CULTURA

Cultura abierta en tiempos de aislamiento

La cuarentena ha generado que muchas empresas liberen contenido. ¿Se mantendrá esta tendencia?

16 de abril de 2020
Si bien se han dado algunos pasos hacia modelos gratuitos, el principal obstáculo radica en conseguir nuevas formas de financiación. | Foto: iStock

En tiempos de incertidumbre se aceleran los cambios sutiles que venían andando. Desde hace años se habla del código abierto y de derechos de autor que permiten distribución libre e incluso hacer modificaciones. A este movimiento, que lentamente ha tomado relevancia en el contexto actual, se le conoce como cultura abierta o cultura libre. Promueve la distribución gratuita de música, libros, imágenes y videos sujetos a derechos que restringen su distribución.

Un precursor de esto fue Khan Academy, una plataforma que tiene una gran cantidad de cursos libres en temas como matemáticas, ciencia, ingeniería, arte, humanidades, economía y finanzas. Esta plataforma no cobra y funciona gracias a donaciones.

Quédate en casa

Cuando comenzó la cuarentena en muchos países, varias organizaciones y empresas que limitan su contenido a pago o suscripción abrieron parte de su contenido.

Domestika, plataforma de enseñanza virtual, lanzó una selección de cursos gratis durante tiempo indefinido bajo el eslogan #QuédateEnCasa. Son 18 cursos de temas variados a disposición del público. Sin embargo, no se puede acceder a los recursos adicionales ni obtener el certificado.

En la misma onda, Crehana, plataforma de aprendizaje, dispuso 15 cursos. Cada día liberaba uno de ellos durante 24 horas y se puede obtener el diploma siempre y cuando el estudiante haya terminado y entregado el proyecto durante ese periodo.

Editorial Planeta abrió parte de su material: fragmentos de libros, audiolibros, podcast, y ha hecho charlas virtuales. Lo mismo hizo Penguin Random House, que lanzó megustaleerencasa.com. Amazon también tiene audiolibros y libros gratuitos disponibles.

La Editorial Herder puso de forma gratuita un libro del filósofo surcoreano Byung-Chul Han.

Errata Naturae abrió 20 títulos de su catálogo para leer en tiempo de cuarentena. A la iniciativa se han sumado, incluso, algunos autores. Rosa Montero puso a disposición La vida desnuda y Juan Gómez-Jurado dejó gratis su libro El paciente.

En un momento como este las empresas pueden atraer a nuevos públicos y fidelizarlos. Es una estrategia de mercadeo, pero también una radiografía de una tendencia que marcará el futuro: la cultura abierta. Ella comprobará que los pagos tradicionales no se pueden convertir en la única fuente de ingreso.

Lo bueno, lo malo y lo feo

Los cambios traen retos y también oportunidades. En este caso, el reto tiene que ver con los ingresos de las plataformas, de los intermediarios y de los autores.

Uno de los movimientos pioneros en esta tendencia es el código abierto. La experiencia de este puede ser extrapolada hacia la cultura.

Jaime Bejarano, experto de Red Hat, una compañía de código abierto para organizaciones, dice que abrir contenido aparentemente genera pérdidas, pero de hecho genera mayor avance, lo que en últimas es ganancia. “Es la forma de tener un mundo mejor”, afirma Bejarano. “Estas plataformas de aprendizaje, por ejemplo, permiten una actualización rápida y constante del conocimiento y eso siempre genera mayores oportunidades y empleo”, añade.

De acuerdo con Bejarano, se puede avanzar en términos de cultura abierta “copiando metodologías del código abierto” para cumplir el sueño de la sociedad conectada en internet: democratizar el conocimiento y la información.

Las barreras son principalmente económicas, pues su modelo de negocio es cobrar directamente a los usuarios. La experiencia de Khan Academy puede ser replicada. El pero estaría en el hecho de que no genera ganancias, porque es una entidad sin ánimo de lucro. Un modelo que puede ser usado es el de compañías y gobiernos que financien estas empresas de cultura.

Diego Gómez, librero en Quevedo Libros y Antigüedades, comenta que esta transición es difícil en el corto plazo, aunque es necesaria, "dado que esta industria ha explotado hasta el absurdo los precios y como mínimo se debe llevar a precios asequibles", afirma.

Gómez pone de ejemplo la editorial española Traficantes de Sueños, cuyos libros tienen licencia Creative Commons para distribución y copia libre. "Los proyectos de cultura libre necesitan la corresponsabilidad de la comunidad, esto es, que aquellos que apuestan por la libre difusión de la cultura los sustenten de múltiples formas", afirma la editorial.

El futuro

Queda la duda de si esto será solo por el tiempo que dure la contingencia o si la tendencia tome más fuerza en el mundo. La educación y la cultura como bienes de consumo de privilegio deberían ser la excepción y no la regla. Especialmente cuando en este momento la educación y la cultura se pueden democratizar. Hay que entender cómo financiar la cultura sin hacer de ella un bien de consumo o una herramienta de mercadeo. Ese es el gran reto.