Perspectivas de la industria láctea
Este plan piloto tiene el potencial de revolucionar la industria láctea en Colombia. ¿De qué se trata?
Carlos Enrique Cavelier, coordinador de sueños de Alquería, impulsa la materialización de un proyecto piloto con 3.000 ganaderos para mejorar la productividad del sector.
¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta el agro colombiano para alcanzar un nivel de profesionalización comparable con otras potencias agrícolas?
Carlos Enrique Cavelier: Lo primero que hay que saber es que las personas que están en el campo, en general, son empíricas; y para mejorar productividad y calidad es fundamental convertirlas en buenas agricultoras. Si tienen vacas, deben contar necesariamente con potreros bien sembrados, echarles abono, regarlos, saber por qué un tipo de pasto es mejor que otro. }
Todo es ciencia y para que se expanda tiene que tener receptores. A esto responde el programa Herederos de Tradición, con el cual hemos entrenado a unos 300 hijos de ganaderos, productores de leche de Alquería en diferentes regiones del país, que han podido fortalecer sus conocimientos y habilidades para el manejo del suelo, de los animales y del medioambiente. Hoy son tecnólogos en producción ganadera.
¿Con qué aliados trabaja Alquería en esta iniciativa?
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C.C.: Con el Sena (Servicio Nacional de Aprendizaje) y el Ciat (Centro Internacional de Agricultura Tropical). Estos jóvenes bachilleres salen de este programa hechos unos duros después de 18 meses, con una capacidad increíble para manejar las fincas de sus papás, que funcionan como fincas piloto de esta iniciativa. Como resultado, tenemos incrementos de productividad increíbles.
La transferencia de tecnología es parte del legado de Alquería al país. ¿Qué innovación ha sido determinante para ustedes?
C.C.: Son muchas, pero, por ejemplo, una vaca no distingue entre el pasto que pisa y el que come, y ese tipo de detalles son claves para mejorar la productividad. Por eso, hace 52 años, mi papá trajo de Nueva Zelanda la idea de dividir los potreros con un cable que las vacas no pisan, pero que les permite pastar debajo de él. También, hace unos 12 años, los neozelandeses comenzaron a llegar a nuestra finca y en una de esas visitas un técnico nos dijo: “Su pasto está muy alto”. Nos sorprendió la advertencia porque tenía centímetro y medio. Resulta que el pasto, idealmente, en este clima y altura debía tener un centímetro para no perder la proteína.
Además, nos sugirió rotar más rápido los potreros para dejar el pasto a esa altura. El resultado fue un incremento de la proteína en 20 por ciento. Lo más importante es que la finca creció en un 30 por ciento. Por eso, el tema no es la tierra, sino cómo lo hacemos, cómo usamos la tecnología de hoy. La gente va a vivir 120 años, los alimentos van a cambiar considerablemente. Entonces, toca subirse en el tren de la biología y la biotecnología.
¿Planean expandir el programa?
C.C.: Estamos explorando para hacer un piloto con 3.000 ganaderos en Ubaté, Cundinamarca, y en Boyacá con el apoyo de liderazgos locales y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Nos parece importantísimo contribuir a elevar los niveles de productividad en el contexto de los TLC. Puntualmente, buscamos que se genere una política pública para este piloto, que se levanten ciertas restricciones para poder avanzar. Los resultados solo se comenzarían a ver 18 o 24 meses después.
¿Qué impacto tendría materializar esta idea?
C.C.: Por ejemplo, podríamos sustituir el 10 por ciento de la leche que importan algunas empresas, entre las cuales no estamos nosotros. Estamos hablando de 3.000 productores dentro de los 300.000 que hay en Colombia, lo que demuestra el enorme potencial del sector. Necesitamos mayor organización y apoyo, porque una empresa sola puede trabajar en sus propias fincas, pero gestionar 3.000 productores requiere cambios en la legislación, recursos significativos, financiamiento. Si con 10.000 millones de pesos, que puede costar la licencia técnica, podemos aumentar la producción en ese porcentaje, con 100.000 millones podríamos sustituir el ciento por ciento. Un paso a la vez. Veamos cómo resulta el piloto, porque una cosa es la teoría y otra, la práctica.
*Contenido elaborado con apoyo de Alquería.