Gran Foro Colombia
¿Al borde de un apagón? Líderes del gremio de energías e hidrocarburos advierten sobre los riesgos que hoy enfrenta el sector
Durante el panel ‘Desafíos energéticos y transición para el futuro’, los expertos coincidieron en que como vamos, vamos mal. De no tomar medidas inmediatas, el país podría revivir la crisis de los 90. La industria del carbón también prendió alarmas.
La estabilidad energética de Colombia enfrenta una crisis inminente. La creciente demanda de energía, el rezago en la expansión de la oferta y la incertidumbre en las políticas públicas han puesto en jaque la seguridad del suministro. A esto se suman las dificultades del sector de hidrocarburos, la disminución de las reservas de gas y petróleo, y los desafíos que enfrenta la industria del carbón. En el Gran Foro Colombia 2025, durante el panel moderado por Tomás González, exministro de Minas y Energía, expertos del sector debatieron sobre los desafíos de la transición energética.
Natalia Gutiérrez, presidenta de la Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica (Acolgen), alertó sobre el riesgo de desabastecimiento si no se toman medidas urgentes. “La demanda sigue creciendo, pero la oferta no está aumentando al mismo ritmo”, señaló.
De acuerdo con la líder gremial, en 2023 se esperaba la entrada de 6.000 megavatios (MW) adicionales al sistema, pero solo se incorporó el 15 por ciento. “En 2024, de los 6.600 MW proyectados, apenas se ha logrado el 22 por ciento. Si la tendencia continúa, para 2026 el país podría enfrentar un déficit de energía firme, lo que pondría en riesgo la estabilidad del sistema”, señaló.
“Bogotá prácticamente está inmersa en un racionamiento interminable”, advirtió Gutiérrez, explicando que la falta de puntos de conexión ha obligado a las empresas a generar su propia energía con diésel. Además, denunció que hay proyectos de transmisión con seis años de retraso, lo que dificulta la distribución de la energía disponible.
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Para evitar una crisis, la presidente de Acolgen propuso realizar una subasta de expansión que incentive la inversión en nuevos proyectos de generación. “Se necesitan señales claras de política pública para atraer inversión. Sin confianza, los proyectos no avanzan”, insistió Gutiérrez.
Gas y petróleo
El sector de hidrocarburos, clave para la seguridad energética y la economía del país, también enfrenta un panorama desalentador. Frank Pearl, presidente de la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas (ACP), advirtió que Colombia podría quedarse sin gas en menos de cinco años si no se reactivan los proyectos de exploración. “En 2029 no tendremos una sola molécula de gas”, alertó.
Según Pearl, en 2022 se perforaron 68 pozos exploratorios, en 2023 fueron 42 y en 2024 apenas 26. Además, la producción de petróleo cerró en 777.000 barriles diarios, por debajo de la meta de 800.000.
Uno de los mayores obstáculos es la incertidumbre en los procesos de licenciamiento. El líder de la ACP denunció que proyectos clave en Colombia han sido detenidos por trabas ambientales y consultas previas.
“El sector de hidrocarburos ha sido el pilar fiscal, económico y de recursos que llega a las regiones. Hay que cambiar el curso. Como vamos, vamos muy mal en el sector energético y todos vamos a pagar el precio si no hacemos transformaciones en políticas públicas. Se necesita una transición que le sirva a Colombia y que los recursos del sector sirvan para formalizar la economía en las regiones y pueda entregar soluciones sociales”, apuntó.
El dirigente gremial también señaló la importancia de los hidrocarburos en la economía nacional. “Este sector no solo genera ingresos fiscales, sino que es clave para la transición energética. Necesitamos una hoja de ruta realista que permita una transición ordenada”, concluyó.
El estigma del Carbón
El sector carbonífero también ha sido fundamental para la seguridad energética de Colombia, pero enfrenta una crisis de percepción y falta de apoyo gubernamental. Carlos Cante, presidente de Fenalcarbón, cuestionó la narrativa que rodea al sector. “Pasamos del anonimato al desprestigio. Terminamos siendo los responsables del fin del mundo y somos peores que la coca. Nos pone en una compleja situación en materia de inversión y de consecución de financiamiento”, lamentó.
Cante recordó que durante el último fenómeno de El Niño, el país evitó apagones gracias a la generación térmica con carbón. A pesar de esto, la producción ha caído drásticamente: en 2017 se produjeron 90 millones de toneladas, pero en los últimos años las cifras han disminuido debido a restricciones ambientales y falta de inversión.
El panorama global, sin embargo, muestra que el carbón sigue siendo clave en la matriz energética mundial. “Mientras Colombia cierra minas, el mundo sigue aumentando el consumo. En 2024, la demanda global de carbón alcanzó los 8.700 millones de toneladas”, explicó Cante.
Para el presidente de Fenalcarbón, la solución no es cerrar el sector, sino diferenciar entre carbón térmico y metalúrgico y diseñar una política pública que permita aprovechar las reservas de manera sostenible. “Tenemos reservas para 70 años. La transición debe ser planificada y no impuesta”, concluyó.
Consensos en transición
A pesar de las diferencias en cada sector, los expertos coincidieron en la necesidad de una transición energética estructurada y con visión de largo plazo. Frank Vanoy, especialista sectorial en energía de CAF - Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, destacó la importancia de generar consensos. “Colombia tiene clústeres energéticos y hubs de innovación, pero falta una política sistémica que oriente la inversión en la dirección correcta”, afirmó.
En este sentido, se planteó la necesidad de un diálogo entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil para definir una hoja de ruta clara que permita garantizar el autoabastecimiento de energía sin afectar la estabilidad económica del país.
Para los expertos, la crisis energética en Colombia no es un problema del futuro, sino una realidad que ya está afectando la seguridad del suministro. Si no se toman medidas urgentes, el país podría enfrentar un déficit energético sin precedentes. La transición energética es un proceso necesario, pero debe ser planificado con responsabilidad, asegurando que las fuentes tradicionales sigan operando mientras se consolidan las nuevas tecnologías. Como concluyó Pearl: “Si no hacemos inversiones, no podremos crecer”.