EDUCACIÓN
Por WhatsApp y ayuda de la tienda: así es ser profesor en medio de la pandemia
SEMANA acompañó a dos maestros en su día a día al otro lado de la pantalla. Cerca de 300 mil docentes del país se "reinventan" para acompañar desde casa el aprendizaje de sus alumnos.
Es martes, y Mauricio Fonseca, profesor de varios grados en el colegio distrital Altamira, en el sur de Bogotá, prepara sus actividades virtuales como si fuera un experto.
Este día le corresponde explicar los números decimales. Alista un pequeño video en el que relata las actividades requeridas para la jornada, les recuerda que todos ya cuentan con el material de apoyo y que “antes del mediodía espero una pequeña exposición de máximo dos minutos en video sobre este tema”.
Envía el video a un grupo de WhatsApp en el que hay padres de más de 40 estudiantes. No obstante dice que hay un par de estudiantes cuyas familias no tienen teléfono inteligente por lo que debe dejar unas guías y ejercicios en una tienda del barrio para que los recojan. A estos padres les da el plazo de entregar los deberes resueltos por sus hijos en la misma tienda al día siguiente.
Con el paso de las semanas, Fonseca se ha ido adaptando al nuevo escenario de profesores, estudiantes y padres de familia. Ya no hay aulas llenas de niños ni explicaciones de media hora en un tablero tratando de no perder la atención de los cerca de 50 estudiantes que maneja por curso.
Al igual que a muchos más de 220 mil docentes de colegios públicos en el país, a Mauricio, de 52 años, el cierre de los colegios decretado por el Gobierno para evitar la expansión del coronavirus le obligó a replantearse su trabajo casi desde los cimientos para evitar que el proceso educativo de los estudiantes se detuviera, más teniendo en cuenta que muchos viven en entornos vulnerables y que no tienen o computador o acceso a internet.
“Cuando supimos a mediados de marzo sobre el cierre de colegios lo primero que pensé fue que tenía que inventar nuevas formas de llegar a los estudiantes. Nunca pensé que un mes después estuviera haciendo videos casi como un youtuber y pidiéndole a mis alumnos que hagan lo mismo”, dice.
Si bien el Ministerio de Educación y cada ente territorial han puesto recursos en la web, radio, televisión y se han entregado guías físicas, cada docente es el encargado de aprovechar este material y coordinar con sus estudiantes las mejores maneras de dar continuidad a la educación, que desde el pasado 16 de marzo se adelanta en casa.
Aunque todos los colegios tienen un panorama completamente distinto, en general, los docentes deben enfrentarse a los mismos líos, ya que el 96% de los municipios no está preparado para adoptar las clases virtuales, y al menos la mitad de sus estudiantes no cuentan o con computador o con internet, según un estudio del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana.
La situación es más difícil en algunas poblaciones donde ningún estudiante reportó tener estos elementos, razón por la que la educación en casa depende totalmente de la relación del docente con los padres de familia, logrando coordinar la entrega de guías físicas de diversas formas. En muchos municipios rurales, por ejemplo, son los transportadores los encargados de hacer esta tarea en apoyo a los docentes.
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Nicole Andrea, una de las estudiantes de Fonseca, sostiene el celular de su mamá, su herramienta de trabajo primordial en estos días de estudio en casa. Foto: Esteban Vega -Semana
A pesar de que Fonseca ha podido utilizar Whatsapp para comunicarse con la mayoría de estudiantes y ya entabló un mecanismo con quienes no usan esta vía, inicialmente fue todo un reto el cambio. “Empezamos con el correo electrónico, pidiendo los datos, pero primero nos dimos cuenta que muchos no tenían y segundo los que sí lo usaban no lo miraban seguido porque el correo no viene incluido en el plan de datos”.
Tras esa semana de diagnóstico determinaron usar el WhatsApp. “Nos pusimos en la tarea de recoger los números casa por casa, porque muchos los matriculan con teléfonos falsos”. Aún así, muchos estudiantes no pueden enviar la tarea porque no tienen datos, por lo que les hace pequeñas recargas para que puedan enviar las fotos o videos solicitados.
