó Trump vimos algunas que se han aplicado a países como Libia o Corea del Norte, ¿qué implicaba esto?
K. W.: Se trata de la ley IEEPA, que funciona hace más de 35 años, y que le da la habilidad al Gobierno norteamericano de negar acceso a transacciones financieras con instituciones norteamericanas y sanciona a las entidades que hagan transacciones con los países sancionados. Es un poder muy fuerte que se ha usado con países involucrados en terrorismo. El tema es que cuando se ataca a Trump, él intenta no solo responder, sino aplastar, por eso mencionó la IEEPA.
SEMANA: Y Trump usó el caso con Colombia para mostrar lo que puede pasar con los países que no adopten sus lineamientos en materia de migración, algo que nadie esperaba…
K. W.: Por eso decía al principio, que esa situación fue un gran regalo para Trump. A él le gusta proyectar su poder. Fue un mensaje para Colombia, pero también para el resto de la región.
SEMANA: El expresidente Iván Duque ha dicho que teme una descertificación de Colombia por parte de la Administración de Trump, ¿usted ve eso probable?
K. W.: La verdad es que no sé. Y puede que surjan otros elementos entre hoy y septiembre, que es cuando se toma la decisión. Les cuento una historia: cuando estuve como embajador en 2018, durante el primer Gobierno Trump, la decisión era descertificar a Colombia. Como embajador hicimos varios esfuerzos para evitarlo. Tuvimos dos argumentos. La descertificación implica la determinación de que el otro país no está haciendo lo necesario para enfrentar el narcotráfico. En el caso del presidente Duque, se estaba haciendo mucho en varios sentidos, aunque no se estaban logrando los resultados que buscábamos. Para la Administración Trump, la única manera en que Colombia podía demostrar su seriedad en la lucha contra narcóticos es con la fumigación. ‘Si hay fumigación, no descertificamos’. El segundo argumento fue que si en pleno 2018 se descertificaba a un país que estaba intentando tener una muy buena relación con Estados Unidos, qué reacción iban a tener países como Venezuela, Cuba, Nicaragua, Rusia o China. Ahora, ustedes pueden calcular lo que está pasando con la erradicación en Colombia. Si la fumigación va a ser la medida como lo fue en 2018, no sé qué pueda pasar.
SEMANA: Es decir, no es descabellado pensar en la posibilidad de una descertificación…
K. W.: Sí, la lógica está clara. También es cierto que el tema de las drogas figura en las prioridades de Estados Unidos. Pero también es clave que la cocaína ya no tenga la misma importancia que antes. Ahora el enfoque del Gobierno estadounidense es el fentanilo. Eso puede ser un factor mitigante.
SEMANA: ¿Y qué pasaría con Colombia si Estados Unidos la descertifica?
K. W.: El efecto legal es un recorte del 30 % de toda la ayuda antinarcóticos y de asistencia militar, aunque el Gobierno puede decidir si es más. La otra parte sería el impacto político.
SEMANA: Otro tema es Venezuela. ¿Qué puede pensar la Administración Trump de una foto como la del ministro de Defensa colombiano con su homólogo venezolano, que tiene una orden de captura por narcotráfico?
K. W.: Eso puede complicar aún más la situación. Pero debe haber antes una conversación sobre la política hacia Venezuela por parte de Trump. Hay dos corrientes: una pragmática, que buscaría un trato con Maduro; la otra es que la democracia es primordial, y Edmundo González es el presidente legítimo de Venezuela. Necesitamos todos insistir en eso. Está comprobado que cuando no hay una salida política en cualquier país, aumenta la migración. En la medida en que Maduro siga en su posición como dictador, eso hará más probable otra ola de migración venezolana, que afectará tanto a Estados Unidos como a Colombia. Pero, para responder la pregunta, no es bueno estar en la misma tarima con una persona buscada por la justicia norteamericana. Objetivamente, hay problemas de seguridad que afectan a Colombia y Venezuela a la vez, y el argumento de la colaboración de seguridad tiene sentido.