Reconoce que al principio no fue tarea fácil, pero su hijo, Yerson, quien es docente de educación física en un colegio privado del sector, le ha ayudado con la adaptación a esta situación. Sin embargo, cuenta que no todos sus colegas han sido igual de receptivos que él. “Muchos se limitan a enviar las tareas o conectarse a una clase. Es común ver mensajes por parte del sindicato diciendo que si los estudiantes no se pueden conectar y nosotros sí o no tenemos razón de ellos, no es nuestra responsabilidad y que estamos cumpliendo con nuestro deber, que es culpa de las secretarías no darnos las herramientas necesarias. Yo no creo que sea tan así, tenemos una responsabilidad y debemos ir más allá. Creo que en el sector oficial tenemos cierta estabilidad que otros sectores no tienen en esta pandemia y podemos tener flexibilidad”.
Cree que la posición de ciertos docentes frente a la educación en casa y la falta de elementos para dar continuidad al calendario escolar es a raíz del miedo a enfrentarse a nuevas tecnologías y quieren seguir usando la misma metodología de siempre. Datos del Ministerio de Educación indican que el 59% de profesores en el país tiene más de 45 años, una proporción importante que no se educó con el concepto de las nuevas tecnologías, y si bien muchos las han adoptado, es evidente que otros se han quedado en modelos tradicionales.
Solo el 14% de docentes en Colombia tiene menos de 35 años. “No hay duda que a los profesionales jóvenes se les facilita más el uso de tecnologías, pero la edad no es excusa para aprender nuevos modos”, enfatiza Fonseca.
En el caso de Yerson, la adaptación a nuevas plataformas fue mucho más fácil, ya que tiene 25 años y su colegio es privado con lo que todos los estudiantes tienen acceso a internet y celular, dictar una clase de educación física por esta vía era sin duda un reto. En una videollamada no podía tener certeza que sus estudiantes seguían las rutinas que hacía. “Muchos no prenden la cámara, pueden estar acostados y mi deber como profesor es que en medio de la cuarentena hagan algo de actividad física”.
La mayor preocupación de Yerson como profesor de Educación Física es el sedentarismo de sus estudiantes durante la cuarentena. Foto: Esteban Vega -Semana
Por eso, al igual que su padre decidió usar el Whatsapp, para hacer las clases. En la mañana les envía una rutina de entre 5 y 10 minutos, y cada estudiante debe reenviar un video replicándola. Muchos los envían incluso con participación de sus familiares. “En la casa ahora con mi papá recibimos videos de 7 de la mañana a 10 de la noche que es cuando muchos papás pueden ayudar a sus hijos, pero no importa, es un nuevo escenario y debemos adaptarnos”.
Pese a que Yerson tiene más facilidad para seguir adelantando las clases que otros docentes de colegios públicos, al trabajar en instituciones privadas sus ingresos, al igual que el otros 100 mil profesores, dependen del pago de pensiones, y debido a la crisis económica generada por el nuevo coronavirus, muchos padres de familia no han podido pagar pensión. De acuerdo con la Confederación de Padres de Familia, Carlos Ballesteros, a la fecha, cerca del 80 por ciento de los acudientes no han cancelado lo correspondiente a la pensión de abril, lo que pone en riesgo la viabilidad financiera de los establecimientos educativos. “Uno es consciente de la situación, esperemos que esto se pueda normalizar pronto”.
Debido a la cuarentena, la palabra que adoptaron los profesores Fonseca es la flexibilidad. “Sabemos que muchos padres y niños están pasando dificultades, por eso no podemos estar diciéndoles que hicieron la tarea mal o que reprobaron”, dice Mauricio, quien precisó que está adoptando las calificaciones cualitativas. “Lo vital es ver su interés. Cuando vuelvan las clases presenciales, reforzaré todo lo que sea necesario, pero en estos momentos el docente debe ser un apoyo para el estudiante”, agrega.
Con llave, así permanecen salones y bibliotecas de miles de colegios públicos en el país. Foto: Esteban Vega - Semana
Por el momento, y al menos hasta el 31 de mayo, fecha hasta la que el Gobierno canceló inicialmente las clases presenciales, los docentes en lugar de alumnos, verán frente a sus ojos las sillas del comedor de su casa. En vez de pizarra, se están acostumbrando a celulares. Ya no hay abrazos de los niños; fueron reemplazados por emoticones. Las tareas de clases ahora son archivos de Whatsapp y, sobre todo, en vez de una clase, se están acostumbrando a las pantallas, algo que hace apenas un par de meses ni se les hubiese pasado por la cabeza. Solo el pasar de los días dirá cuando las clases y la relación profesor alumno regresarán a la normalidad.