SEMANA: Muchos piden una intervención militar estadounidense en Venezuela para restablecer la democracia, ¿cree que el gobierno de Trump estaría interesado?
K. W.: Descarto cualquier posibilidad. No solo por lo difícil que eso sería y todo lo que implicaría en las relaciones en la región. Con Trump hay además otro argumento, él se ha opuesto a cada intervención militar desde la guerra de Vietnam. Está completamente en contra. No es porque ame la paz, es porque no ve ganancia para Estados Unidos.
SEMANA: ¿Y cómo resolver entonces el problema en Venezuela?
K. W.: Hemos intentado todo. Presión máxima, sanciones, elecciones, negociaciones, y nada ha servido. Mi conclusión es que esto no va a encontrar una solución desde afuera. Lo deben solucionar los propios venezolanos. No estoy diciendo que los vamos a dejar solos, sino que la solución debe partir de los venezolanos. Y la respuesta es que votaron por Edmundo González, y todos los países debemos insistir en su instalación como presidente legítimo.
SEMANA: ¿Qué opina de la nueva canciller, Laura Sarabia?
K. W.: No la conozco mucho. Pero llega al puesto con dos grandes ventajas. La primera es que tiene la atención del presidente Petro. Está claro que es una asesora importante, y tener acceso al presidente para un canciller es de suma importancia. Lo segundo es que parece que está dispuesta a consultar. Salió en la prensa que llamó al expresidente Uribe, algo que veo positivo. Son razones para ser optimistas.
SEMANA: Durante el Gobierno Biden se vio cierta tolerancia a la apuesta del presidente Petro por la ‘paz total’, que no ha tenido grandes resultados. ¿Cuál cree que va a ser la posición de la Sdministración Trump?
K. W.: El proceso de ‘paz total’ no se ha caracterizado por el rigor y la efectividad. Incluir grupos criminales es contrario a la lógica de negociaciones de este estilo. Entonces, es difícil para mí creer que la Administración Trump esté interesada en apoyar ese proceso.
SEMANA: Luego de esta tensión diplomática, ¿qué les diría a los empresarios colombianos?
K. W.: Mi consejo es que si hablan con los Estados Unidos, dejen claro los intereses de los Estados Unidos. Tomo un ejemplo con la exportación de flores, que es de gran importancia para Colombia. Esa industria debe estar involucrada con centenares de miles de empleos en Estados Unidos, la afectación de estos es un argumento que puede tener alcance ante un aumento de aranceles. Yo buscaría cómo formular argumentos de este tipo.
SEMANA: ¿Cuándo cree que se normalicen temas como las citas para las visas?
K. W.: No es una situación normal. Entiendo que se normalizará una vez la Casa Blanca crea que Colombia está cumpliendo el trato que se logró. Y aparentemente eso está pasando. Yo supongo que eso pasará pronto.
SEMANA: ¿Cree que Petro se puede quedar solitario en esta pelea verbal con Trump?
K. W.: No se ha visto la solidaridad que quizás se hubiera pensado en el pasado en una situación similar en la región. Pero mucho de eso tiene que ver con la particularidad de cómo reacciona el presidente Petro. De alguna manera se parece a Trump. Usan las redes sociales, no acogen los consejos, hacen lo que quieren y lanzan amenazas desde muy temprano.
SEMANA: ¿Qué oportunidades puede haber en el largo plazo para un país como el nuestro con Estados Unidos?
K. W.: Una de las preocupaciones mayores de Trump tiene que ver con el tapón del Darién, por la cantidad de personas que pasan por ahí camino a Estados Unidos. Eso es territorio colombiano. Un mayor esfuerzo en seguridad pública y judicial sería muy bienvenido. La otra parte tiene que ver con el nearshoring, construir cosas más cerca de los Estados Unidos, evitando exportaciones desde India y China.
SEMANA: ¿Cómo predice que será la relación Petro-Trump de aquí a diciembre?
K. W.: Va a ser muy difícil cambiar esta trayectoria. A lo mejor se puede sostener una relación difícil, pero operativa. Pero no veo que haya posibilidad de mejoramiento en las relaciones. Incluso es factible un deterioro.